Evangelio Diario y Meditación
El hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne.
+Santo Evangelio:
Evangelio según San Marcos 10,2-16.
Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?».
El les respondió: «¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?».
Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella».
Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
El les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio».
Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan,
porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
+Meditación:
Meditación del Papa Francisco
En la familia todo está entrelazado: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido a ser “una sola carne” y a formar una familia, piensa obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación, esta distorsión afecta profundamente el corazón y la vida de los hijos. Tantas veces los niños se esconden para llorar solos… Debemos entender bien esto. Marido y mujer son una sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos en la dureza con la que Jesús advierte a los adultos sobre no escandalizar a los pequeños podemos comprender mejor también su palabra sobre la grave responsabilidad de custodiar la unión conyugal que da inicio a la familia humana. Cuando el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos.
(Catequesis de S.S. Francisco, 24 de junio de 2015).
San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Homilia del 12 de Octubre de 1980
«Lo que Dios ha unido, el hombre no lo debe separar» Esta expresión «contiene la grandeza esencial del matrimonio y al mismo tiempo la intensidad moral de la familia» Nos deseamos hoy esa magnitud y esa dignidad para los todos los esposos del mundo; deseamos esa intensidad sacramental e integridad moral para todas las familias. ¡Y lo pedimos para el bien del hombre!. Por el bien de cada hombre. El hombre debería llegar a la vida sólo a través de la familia. Y la familia debe ubicarse en las bases mismas de todo esfuerzo a fin de que nuestro mundo humano sea para siempre mas humano. La persona no puede escapar a estas solicitudes: ninguna sociedad, ningun pueblo, ningun sistema; ni el Estado, ni la Iglesia, ni el mismo individuo.
El amor, que une a un hombre con una mujer como esposos, es al mismo tiempo don y mandato….el amor es don: «el amor procede de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios» (1Jn 4,7)Y al mismo tiempo el amor es un mandamiento, el mas grande amor…»Amarás» (Mt. 22,37-39). Obedecer al mandamiento del amor nos llevará a realizar todas las obligaciones de la familia cristiana. A fin de cuentas, todas se reducen a estas: la fidelidad y la honestidad conyugal, la paternidad responsable y la educación. La «pequeña iglesia»-la Iglesia doméstica-indica que la familia vive en el espíritu del mandamiento del amor: su verdad interior, su esfuerzo cotidiano, su belleza espiritual y su fuerza…Si Dios es el amor El es accesible. Si nosotros destruimos esta estructura inseparable, donde habla el mandamiento de Cristo, entonces el amor del hombre se separará de sus raíces más profundas, perderá sus raíces de plenitud y de verdad, que son esenciales. Imploramos en favor de todas las familias cristianas, de todas las familias del mundo, para que les sea concedido esta plenitud y verdad en el amor, esa que evoca el mandamiento de Cristo.
+Comunión Espiritual:
De santa Margarita Mª Alacoque
“Dios mío, te adoro oculto en esta sagrada Hostia. ¿Es posible que te hayas reducido a tan humilde morada, para venir a mí y permanecer corporalmente conmigo?
Los cielos son indignos para alojarte!, y ¿te contentas, para estar conmigo siempre, con estas pobres especies? ¡Bondad inconcebible!
¿Podría yo creer esta maravilla si Tú mismo no me la asegurases?
¡Oh Dios de la majestad, pero también Dios del amor!v¡Que no sea yo todo entendimiento para conocer esta misericordia, todo corazón para agradecerla, toda lengua para publicarla!
Tú, oh Dios de mi corazón, me has creado para ser objeto de tu amor infinito
¿cómo puedo no desear poseerte? Te abro mi corazón, te ofrezco mi pecho, mi boca y mi lengua para que vengas a mí. Ven, ven, divino Sol mío. Ven, Médico caritativo de mi alma. Ven, Jesús, el más fiel, el más tierno, el más dulce y más amable de todos los amigos, Ven a mi corazón.”