Sobre material pornográfico en Internet

10 de noviembre de 2011 Desactivado Por Regnumdei
Benedicto XVI ha reiterado que «una sociedad es verdaderamente humana sólo cuando respeta la dignidad de cada persona, desde la concepción hasta la muerte natural», en su mensaje al nuevo embajador de Alemania, que le ha presentado sus Cartas credenciales. Acto solemne en el que se ha evocado el reciente viaje del Pontífice a su tierra natal y las intensas y numerosas manifestaciones de cordialidad y cariño que recibió.
Los cristianos están llamados a testimoniar la verdad en su vida personal, familiar y comunitaria, ha señalado una vez más el Papa, elogiando que la constitución alemana de 1949, acogiera los valores innegociables sobre la dignidad humana, después de los horrores de la dictadura nazi. Y tras recordar la constante solicitud de la Iglesia por el ser humano sin distinción alguna, en cada etapa de su existencia – también la prenatal – que debe ser amparada por la legislación, el Santo Padre ha señalado asimismo algunas tendencias materialistas y hedonistas, en particular, en países del llamado mundo occidental.
Como la discriminación sexual de las mujeres, ha destacado Benedicto XVI, advirtiendo que una relación que pasa por alto que los hombres y las mujeres tienen igual dignidad supone un delito grave contra la humanidad. En este contexto, el Papa ha exhortado a que se impulsen las medidas necesarias contra la explotación, la prostitución y la difusión de material erótico y pornográfico, sobre todo por Internet.
Confirmado las buenas relaciones entre la República Federal de Alemania y la Santa Sede, el Papa ha asegurado una vez más la plena disposición de la Iglesia católica en este país, en el desarrollo de su misión evangelizadora, al servicio del bien de toda la sociedad, con especial atención a los más necesitados.

«Muchos contemporáneos leen la influencia del cristianismo, y  también de otras religiones, en la aportación a la sociedad de una determinada cultura y de una forma de vida», observó el Papa. «Esta concepción no es errada pero no ofrece una comprensión total de lo que es la  Iglesia Católica (…) que tiene la certeza de haber formado no solamente comunidades culturales, de diversas formas y en diversos países, sino de haber sido formada, a su vez, también por las tradiciones de cada una de esas naciones».
La Iglesia «es consciente de conocer, a través de su fe, la verdad sobre el ser humano y de estar, en consecuencia, obligada a comprometerse en la defensa de los valores que son universalmente válidos, independientemente de las culturas», prosiguió el Santo Padre reconociendo que «afortunadamente una parte fundamental de esos valores humanos generales han pasado a ser derecho positivo en la Constitución alemana de 1949 y en la Declaración de los Derechos Humanos después de la Segunda Guerra Mundial (…) Hoy, sin embargo, algunos valores fundamentales de la existencia se vuelven a poner en discusión y son valores que defienden la dignidad del ser humano como tal. Es aquí donde la Iglesia reconoce el deber, más allá del ámbito de la fe, de defender en nuestra sociedad, la verdad y los valores que corren peligro».
«En este sentido, no somos nosotros los que podemos juzgar, por hablar de un argumento importante, si un individuo es ya persona o si es todavía persona y aún menos nos compete el derecho de manipular al ser humano o, por  decirlo así, de «hacer al ser humano». Solo una sociedad que respete y defienda incondicionalmente la dignidad de cada persona, desde su concepción hasta la muerte natural puede llamarse humana (…) Si la Santa Sede opina sobre la legislación de cuestiones fundamentales relativas a la dignidad de la persona -como sucede hoy  en muchos ámbitos de la existencia prenatal del ser humano-  no lo hace para imponer indirectamente su fe a los demás, sino para defender valores que son evidentes para todos, en cuanto atañen al ser persona».
Seguidamente, Benedicto XVI se refirió a la discriminación de las mujeres a causa de su género, «un aspecto crítico que, a través de las tendencias materialistas y hedonistas parece extenderse sobre todo en los países del mundo occidental». El Pontífice subrayó que «una relación que no tenga en cuenta que el hombre y la mujer tienen la misma dignidad representa una grave falta contra la humanidad. Ha llegado el momento de detener enérgicamente la prostitución, así como la vasta difusión de material de contenido erótico y pornográfico, también a través de Internet. La Santa Sede se comprometerá para que la necesaria intervención por parte de la Iglesia Católica en Alemania contra este tipo de abusos se realice de manera más clara y precisa».
Para terminar, el Papa agradeció al gobierno federal alemán y a los gobiernos de los Länder el apoyo que prestan a la labor de la Iglesia, «que tiene en Alemania óptimas posibilidades de acción», tanto para anunciar el Evangelio como para ayudar a las personas en dificultad a través de las instituciones sociales y caritativas «cuyo trabajo, en definitiva, beneficia a todos los ciudadanos».