Carta de Santo Tomás Moro
«Él fue quien nos mandó todo lo que hemos perdido y Él es quien por medio de este accidente se lo ha llevado de nuevo: que se haga lo que sea de su agrado.»
A Lady Moro Woodstock,
3 de septiembre de 1529
Mi querida Alice, a quien me encomiendo de todo corazón:
Me ha informado mi hijo Herón de la pérdida de nuestros graneros y también de los de nuestros vecinos, y además con todo el grano que había en ellos. Dejando a un lado lo que sea el placer de Dios, es sin duda una desgracia muy grande que se haya perdido tanto grano y tan bueno, pero como ha sido de su gusto enviarnos este accidente, debemos y estamos obligados no sólo a resignarnos sino a alegrarnos de tal visitación. Él fue quien nos mandó todo lo que hemos perdido y Él es quien por medio de este accidente se lo ha llevado de nuevo: que se haga lo que sea de su agrado. Por consiguiente, nunca lo tomemos a mal, a regañadientes, son más bien, aceptémoslo y démosle gracias de todo corazón tanto por la adversidad como por la prosperidad. Tal vez tengamos más causa de serle agradecidos por nuestras pérdidas que por nuestras ganancias, porque su sabiduría ve mejor que nosotros lo que es para nuestro bien. Te pido por tanto que estés alegre y que lleves a toda la gente de la casa contigo a la iglesia, y una vez allí des gracias a Dios tanto por lo que nos ha dado como por lo que nos ha quitado, y también por lo que nos ha dejado. Si es de su agrado puede aumentarlo cuando quiera; pero si es de su agrado puede aumentarlo cuando quiera; pero si es de su agrado dejarnos con menos, que se haga también su voluntad.
Te ruego que hagas una buena pesquisa para ver qué es lo que mis pobres vecinos han perdido y diles que no se preocupen, pues, aun si tuviera que quedarme sin una sola cuchara, no habrá vecino mío que tenga que soportar pérdida alguna por un accidente ocurrido en mi casa. Te ruego que, junto con mis hijos y el resto de tu casa, te alegres en Dios y que alguna forma busques con tus amigos la mejor manera de hacer provisión de grano para los nuestros y también de simiente para el año entrante, si te parece buena idea que sigamos manteniendo en nuestras manos el campo; y tanto si piensas una cosa como la otra, a mí me parece que no sería bueno abandonarlo todo de repente, echando a nuestra gente de la finca, hasta que no hayamos pensado mejor la situación. Ahora bien, si tenemos ahora mismo más gente de la que nos va a hacer falta y que pueden colocarse con otros amos, en ese caso puedes dejarles que se vayan, pero no quiero que nadie sea despedido sin que tenga ni sepa adonde ir.
Por lo que se refiere a mi regreso, no veía antes otra posibilidad que la de seguir aquí con su majestad el Rey, pero ahora, debido a este accidente, creo que conseguiré quedarme libre esta próxima semana para volver a casa y verte. Entonces, los dos juntos, seguiremos pensando sobre estas cosas y sobre el mejor camino a tomar.
De todo corazón deseo que te vaya todo bien con los hijos, y que salgan las cosas como deseas.
Escrito en Woodstock, el tercer día de septiembre por la mano de tu marido, que tanto te quiere.
Tomás Moro.
(La correspondencia de Tomás Moro, análisis y comentario histórico crítico. Anna Sardaro. EUNSA, pp. 217 – 219)
Santo Tomás Moro nació en Londres en 1477. Recibió una excelente educación clásica, graduándose de la Universidad de Oxford en abogacía. Su carrera en leyes lo llevó al parlamento. En 1505 se casó con su querida Jane Colt con quien tuvo un hijo y tres hijas. Jane muere joven y Tomás contrae nuevamente nupcias con una viuda, Alice Middleton.
Hombre de gran sabiduría, reformador, amigo de varios obispos.
En 1516 escribió su famoso libro «Utopía». Atrajo la atención del rey Enrique VIII quién lo nombró a varios importantes puestos y finalmente «Lord Chancellor», canciller, en 1529. En el culmen de su carrera Tomás renunció, en 1532, cuando el rey Enrique persistía en repudiar a su esposa para casarse, para lo cual el rey se disponía a romper la unidad de la Iglesia y formar la iglesia anglicana bajo su autoridad.
Santo Tomás pasó el resto de su vida escribiendo sobre todo en defensa de la Iglesia. En 1534, con su buen amigo el obispo y santo Juan Fisher, rehusó rendir obediencia al rey como cabeza de la iglesia. Estaba dispuesto a obedecer al rey dentro de su campo de autoridad que es lo civil pero no aceptaba su usurpación de la autoridad sobre la Iglesia. Tomás y el obispo Fisher se ayudaron mutuamente a mantenerse fieles a Cristo en un momento en que la gran mayoría cedía ante la presión del rey por miedo a perder sus vidas. Ellos demostraron lo que es ser de verdad discípulos de Cristo y el significado de la verdadera amistad. Ambos pagaron el máximo precio ya que fueron encerrados en La Torre de Londres. Catorce meses mas tarde, nueve días después de la ejecución de San Juan Fisher, Sto. Tomás fue juzgado y condenado como traidor. El dijo a la corte que no podía ir en contra de su conciencia y decía a los jueces que «podamos después en el cielo felizmente todos reunirnos para la salvación eterna»
Ya en el andamio para la ejecución, Santo Tomás le dijo a la gente allí congregada que el moría como «El buen servidor del rey, pero primero Dios» («the King’s good servant-but God’s first»). Nos recuerda las palabras de Jesús: «Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.» Fue decapitado el 6 de julio de 1535. Su fiesta es el 22 de junio.