Todos los días son guerra
La guerra “no comenzó hace un año porque Gaza ha tenido ya muchas guerras, antes del fatídico 7 de octubre”, dice el Padre Gabriel.
En la parroquia hay un pequeño televisor satélite donde estos días siguen con atención las imágenes que llegan de la última hora del conflicto en Oriente Próximo. No les hizo falta conectarlo para ver el ataque del pasado martes. El 1 de octubre Irán lanzó unos 200 misiles balísticos contra Israel.
Poco más de 90 kilómetros separan la Franja de Gaza de Tel Aviv. Cada tarde, los niños y personas mayores salen a la calle a tomar el aire fresco porque «aquí todavía es verano y hace calor”, comenta el padre Gabriel Romanelli. Pero el martes “de pronto escucharon el sonido de los proyectiles” iraníes. “Se vieron y cayeron algunos misiles junto al territorio de Gaza”.
El Padre Romanelli subraya que la guerra “no comenzó hace un año porque Gaza ha tenido ya muchas guerras, antes del fatídico 7 de octubre”. “Todos los días hay nuevas muertes y nuevos heridos. Todos los días son guerra aquí”, reconoce. Un conflicto que no deja de recrudecerse en el que “han sido asesinadas casi 42.000 personas en la Franja (más de 11.000 niños), casi dos millones de personas desplazadas, 96.000 personas heridas y más de 10.000 desaparecidas”, como apunta Amnistía Internacional.
«Todos los días son guerra aquí»
Y en mitad de una guerra, que lo destruye todo, esta parroquia ha ‘resucitado’ de entre los escombros para convertirse en el hogar de medio millar de refugiados, un centro para personas con discapacidad o un dispensario médico para enfermos crónicos y heridos por los ataques.
se cumple el primer aniversario del ataque terrorista que Hamás cometió sobre Israel con más de un millar de asesinatos. El gobierno de Benjamín Netanyahu respondió de inmediato contra Gaza. Los bombardeos de represalia prácticamente no han parado en un año, desde aquel “fatídico 7 de octubre”. Así lo recuerda el padre Gabriel Romanelli, párroco de la única iglesia católica de Gaza y que mantiene abiertas sus puertas para dar cobijo a 500 refugiados.
Esta pequeña parroquia de la Sagrada Familia en el norte de la Franja se ha convertido en el único hogar para medio millar de personas que lo han perdido debido a los estragos de los bombardeos. “Las dos cosas que más nos angustian son el hecho de no saber hasta cuándo va a seguir esta guerra y qué va a pasar después con los millones de personas desplazadas”, explica el padre Gabriel en una entrevista para Servimedia.
El 7 de octubre de 2023, Hamás y otros grupos armados emprendieron un ataque contra comunidades del sur de Israel, lo que condujo a Netanyahu a declarar una situación de guerra en cuestión de horas. El conflicto deja un balance de más de 40.000 fallecidos y desencadenó el mayor número de desplazamientos internos desde que se dispone de datos.
El Informe Global sobre Desplazamiento Interno (GRID) 2024 señala que en Palestina, en el último trimestre de 2023, se produjeron 3,4 millones de desplazamientos internos. Sólo en la Franja de Gaza, millones de personas han abandonado su hogar. Sin embargo “la familia cristiana decidió quedarse en ‘lo de Jesús’, como ellos llaman a la parroquia porque tampoco tenían a donde ir”, cuenta Romanelli. En Gaza vivía una pequeña comunidad cristiana (1.017 personas), y a lo largo de ese año, asegura el sacerdote, “hemos perdido a 43 feligreses que han muerto por los bombardeos o falta de medicinas”.
Cerca de 60 personas con discapacidad
En la parroquia de la Sagrada Familia no solo se da cobijo. También se encargan del cuidado de 60 personas dependientes y con discapacidad gracias a la colaboración de la Diócesis y del gobierno israelí. “Tenemos 58 personas con discapacidad, todas de origen musulmán”. Se trata de personas mayores dependientes y niños con una discapacidad profunda que proceden de la Congregación de las Misioneras de la Caridad. Explica el padre Gabriel que les dan alimento y medicina, pero que “no disponen de electricidad”, lo que es de vital importancia puesto que algunas de ellas necesitan de un respirador. “Tenemos dos generadores que funcionan con baterías, pero son muy caras y resulta muy difícil conseguirlas”.
Unos padecen enfermedades crónicas para las que “no siempre se dispone de medicación”, otros se encuentran postrados en la cama. “En la parroquia tenemos dos jóvenes que se encuentran heridos en un bombardeo y “que deberían ser operados en un hospital, pero continúan aquí”, se lamenta el párroco. “Sobrevivimos como podemos, con alimentos no perecederos que las ONG y organizaciones como Cáritas nos proporcionan”, confiesa. Pero estos días están de enhorabuena. “Hace poco, por segunda vez en un año, hemos podido distribuir verduras y manzanas y con este cargamento hemos logrado ayudar a más de 3.100 familias del territorio de Gaza”.
Fuente: Servimedia