Universidades católicas, escuelas de humanidad
El encuentro de las culturas es una realidad fundamental en nuestra época y para el futuro de la humanidad y de la Iglesia. El hombre y la mujer no pueden alcanzar un nivel de vida verdadera y plenamente humano si no es a través de la cultura; y la Iglesia, está atenta a esta centralidad de la persona humana, ya sea como artífice de la actividad cultural, que como su último destinatario. Hoy más que nunca la recíproca apertura entre las culturas es terreno privilegiado para el diálogo entre cuantos están comprometidos en la búsqueda de un auténtico humanismo.
Por tanto, el encuentro entre las culturas en el campo universitario -ha subrayado el Pontífice-, debe ser sostenido y animado, teniendo como fundamento los principios humanos y cristianos, los valores universales, para que ayude a hacer crecer una nueva generación capaz de diálogo y discernimiento, comprometida en difundir el respeto y la colaboración para la paz y el desarrollo.
Es importante, ha dicho también el Papa, ofrecer a los estudiantes internacionales (una realidad en aumento dentro del fenómeno migratorio), una sana y equilibrada preparación intelectual, cultural y espiritual, para que no sean presa de la “fuga de cerebros”, sino que formen una categoría socialmente y culturalmente relevante como futuros responsables en sus propios países. Y por otra parte contribuyan a ser “puentes” culturales, sociales y espirituales con los países de acogida.
La universidad y las instituciones católicas de educación superior están llamadas a ser “laboratorios de humanidad”, ofreciendo programas y cursos que estimulen a los jóvenes estudiantes en la búsqueda no sólo de cualificación profesional, sino también de respuestas a la demanda de felicidad, de sentido de plenitud, que habita en el corazón del hombre.
Como ya subrayó en el Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado del próximo año, el Santo Padre ha vuelto a insistir hoy que “el mundo universitario constituye para la Iglesia un campo privilegiado para la evangelización”.
La difusión de ideologías “débiles” en los diversos campos de la sociedad solicita de los cristianos un nuevo impulso en el campo intelectual, con el fin de animar a las jóvenes generaciones en la búsqueda y en el descubrimiento de la verdad sobre el hombre y sobre Dios.
El Papa ha terminado su discurso recordando que “la pastoral universitaria se ofrece a los jóvenes como apoyo para que la comunión con Cristo les conduzca a percibir el misterio más profundo del hombre y de la historia.