Honduras, tras el asesinato del periodista
El cardenal Maradiaga pide ayuda para terminar con la violencia
Tras el asesinato del periodista Alfredo Villatoro, el llamamiento del purpurado en un país herido: "La ley de Dios prohíbe matar"
GIACOMO GALEAZZI
"Hay un mandamiento de la ley de Dios que dice: no matarás", estigmatiza el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa. Para su liberación se había puesto en marcha la conferencia episcopal de uno de los países más violentos de América Latina. Todas las parroquias hicieron manifestaciones contra el aumento de la violencia. Una movilización generosa pero sin el éxito esperado.
De hecho, ha sido hallado muerto, el periodista de la radio hondureña HRN (una de las emisoras más importantes del país) , coordinador del informativo matinal, Alfredo Vellatoro Rivera, de 47años de edad, secuestrado hace una semana mientras se dirigía a su trabajo en la capital. Su cadáver, vestido con un uniforme de la policía nacional y con un foulard rojo en la cabeza, fue encontrado en una cuneta de la zona residencial de Tegucigalpa. El hombre, según refieren las autoridades, fue asesinado con dos disparos en la cabeza. Según los medios de comunicación locales, el foulard rojo y el uniforme de la policía son un mensaje de protesta de las organizaciones criminales contra las instituciones que han puesto en marcha un proceso de depuración en las fuerzas del orden, tras la implicación de algunos agentes y oficiales en crímenes como el tráfico de droga, atracos y robos de coches.
El secuestro de Villatoro, que tuvo lugar el 9 de mayo, tuvo lugar 48 horas después del homicidio del reportero Erick Alejandro Martínez Ávila, de 32 años, responsable de comunicaciones de la asociación Kukulcan, una organización del movimiento de lucha contra la discriminación. Según el sindicato de Periodistas de Honduras entre el 2007 y los primeros cinco meses de este año, en el país centroamericano han sido asesinados 23 periodistas. El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, y la asociación de los medios de comunicación del país centroamericano habían firmemente condenado el secuestro del periodista Alfredo Villatoro y pedido a los secuestradores que respetaran su vida.
Honduras, con 8,2 millones de habitantes, vive una oleada de violencia, que, según las organizaciones en defensa de los derechos humanos y la prensa local, provoca una media de 20 muertos al día. Según los datos del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en el 2011 el país ha registrado 81,5 homicidios por cada 100.000 habitantes, muy por encima de la media mundial del 8,8 según los datos ofrecidos por las Naciones Unidas. El gobierno está realizando una operación de limpieza en los ambientes de la Policía Nacional, la fiscalía e incluso dentro de la magistratura.
El cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga hace notar que la Iglesia católica ha anunciado una campaña ciudadana para promover la cultura de la paz y del respeto por la vida, campaña organizada junto a Caritas Honduras y la Conferencia Episcopal, orientada a apoyar la construcción de una sociedad que ponga como centro el respeto, el bienestar y la seguridad de la persona humana. Villatoro, que tenía 47 años, había sido secuestrado por unos desconocidos la mañana del miércoles 9 cuando se encaminaba a la emisora radiofónica HRN, en la que trabajaba desde hacía 70 años. Desde el primer momento la policía había declarado que no tenía indicios sobre el crimen. «Condenamos la violencia y pedimos a Dios que toque el corazón de los secuestradores para hacer que vuelvan al camino del Señor, al camino de la justicia y para que respeten la vida de Villatoro», había dicho el cardenal Rodríguez hablando en radio HRN. El purpurado además había añadido que todas las parroquias de Honduras «están unidas en una única oración a Dios por la vida de este operador de la comunicación, y para que sus secuestradores no manchen de nuevo con sangre nuestro país».
Además, el obispo de Tegucigalpa ante las más altas autoridades de Honduras declaró que el país está sangrando, herido de muerte por la violencia, por la pobreza creciente, por la falta de respeto y por la vida y por la corrupción entre las fuerzas del orden. La violencia en Honduras es también un producto del "impacto de la subcultura de los narconegocios, de la migración incesante y de la confusión religiosa, consecuencia de una ofensiva de las sectas" señaló el cardenal durante la celebración eucarística del 3 de febrero con motivo del 265 aniversario del descubrimiento de la Virgen de Suyapa, patrona del país centroamericano. A la ceremonia asistían el presidente hondureño Porfirio Lobo, sus ministros, los jefes del poder legislativo y judicial, además de las autoridades locales, algunos diplomáticos, y miles de católicos hondureños provenientes de diversas regiones del país. El cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga subrayó que las condiciones de vida en Honduras sugieren que solo la fe y la esperanza pueden restablecer la paz, la tranquilidad, la seguridad y la confianza recíproca. Para él, la limpieza en las filas de la policía nacional, que ha estado implicada en varios crímenes y delitos, es un "imperativo urgente" y "un duro trabajo" que hay que realizar. Haciendo un llamamiento a todos los que tienen responsabilidad en el gobierno, el purpurado dijo : "no podemos dejarnos vencer por el mal, sino que tenemos que vencer el mal con el bien; no podemos vivir con miedo, secuestrados en nuestras casas, perseguidos por una psicosis colectiva hecha de miedos, insomnio, pesadillas y lutos". El arzobispo de Tegucigalpa también recordó que es necesario enseñar a los niños que hay "un mandamiento de la ley de Dios que dice: no matarás".