Sumo y Eterno Sacerdote
La expresión “oración sacerdotal” de Jesús, con la que se sintetiza el texto de S. Juan de la despedida de Jesús después del Lavatorio de los pies, se acuña en el siglo XVI. El carácter sacerdotal de esta oración fue subrayada en los tiempo de los llamados Padres de la Iglesia, sobre todo por Cirilo de Alejandría. En esta oración se pone manifiesto cómo ha orado por nosotros el Sumo Sacerdote que era Jesucristo: El mismo ofrecía el sacrificio, era sacerdote y sacrificio, sacerdote y víctima. La oración de Jesús lo presenta como el sumo sacerdote del gran día de la Expiación. Cuatro grandes temas selecciona el Papa Benedicto XVI en la oración de Jesús:Esta es la vida eterna: la vida eterna que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Vida eterna significa la vida misma, la vida verdadera, que puede ser vivida también en este tiempo y que después ya no puede ser rebatida por la muerte física. Esto es lo que realmente nos interesa y nos implica en toda nuestra vida diaria: abrazar ya desde ahora la vida, la vida verdadera, que ya nada ni nadie puede destruir. Es el realmente “saber vivir”. La clave de esta vida no es un conocimiento cualquiera, sino el hecho de que conozcamos a Dios, único y verdadero, y a su enviado Jesucristo. La vida eterna es un acontecimiento relacional, es un encuentro con Jesucristo., y en ese encuentro estará enraizada nuestra vida. Hemos encontrado la vida cuando nos sustentamos en El, en la concreta y real persona de Jesús de Nazaret, que es la vida misma. Es lo que les aconteció desde el primer momento en el encuentro que con El tuvieron Juan y Andrés y que les cambió la vida, como ha sucedido y sigue sucediendo. Lo que da esa vida, que ninguna muerte puede quitar, es la relación con Dios en JesucristoSantifícalos en la verdad. Ha escogido el Papa el tema de la consagración y del consagrar, del santificar, que indica de la manera más clara y nítida la conexión con el acontecimiento de la reconciliación y con el sumo sacerdocio: santifícalos en la verdad…Y por ellos me consagro yo para que también se consagren ellos en verdad. Se trata de una triple consagración: Dios Padre ha consagrado al Hijo y lo ha enviado al mundo; el Hijo se consagra a si mismo y ruega que, por su consagración, los discípulos sean consagrados en la verdad. Así se expresa la liturgia de la Nueva Alianza en toda su grandeza y pureza. Jesús mismo es el sacerdote enviado al mundo por el Padre. El mismo es el sacrifico que se hace presente en la Eucaristía de todos los tiempos.Lo consagrado es elevado a una nueva esfera, no está ya a la simple disposición del hombre. Pero esta “segregación” incluye esencialmente una entrega para el mundo, para los demás. Segregación y misión forman una realidad completa. Consagración significa que Dios reivindica para sí al hombre en su totalidad, que sea “segregado” para El y que comporta al mismo tiempo la entrega total, una misión para todos los pueblos.