¡Triturado!

¡Triturado!

6 de marzo de 2022 Desactivado Por Regnumdei

¡Tuvieron que triturarme para que me miraran!


¡Cuantas veces esperándoles en el templo, cuantas veces ignorado en los sagrarios, cuantas rechazado en la Eucaristía, cuantas veces descartado en los pobres…!

Me duele que me desprecien hasta el odio y el sacrilegio, pero cuanto más me duele la indiferencia de tantos, con quienes he expresado en abundancia mi misericordia, me postergan en el olvido por sus afanes y negocios, por sus intereses y preocupaciones, por sus amistades y diversiones, por tantas excusas que me repliegan al rincón de los recuerdos, a la cárcel de disgustos, de las excusas y las postergaciones. 

¡Cuantas veces esperándoles en el templo, cuantas veces ignorado en los sagrarios, cuantas rechazado en la Eucaristía, cuantas veces descartado en los pobres, ancianos, niños concebidos, en los deprimidos y en los enfermos.

Cuanto más me duele que quienes se llaman mis amigos me desplazan en la rutina, y no estoy en el centro de sus corazones, en sus ocupaciones, liturgias, apostolados y oraciones. Me expulsa el “yo” egocéntrico, desesperanzado, interesado y secularizado. Y quedo replegado, en mi propia casa, en mi propio templo, al arbitrio de los que me destruyeron. 

  Misteriosamente el enemigo esta más pendiente de mis acciones redentoras, de las gracias que regalo, de los milagros que ofrezco, de los corazones que en silencio espero.

Gracias por tus oraciones, menciones y reparadores gestos. Pero te pido me consueles con amor verdadero. Con deberes y gestos de piedad, con tus obras consecuentes con tu Credo, con tus oraciones generosas y de real afecto, con tu cariño agradecido, con tu compasión solidaria y tu defensa hecha testimonio ante el desprecio.

Dame el consuelo de tu cercanía, la reparación de tu alma en gracia, la manifestación pública de tu coherencia con el Evangelio. 

  Dame el abrazo en la Oración, en la Adoración, en la Eucaristía, en los pobres, en el rosario, en la defensa de la vida humana, en el cuidado de la familia cristiana y en tus necesarios rezos. No importa que me trituren los verdugos si tengo tu corazón, que es de tu vida el centro…

¡Tuvieron que triturarme para que me miraran!

Editorial