La Misión, la juventud y la educación
También nosotros seríamos infieles si no proponemos nuestra fe, respetando la libertad de los demás.
Resulta difícil para un chico vivir como un cristiano, dados los estilos de vida dominantes. Por eso, es fundamental que los sacerdotes sepan dar testimonio de que cada hombre puede conocer a Dios, que puede ser su amigo y caminar junto a El. En este contexto, la importancia de la presencia de Dios en la educación, no es suficiente una formación profesional sin una formación del corazón, sin la presencia de Dios. Por otra parte, conocer el Evangelio es además un aspecto de la formación cultural.
El diálogo, tan necesario, no excluye el anuncio del Evangelio, don de la Verdad, que no podemos tener sólo para nosotros mismos, sino que también debemos ofrecerlo a los demás.
Misión, no es imposición, sino ofrecer el don de Dios, dejando que sea su bondad la que nos ilumine, si no, descuidaríamos un deber. También nosotros seríamos infieles si no proponemos nuestra fe, respetando la libertad de los demás. El trabajo misionero es fundamental y diálogo y misión no se excluyen; al contrario, se necesitan recíprocamente.
En este aspecto se encuentra la importancia de los Novísimos, que quizá hoy en la Iglesia se habla demasiado poco del pecado, del Paraíso y del Infierno. Quien no conoce el Juicio definitivo, no conoce la posibilidad del fracaso y la necesidad de la redención. Quien no trabaja buscando el Paraíso, no trabaja siquiera para el bien de los hombres en la tierra». A este respecto, «el nazismo y el comunismo afirmaron que solo querían cambiar el mundo y sin embargo lo destruyeron».