La cizaña para tentar al justo
Tal es la malicia del diablo: siembra cuando han nacido las simientes…
«Y mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue»
San Mateo, 13: 24-30:
Otra parábola les propuso diciendo: «Semejante es el reino de los cielos a un hombre que sembró buena simiente en un campo. Y mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Y después creció la yerba e hizo fruto, apareció también entonces la cizaña. Y llegando los siervos del padre de familias le dijeron: Señor, ¿por ventura no sembraste buena simiente en tu campo? ¿Pues de dónde tiene cizaña? Y les dijo: hombre enemigo ha hecho esto. Y le dijeron los siervos: ¿Quieres que vayamos y la cojamos? No, les respondió; no sea que cogiendo la cizaña arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer lo uno y lo otro hasta la siega, y en el tiempo de la siega diré a los segadores: Coged primeramente la cizaña y atadla en manojos para quemarla; mas el trigo recogedlo en mi granero».
San Juan Crisóstomo explica que, “nos presenta en seguida los lazos del demonio diciendo: «Y mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue». Con estas palabras nos hace ver que el error viene después de la verdad, cosa demostrada por la experiencia. Así, después de los profetas vinieron los falsos profetas; después de los Apóstoles los falsos apóstoles; y después de Cristo el Anticristo. Porque no se esfuerza el diablo en tentar a quien no lo ha de imitar ni a quien no puede tender sus lazos, porque ha visto que la simiente fructifica, a veces como ciento, otras como sesenta, y otras como treinta, y que no puede él arrebatar ni sofocar la que tiene buenas raíces, y por eso se vale de otro engaño, confundiendo su propia simiente y revistiendo sus obras con colores y semejanzas que sorprenden al que se deja engañar con facilidad. Por eso no dice el Señor que siembra una simiente cualquiera, sino la cizaña, que es muy parecida, al menos a la vista, a la simiente del sembrador: tal es la malicia del diablo; siembra cuando han nacido las simientes, para de esta manera causar más daños a los intereses del agricultor.”
San Agustín, en el “quaestiones evangeliorum”, en los números 11, 12 y 13, por su parte dice que, «mientras dormían los hombres» porque cuando los jefes de la Iglesia obran con negligencia, o cuando los apóstoles son visitados por el sueño de la muerte, viene el diablo y siembra sobre aquellos a quienes el Señor llama hijos malos. Pero se pregunta ahora: ¿son éstos los herejes o los malos católicos?.
Porque manifestándonos que están sembrados en medio del trigo parece significar que son todos de una misma comunión. Pero sin embargo, como en la interpretación de la palabra campo no se significa a la Iglesia, sino a todo el mundo, se comprende que habla de los herejes, que se hallan mezclados en este mundo con los buenos. De aquí es que a los que son malos pero tienen la misma fe se les llama paja mejor que cizaña. La paja, efectivamente, tiene la misma raíz y fundamento que el grano. En cuanto a los cismáticos, parece que tienen más semejanza con las espigas podridas, o con las pajas de aristas rotas y divididas que se arrojan de la mies. Pero no se debe sacar de aquí la consecuencia de que los herejes y cismáticos son forzosamente separados de la Iglesia corporalmente, porque hay muchos en el seno de la Iglesia que no defienden su error de manera que puedan atraer al pueblo. Porque si lo hicieren así, entonces serían expulsados en seguida de la Iglesia. ( Y más abajo): Cuando el diablo con sus detestables errores y falsas doctrinas ha sembrado la cizaña (esto es, ha arrojado las herejías valiéndose del nombre de Cristo) se oculta con más cuidado y se hace más invisible; y esto es lo que significa: «Y se fue». Se comprende, pues, que el Señor significó en esta parábola con la palabra cizaña (como terminó en la exposición) no algunos escándalos, sino todos los escándalos, y a aquellos que cometen ciertas maldades.
O de otra manera, cuando el hombre espiritual empieza a juzgar todas las cosas, entonces comienzan a aparecer los errores, y distingue cuánto dista de la verdad lo que ha oído o leído. Pero mientras llega a la perfección espiritual, puede ser envuelto en la multitud de errores que se han propalado con el nombre de Cristo. Por eso sigue: «Y llegando los siervos del padre de familia, le dijeron: Señor, ¿por ventura no sembraste buena simiente en tu campo? ¿Pues de dónde tiene cizaña?» Ocurre preguntar aquí quiénes son esos siervos: si son los siervos aquellos a quienes después llama segadores, o si son los ángeles, a quienes en la explicación que él nos ha dado de esta parábola llama también segadores; pero que nadie se atreve a afirmar que los ángeles no tuvieron conocimiento del que sembró la cizaña; por consiguiente deben entenderse por siervos los mismo fieles a quienes no nos debe admirar los llame además buena simiente, porque se puede expresar una misma cosa con diferentes nombres, según la relación con que se la considere; el mismo Salvador es llamado en un mismo Evangelio ( Jn 10) a la vez » puerta y pastor “.
Al conocer los siervos de Dios que el diablo, sintiendo que nada podía hacer contra el autor de tan gran nombre, ha tramado un fraude para ocultar sus mentiras bajo el mismo nombre, puede presentárseles el deseo, en la medida que tengan algún poder temporal, de apartar a los hombres de las cosas mundanas. Pero para saber que deben hacer consultan antes a la justicia de Dios. De donde sigue: «¿Quieres que vayamos y la cojamos?”.Palabras que no pueden menos que engendrar en ellos una paciencia y una tranquilidad grandísima. La razón de esta parábola es, que los que son buenos, pero que aun están débiles, necesitan de esta mezcla con los malos, ya para adquirir fortaleza con el ejercicio, ya para que comparando los unos con los otros se estimulen a ser mejores. O también se arrancan al mismo tiempo el trigo y la cizaña, porque hay muchos que al principio son cizaña y después se hacen trigo. Si a éstos no se les sufre con paciencia cuando son malos, no se consigue el que muden de costumbres; y si fuesen arrancados en ese estado, se arrancaría al mismo tiempo lo que con el tiempo y el perdón hubiera sido trigo. Por eso nos previene el Señor que no hagamos desaparecer de esta vida a esa clase de hombres, no sea que por quitar la vida a los malos se la quitemos a los que quizá hubieran sido buenos, o perjudiquemos a los buenos, a quienes, a pesar suyo, pueden ser útiles. El momento oportuno de quitarles la vida será cuando ya no les quede tiempo para mudar de vida, y el contraste de sus errores con la verdad no pueda ser útil a los buenos: «Dejad crecer lo uno y lo otro hasta la siega», esto es, hasta el juicio.