Se impone por ley la mentira de que es un matrimonio
“Hacer una ley que constituye en matrimonio a un pacto de esa naturaleza es un hecho público, que afecta al bien común”
Los obispos uruguayos enviaron mensajes a los fieles acerca del debate que se sucede en el vecino país en torno a la legalización de las uniones de parejas homosexuales bajo la falsa figura del matrimonio, que finalmente la Cámara de Diputados aprobó durante la madrugada de ayer, miércoles 12 de diciembre.
Anticipándose a la votación en la Cámara Baja, monseñor Alberto Sanguinetti, obispo de Canelones, y monseñor Jaime Fuentes, obispo de Minas, enviaron distintas misivas a la sociedad para reflexionar acerca del proyecto de ley que permitiría la legalización de las uniones entre parejas homosexuales bajo la figura del matrimonio civil e instaron a trabajar activamente al respecto y ayudar a la comprensión de los afectos, de la capacidad de amor sexuado y del valor de la libertad para las nuevas generaciones.
Luego de sostener que hablar de matrimonio igualitario es una mentira y una imposibilidad real”, ya que el término no da cuenta de las uniones de personas del mismo sexo, monseñor Sanguinetti criticó a los políticos que se escudan en los derechos humanos para legislar un situación privada cuando “una ley no es una realidad privada, sino pública”.
El prelado sostuvo que “hacer una ley que constituye en matrimonio a un pacto de esa naturaleza es un hecho público, que afecta al bien común”, y recordó que las leyes “tienen efectos culturales y formativos en una sociedad”.
“Que se imponga por ley la mentira de que sea un matrimonio un pacto de dos varones o dos mujeres es una grave injusticia con los jóvenes y las nuevas generaciones, que tienen el derecho a que la sociedad los eduque en la verdad de las conductas sexuales y familiares”.
“Busquemos mejorar la familia basada en el matrimonio y queramos ayudar a las generaciones futuras a una comprensión de sus afectos, de la capacidad de amor sexuado, del valor de la libertad que se entrega”, concluyó monseñor Sanguinetti.
Monseñor Fuentes, por su parte, estimó que “Los temas serios requieren estudio, pensamiento sereno y equilibrio”, y observó que en el tratamiento de asuntos que pueden afectar a la sociedad actual y a la del futuro “no caben ni declaraciones subjetivas, ni planteos ideológicos, ni ventajas políticas”.
“En cambio, sí cabe, mirando el bien común, estudiar cuál será la verdad de la cuestión; si lo que se pretende será bueno o malo para la sociedad y prever las consecuencias de la decisión que se tome”, analizó el prelado.
Ambos prelados, al final de sus mensajes, invitaron a los ciudadanos interesados en conocer más en detalle la postura de la Iglesia a leer las “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El proyecto
La Cámara de Diputados del Uruguay aprobó por amplia mayoría (81 votos sobre 87 posibles), y luego de más de 8 horas de debate, un proyecto de ley que habilita a que dos personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio.
El proyecto establece que las parejas homosexuales, compuestas por hombres, puedan adoptar niños. En el caso de que la homosexualidad se dé entre mujeres, habilita a utilizar técnicas de fertilización in vitro para concebir a la criatura.
La iniciativa fue impulsada por el legislador Sebastián Sabini, del Frente Amplio (partido gobernante), quien además de su bloque, recibió el apoyo de legisladores colorados e Independientes y algunos parlamentarios nacionalistas, que expresaron sus matices con el documento que debe pasar al Senado.
Alrededor de la medianoche, una diferencia entre las partes que apoyaban la votación terminó resuelta con una nueva redacción polémica: el artículo 14 de la nueva ley permitirá que una mujer embarazada por reproducción asistida, en el marco de una pareja homosexual casada, pueda ocultar al niño la identidad de su padre biológico.
Además de ello, si decide tener un hijo por vías naturales, fuera de su matrimonio homosexual, el varón no podrá invocar ningún contrato, de modo que el niño tropezará con el mismo inconveniente de saber quién es su padre biológico.