«Si quieres rezar mejor, reza más»
«El mundo puede privarme de todo, pero me quedará siempre un escondite inaccesible para él: la oración». Padres: enseñad a vuestros hijos a hacer oración mental: ahí radica su salvación… y más en este tiempo de la Gran Tribulación.
Eulogio López
El titular es demasiado bueno para ser mío, es de Santa Teresa de Calcuta, que algo sabía de rezar: «Si quieres orar mejor, debes orar más. Dios acepta el fracaso, pero no quiere el desánimo. Quiere que tengamos presente que todos pertenecemos al cuerpo místico de Cristo, en el que la oración es perpetua». Vamos que, contra toda apariencia, en la oración importa más la cantidad que la calidad, algo sólo aceptable cuando caemos en la cuenta de que todo lo pone Él y de que, en el mejor de los casos, «siervos inútiles somos, lo que teníamos que hacer, eso hicimos».
El subtítulo no es de Teresa de Calcuta sino de un personaje curioso: Kalinowski, militar ruso, patriota polaco, y reformador del Carmelo que, al parecer, es una orden en constante transformación, canonizado por Juan Pablo II.
Aunque su nombre civil era Josep, nuestro amigo es conocido por su nombre religioso, como Rafael Kalinowski (1835-1907), ese polaco nacido en lo que hoy son tierras rusas (rusas no, raras) y en el momento de su nacimiento también, que fue oficial del ejército ruso y al que se le considera el reformador del Carmelo polaco.
Curioso comprobar cómo se comportaban los rusos zaristas, que eran un poco mejores que el comunismo de Lenin y Stalin pero tampoco eran buenos: el oficial del ejército ruso se pasa al bando polaco-lituano, y se convierte en un insurgente, decisión que paga con años de cárcel en Siberia (sí, Siberia ya existía como cárcel, antes de la revolución comunista de 1917).
Pues bien, vamos con lo que podríamos llamar ‘Las curiosidades del padre Kalinowski’. Yo, al menos, encuentro dos.
- Es su madrastra, tercera esposa de su padre, quien le enseña a hacer oración. Yo pensaba que las madrastras siempre eran las malas, malísimas, pero al parecer no.
2.Esa formación infanto-juvenil permanece latente durante su juventud y primera vida adulta. Cuando se convence de que los rusos están masacrando a católicos, polacos y lituanos, se apunta a la insurgencia católica y acaba en Siberia. Allí escribe estas palabras: «El mundo puede privarme de todo, pero me quedará siempre un escondite inaccesible para Él: la oración. En ella se puede recoger el pasado y el presente incluso el futuro, bajo la forma de la esperanza… Fuera de la oración, no tengo nada que ofrecerle a Dios, puedo considerarla como el único don. No puedo ayunar y casi no puedo hacer limosna, no tengo fuerzas para trabajar, solo me queda sufrir y rezar».
Escondite inaccesible, en verdad. No me gusta la distinción tradicional entre oración mental y oración vocal, porque la oración vocal también es mental pero ahora hablamos del diálogo no codificado con Cristo, de la oración mental y de que fuera de ella, me temo, no hay salvación, sobre todo en los tiempos de la Gran Tribulación, en la que no vamos a entrar: llevamos en ella varios años.
