Evangelio Diario y Meditación

Evangelio Diario y Meditación

14 de septiembre de 2015 Desactivado Por Regnumdei

No soy digno de que entres bajo mi techo

 +Santo Evangelio:

Del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: Vete, y va; y a otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace. Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande. Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.

+Meditación:

Meditación del Papa Francisco

Un cristiano puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones confiándose al Señor. Solamente él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la perseverancia en la fe, de darnos esperanza.

Confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiar a mí mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles, nosotros sacerdotes, obispos, confiar al Señor nuestras familias, nuestros amigos y decirle al Señor: ‘Cuida a estos que son tuyos’.

Esta es una oración que no hacemos siempre, la oración en la que confiamos algo o alguien: ‘Señor te confío esto, llévalo Tú adelante’, es una bella oración cristiana.
Es la actitud de la confianza en el poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre.

Asimismo, cuando una persona hace esta oración desde el corazón siente que es confiada al Señor, es segura: Él no decepciona nunca. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la tercera palabra: paz. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2015, en Santa Marta).

Meditación San Ambrosio

Lo cual hacía no porque no pudiese curarle estando ausente, sino para enseñarnos a ser humildes. No quiso ir al hijo de Régulo, para que no pareciese haber sido obsequioso con los ricos, pero aquí El mismo fue para que no se creyese que en el criado del centurión despreciaba la condición servil. El centurión, depuesta la soberbia militar, se convirtió en reverente y pronto para creer y dispuesto a honrar al Salvador. Por lo que sigue: «Y cuando estaba cerca de la casa, envió a El el centurión a sus amigos, diciéndole: Señor, no te tomes este trabajo: no soy digno», etc. Porque conjeturó que Cristo daba la salud a los hombres no con poder de hombre, sino de Dios. Los judíos afirmaron que era digno; pero él dice que es indigno, no sólo del beneficio, sino también de recibir al Señor: «Yo no soy digno de que entres en mi casa”.

+Comunión Espiritual:

De santa Margarita Mª Alacoque

“Dios mío, te adoro oculto en esta sagrada Hostia. ¿Es posible que te hayas reducido a tan humilde morada, para venir a mí y permanecer corporalmente conmigo?
Los cielos son indignos para alojarte!, y ¿te contentas, para estar conmigo siempre, con estas pobres especies? ¡Bondad inconcebible!
¿Podría yo creer esta maravilla si Tú mismo no me la asegurases?
 ¡Oh Dios de la majestad, pero también Dios del amor!v¡Que no sea yo todo entendimiento para conocer esta misericordia, todo corazón para agradecerla, toda lengua para publicarla!
Tú, oh Dios de mi corazón, me has creado para ser objeto de tu amor infinito
¿cómo puedo no desear poseerte? Te abro mi corazón, te ofrezco mi pecho, mi boca y mi lengua para que vengas a mí.
Ven, ven, divino Sol mío. Ven, Médico caritativo de mi alma. Ven, Jesús, el más fiel, el más tierno, el más dulce y más amable de todos los amigos, Ven a mi corazón.”