TEMPLO: LUGAR DE COMUNION VISIBLE DE DIOS Y EL SER HUMANO
(VIS).-Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, al Salmo 131, «Las promesas divinas al rey David». «El salmo -dijo el Papa- hace referencia al traslado del Arca de la Alianza, el signo más claro para Israel de su elección divina». «Nuestro himno -prosiguió- parece presuponer una dimensión litúrgica: probablemente se cantaba durante una procesión, con la presencia de sacerdotes y fieles e interpretado por un coro».
En el salmo, el rey David se compromete solemnemente a «no entrar en el palacio real de Jerusalén y a no descansar tranquilo hasta haber encontrado una morada al arca del Señor». De ahí, observó el Santo Padre, que «en el centro de la vida social deba haber una presencia que evoque el misterio de Dios trascendente. Dios y el ser humano caminan juntos en la historia y el templo tiene la misión de señalar de forma visible esta comunión». «El salmo concluye con una ceremonia festiva en la que participan, por una parte, el pueblo adorante, es decir la asamblea litúrgica y por otra, el Señor que vuelve a estar presente y a actuar en el signo del arca colocada en Sión.
El alma de la liturgia está en este encuentro entre sacerdotes y fieles por una parte y el Señor con su potencia por otra». El Papa se refirió al final a la súplica de ayuda para el soberano en las pruebas de la vida y en la que «es fácil intuir una dimensión mesiánica». «El término «consagrado» -explicó Benedicto XVI- es efectivamente una traducción de la palabra hebrea «Mesías»: la mirada del orante va más allá de las vicisitudes del reino de Judea y se proyecta hacia la gran espera del «Consagrado» perfecto, del Mesías».