Nefarious: la tibieza, obra maestra del demonio
Su preocupación ya no es actuar en lo oculto, pues nuestro descreimiento le permite campar a sus anchas.
POR ALAS OZORES, El Centinela
Ya hace casi treinta años que Sospechosos habituales acuñó una de las frases más repetidas, por verdaderas, sobre el demonio: «El mayor truco que el diablo inventó fue convencer al mundo de que no existía». En efecto, se sea o no creyente todos asociamos la acción de Satanás y sus servidores a un trabajo urdido en la oscuridad, una siembra silenciosa de cizaña al cobijo de la noche, un complot que basa sus posibilidades de éxito en el secretismo.
La película Nefarious,da un giro de ciento ochenta grados a este tradicional concepto de lo diabólico. Por contar sólo el planteamiento inicial —sencillo pero muy efectivo—, el filme narra la historia de un psicólogo que debe determinar si un asesino está mentalmente incapacitado o no; en caso de estar en sus cabales, será ejecutado ese mismo día en la silla eléctrica. Cuando el doctor llega a su entrevista con el preso, sin embargo, el criminal se descuelga con una declaración sorprendente: afirma ser un demonio que ha poseído al recluso y quiere que este sea ajusticiado.
Estamos, por tanto, ante un ángel caído que desvela voluntariamente su identidad. El psicólogo, ateo declarado, responde con sorna a semejante relato. En Nefarious, por tanto, la táctica del diablo cambia para adaptarse a un mundo postrascendente y poscristiano como el actual. Su preocupación ya no es actuar en lo oculto, pues nuestro descreimiento le permite campar a sus anchas. Un ángulo sin duda interesante por parte de la película.
Además, esa falta de fe en lo sobrenatural no es exclusiva de los ateos, sino que se traslada a un sector creciente de católicos que ve la doctrina sobre el infierno y sus habitantes como cuentos para asustar a los niños o, en el mejor de los casos, una parábola sobre el mal. Esta realidad se refleja en la cinta con la breve aparición de un sacerdote timorato y de estola de colorines que no duda en afirmar que la Iglesia ha «superado» la noción del Maligno. Por cierto, que esta crítica a ciertos círculos eclesiásticos se repite en alguna otra producción reciente de temática diabólica como El exorcista del Papa, con Rusell Crowe en el papel del famoso exorcista Gabriele Amorth.
Desde el punto de vista cinematográfico, Nefarious, codirigida por Chuck Konzelman y Cary Solomon (ambos guionistas de las dos entregas de God’s Not Dead) está filmada con solvencia y cuenta con el punto muy a favor de lograr mantener constante el pulso y la tensión narrativas. Destacan, asimismo, Jordan Belfi, que interpreta al psicólogo; y Sean Patrick Flanery, en su doble papel de demonio encarnado y víctima poseída. A diferencia de otras películas pertenecientes a los que podríamos llamar, generalizando, cine cristiano, la cinta no adolece de un excesivo tono de homilía. A pesar de ello, tal vez los últimos quince minutos de metraje pudieran sobrar por sobreexplicativos.
Para los no creyentes, Nefarious supondrá un thriller bien construido y ejecutado. Para quienes tenemos fe en entidades supraterrenales, constituye un recordatorio acerca de una realidad sobre la que se habla cada vez menos en las homilías dominicales. El de los cuernos está encantado con que así sea, de forma que vayan a ver Nefarious y recomiéndenla a su familia y amigos. Que nadie deserte de su puesto de centinela, porque hoy y ahora —no lo olvidemos— se libra una batalla en los cielos y en la tierra.