“El islam o la espada”

“El islam o la espada”

13 de septiembre de 2025 Desactivado Por Regnumdei

ISIS se jacta de matanza en el Congo


La crueldad del Estado Islámico ha alcanzado un nuevo nivel de brutalidad en África. En su semanario An Naba (n.º 512), los terroristas no sólo reivindican la masacre de 121 cristianos en el noreste del Congo, sino que se jactan públicamente de haber asesinado a niños y mujeres que rechazaron convertirse al islam. La propaganda islamista describe los hechos como la “operación más violenta en Lubero”, refiriéndose a los cristianos como “nazaríes” —un término despectivo—, y exhibe fotografías donde un combatiente posa frente a motocicletas incendiadas, símbolo de la devastación.

El martirio de los niños

Según la información recogida por La Gaceta de la Iberósfera los yihadistas irrumpieron en la aldea de Ttuyo, en las zonas de Lubero y Beni, durante una gran reunión cristiana. Allí obligaron a los menores a elegir entre “el islam o la espada”. Los niños, con una fe inquebrantable, rehusaron apostasía alguna y fueron asesinados al instante. Lejos de ocultar el horror, el Estado Islámico lo convirtió en motivo de orgullo: “Optaron por morir ellos mismos después de rechazar el islam”, celebran en sus páginas, como si el martirio de inocentes fuese un triunfo.

Mujeres ejecutadas por confesar a Cristo

La saña alcanzó de modo especial a las mujeres. Los terroristas aseguran haber capturado y ejecutado a 21 mujeres cristianas tras la masacre. En su relato se complacen en detallar cómo redujeron a cenizas las pertenencias de las familias, incendiaron casas y destruyeron medios de subsistencia, ensañándose contra las más vulnerables de la comunidad.

La jactancia del terror

Lo más escalofriante no es solo el crimen en sí, sino la manera en que los verdugos lo presentan. La propaganda del ISIS convierte el asesinato de niños y mujeres en un trofeo, en material de propaganda para alimentar el odio y sembrar el miedo. La publicación insiste en que se trató de la “operación más violenta en Lubero” y utiliza un lenguaje de desprecio hacia los cristianos, llamándolos “nazaríes”. La fotografía difundida —un combatiente con el puño alzado frente a motocicletas ardiendo— es la escenificación de una barbarie que pretende aterrorizar a los indefensos y provocar el silencio cómplice del mundo.

Silencio internacional ante un genocidio

Mientras los terroristas exhiben su barbarie con orgullo, la tragedia de estas familias cristianas apenas recibe atención en la escena internacional. Niños ejecutados por mantener su fe, mujeres asesinadas por no renegar de Cristo: todo ello se pierde en la indiferencia de gobiernos y organismos que callan ante un genocidio religioso en curso. El Estado Islámico no esconde su odio, lo proclama. Y Occidente, con su silencio, se convierte en cómplice de los verdugos.

Relato de la masacre

Habían acudido para rendir homenaje a uno de los miembros de su iglesia que había fallecido recientemente. A las 9 de la noche del lunes 8 de septiembre, los cristianos de la aldea de Ntoyo se reunieron en el funeral en el este de la República Democrática del Congo (país número 35 en la Lista Mundial de la Persecución 2025).

Pero lo que se suponía que iba a ser una reunión pacífica de creyentes que lloraban juntos terminó en un baño de sangre cuando los militantes atacaron con armas de fuego, principalmente con machetes. Cuando estos extremistas se marcharon, 70 cristianos habían muerto, 100 habían sido secuestrados y 16 casas habían sido incendiadas.

«Llegaron y empezaron a matar», dijo Mbula Samaki, líder de la iglesia 55e CEBCE en Mangurejipa. «Los que intentaron huir fueron acribillados a tiros y otros fueron asesinados con machetes».

Paluku Nzalamingi, párroco de la localidad, describió las escenas que vio cuando acudió al lugar: «Es horrible lo que vi. [Cuerpos de] mujeres en colchones en la sala de estar… otras en el pasillo, inmóviles; otras fuera, en el terreno. Algunos cuerpos están en la carretera, en terrenos cercanos al centro de Ntoyo. Mataron a casi todas las personas que se habían reunido en el lugar del entierro».

El líder de la iglesia de la zona escapó por poco del ataque, ya que acababa de salir del pueblo. «Acababa de pasar por Ntoyo», le dijo a un colaborador local de Puertas Abiertas. «Menos de 30 minutos después, nos enteramos del ataque. Dios todavía tiene una misión para mí».

Pero esto solo sería el comienzo de la matanza perpetrada por las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), que se han alineado con el grupo Estado Islámico.

A la mañana siguiente, los terroristas volvieron a atacar, esta vez contra los agricultores cristianos de Potodu, una comunidad cercana a la ciudad de Oicha. Allí masacraron a los creyentes que acampaban en sus granjas, un medio de supervivencia para muchos que viven de la tierra y venden sus cosechas para ganarse el sustento diario.

«Es una noche de tristeza y desolación para los cristianos», dijo el pastor Paluku, de la CECA20 Oicha.

En este momento, el número de muertos en Potodu asciende a 30, pero se espera que aumente. En el momento de la masacre, varias personas seguían desaparecidas.

«Que Dios venga en nuestro auxilio, porque estamos hartos de estos asesinatos en el territorio de Beni», se lamentó el pastor Paluku.