Evangelio Diario y Meditación

Evangelio Diario y Meditación

1 de junio de 2017 Desactivado Por Regnumdei

Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. 


Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio

Evangelio según San Mateo 5,38-42. 

Jesús, dijo a sus discípulos: 

Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 

Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 

Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. 

Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. 

+Meditación:

San Agustín  

 La justicia de los fariseos, que consiste en no traspasar los límites de la venganza, es una justicia inferior. Es principio de la paz, pero la paz perfecta quita toda venganza desde su principio. Así entre lo primero, que es un exceso de la ley (que consiste en devolver más mal que se ha recibido) y la perfección que el Señor manda a sus discípulos (que consiste en no devolver mal por mal), hay un término medio: devolver sólo el mal que se ha recibido, por lo cual se ha de pasar de la suma discordia a la suma concordia. El que causa primero el mal, éste es el que se separa principalmente de la justicia. El que no ofende a nadie al principio pero después de ofendido lesiona más, se separa algún tanto de la suma iniquidad. Y el que devuelve cuanto ha recibido ya concede algo. Es muy justo que el que ofendió primero sea más lesionado. Nuestro Señor Jesucristo que había venido a cumplir la ley, perfeccionó esta justicia empezada, no severa, sino misericordiosa. Nos enseñó que deben conocerse los dos grados que existen entre la justicia antigua y la nueva. Porque hay quien no devuelve tanto, sino menos, y de aquí procede el que no se recompense en manera alguna, lo cual parece poco al Señor, si no estás preparado para hacer aún más. Por lo que no dice, no devolver mal por mal, sino no resistir contra lo malo, para que de este modo, no sólo no devuelvas el mal que se te ha hecho, sino que además no te resistas a que se te cause otro mal. Esto es precisamente lo que se expone de una manera bien clara cuando se dice: «Pero si alguno te hiriere en la mejilla derecha, preséntale también la otra». Que esto pertenece a la verdadera misericordia, lo sienten especialmente aquellos que sirven a los que aman mucho, o a los niños, o a los frenéticos, que tanto padecen con frecuencia, y que, si el bien de los pacientes lo exige, se prestan aún a sufrir más. Enseña, pues, el Señor, como médico de las almas, el que sus discípulos procuren ante todo la salvación de aquéllos, para cuyo bien eran enviados, y que sufriesen con ánimo tranquilo todas sus debilidades. Toda iniquidad, pues, nace de la imbecilidad de alma, porque nada hay más inocente que una persona perfeccionada en la virtud.      La Ley de Moisés era el mensajero de Cristo, el precursor de Jesús, el heraldo y el profeta del  gran Rey, una escuela de sabiduría, una preparación necesaria y una enseñanza universal, una doctrina llegada en el momento oportuno y un misterio temporal. La Ley de Moisés era un resumen simbólico y enigmático de la gracia futura, anunciando en imágenes la perfección de la verdad que ha de venir. Por los sacrificios anunciaba la Víctima, por la sangre, la Sangre, por el cordero, el Cordero, por la paloma, la Paloma, por el altar, el Sumo Sacerdote, por el Templo, la permanencia de la divinidad, por el fuego del altar, la plena «Luz del mundo» (Jn 8,12) que desciende de Arriba.                  

                                 

+Comunión Espiritual:

De Santa Margarita María Alacoque:  “Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.


                    

                                                                                                   

+Mes del Sagrado Corazón

Oración Inicial                                                                   

                                                                                                                        

   Rendido a tus pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña, de continuo, tu adorable Corazón, te pido humildemente, la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo. Para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen ama y sirven. Mira que soy muy pobre dulcísimo Jesús y necesito de vos como el mendigo de a limosna que el rico le ha de dar, mira que soy muy rudo oh! Soberano maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia. Mira que soy muy débil, oh! Poderoso amparo de los débiles y necesito apoyarme en vos para no desfallecer. Sé todo para mí, Sagrado corazón: Socorro de mis miserias, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. Tú me alentaste y convidaste cuando con tan tiernos acentos dijiste, repetidas veces en tu Evangelio: “Venid a Mí, aprended de Mí, pedid, llamad…” a las puertas de tu corazón vengo hoy, y llamo, pido y espero. Del mío te hago formal y decidida entrega: tómalo vos, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer digno en le tierra y dichoso en la eternidad. Amén.  

Oración Final:

¡Oh Jesús! Yo consagro mi corazón , colocadle en el Vuestro, pues sólo en Él quiero vivir y sólo a Él quiero amar; en vuestro Corazón quiero vivir desconocido del mundo y conocido de Vos solo, en este Corazón beberé los ardores del amor que consumirán el mío; en Él encontraré la fuerza., la luz, el calor y el verdadero consuelo. Cuando el mío esté desfallecido, Él me reanimará, cuando inquieto y turbado, Él me tranquilizará.

¡Oh Corazón de Jesús!, haced que mi corazón sea el altar de vuestro amor; que mi lengua publique vuestra bondad, que mis ojos estén siempre clavados en vuestra llaga; que mi espíritu medite vuestras adorables perfecciones; que mi memoria conserve siempre el precioso recuerdo de vuestras misericordias; que todo en mí exprese mi amor a vuestro Corazón ¡oh Jesús!, y que mí corazón esté siempre pronto a sacrificarlo todo por Vos.

¡Oh Corazón de María!, el más amable después del de Jesús, el más compasivo, el más misericordioso de todos los corazones, presentad a vuestro Hijo nuestra consagración, nuestro amor, nuestras resoluciones. Él se enternecerá a la vista de tantas miserias y nos librará de ellas; y después de haber sido nuestro refugio y nuestra protectora sobre la tierra, ¡oh Madre de Jesús! seréis nuestra Reina en el cielo. Amén.

V: ¡Sagrado Corazón de Jesús!

R: ¡En Vos confío!

V: ¡Oh dulce Corazón de María!

R: ¡Sed la salvación mía!

V: ¡Glorioso Patriarca San José!

R: ¡Rogad por nosotros!