Santa Esclavitud de amor a María. Anotaciones Semana 1

Santa Esclavitud de amor a María. Anotaciones Semana 1

3 de mayo de 2010 Desactivado Por Regnumdei

El conocimiento de uno mismo es fundamental en la relación de hijo y Dios Padre, en el reconocer todas las cosas que El nos ha donado

Primera Semana

Adquirir el conocimiento de uno mismo

 

ORACIONES PREPARATORIAS               

Letanías al Espíritu Santo

 

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo Redentor del mundo, …

Dios, Espíritu Santo, … 

Trinidad Santa, un solo Dios, …

Espíritu, que procedes del Padre y del Hijo, …

Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación incubando las aguas las

   fecundaste, …

Espíritu por cuya inspiración hablaron los santos hombres de Dios, …

Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, …

Espíritu que das testimonio de Cristo, …

Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, …

Espíritu que fecundas a María, …

Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, …

Espíritu de Dios que habitas en nosotros, …

Espíritu de sabiduría y entendimiento, …

Espíritu de consejo y fortaleza, …

Espíritu de ciencia y piedad, …

Espíritu de temor del Señor, …

Espíritu de gracia y misericordia, …

Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, …

Espíritu de fe, esperanza, amor y paz, …

Espíritu de humildad y castidad, …

Espíritu de benignidad y mansedumbre, …

Espíritu de gracia multiforme, …

Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, …

Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, …

Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, …

Espíritu en el cual
renacemos, …

Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones, …

Espíritu de adopción de los hijos de Dios, …

Espíritu que apareciste sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego,…

Espíritu del que los apóstoles quedaron henchidos, …

Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, …

 

Senos propicio, perdónanos, Señor.

Senos propicio, escúchanos, Señor.

 

De todo mal, líbranos, Señor.

De todo pecado, …

De las tentaciones e insidias del diablo, …

De toda presunción y desesperación, …

De la resistencia a la verdad conocida, …

De la obstinación y de la impenitencia, …

De la impureza de la mente y del cuerpo, …

Del espíritu de fornicación, …

De todo espíritu malo, …

Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, …

Por la concepción de Jesús, hecha por tu operación, …

Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, …

Por tu advenimiento sobre los discípulos, …

En el día del juicio, …

Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.

Para que, así como vivimos por el Espíritu obremos también por el 

    Espíritu, …

Para que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo 

    profanemos, …

Para que, viviendo según el espíritu, no accedamos a los deseos de la

    carne, …

Para que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne, …

Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios, …

Para que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo de

    la paz, …

Para que no creamos a todo espíritu, …

Para que sepamos discernir los espíritus, si son o no de Dios, …

Para que renueves en nosotros el espíritu de rectitud, …

Para que nos confirmes por tu espíritu soberano, …

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nos.


Ave Maris Stella 


Salve, Estrella del mar,
Madre, que diste a luz a Dios, quedando perpetuamente  
Virgen, feliz puerta del cielo. 

Pues recibiste aquel Ave De labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva. 

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes. 

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo. 

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, seamos suaves y castos. 

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos. 

Gloria sea a Dios Padre, loor a Cristo altísimo
y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén

LETANÍAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial, 

ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo, Redentor del mundo, 

Dios, Espíritu Santo, 

Santísima Trinidad, un solo Dios,

Santa María, 

ruega por nosotros.

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre de Cristo, 

Madre de la Iglesia, 

Madre de la divina gracia, 

Madre purísima, 

Madre castísima, 

Madre siempre virgen,

Madre inmaculada, 

Madre amable, 

Madre admirable, 

Madre del buen consejo, 

Madre del Creador, 

Madre del Salvador, 

Madre de misericordia, 

Virgen prudentísima, 

Virgen digna de veneración, 

Virgen digna de alabanza, 

Virgen poderosa, 

Virgen clemente, 

Virgen fiel, 

Espejo de justicia, 

Trono de la sabiduría, 

Causa de nuestra alegría, 

Vaso espiritual, 

Vaso digno de honor, 

Vaso de insigne devoción, 

Rosa mística, 

Torre de David, 

Torre de marfil, 

Casa de oro, 

Arca de la Alianza, 

Puerta del cielo, 

Estrella de la mañana, 

Salud de los enfermos, 

Refugio de los pecadores, 

Consoladora de los afligidos, 

Auxilio de los cristianos, 

Reina de los Ángeles, 

Reina de los Patriarcas, 

Reina de los Profetas, 

Reina de los Apóstoles, 

Reina de los Mártires, 

Reina de los Confesores, 

Reina de las Vírgenes, 

Reina de todos los Santos, 

Reina concebida sin pecado original, 

Reina asunta a los Cielos, 

Reina del Santísimo Rosario, 

Reina de la familia, 

Reina de la paz.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 

perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 

escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 

ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 

Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN. 

Te rogamos nos concedas, 

Señor Dios nuestro, 

gozar de continua salud de alma y cuerpo, 

y por la gloriosa intercesión 

de la bienaventurada siempre Virgen María, 

vernos libres de las tristezas de la vida presente 

y disfrutar de las alegrías eternas. 

Por Cristo nuestro Señor. 

Amén.

 

Ahora regresa a las Meditaciones breve o extendida…

Anotaciones Primera Semana:

Razones de volver al mismo tema: el conocimiento de “uno mismo”.

 

Hay tantas cosas admirables en el mundo que nos rodea,   ya  se trate del firmamento, las tierras o las aguas colosales del océano, que uno podría pasar la vida entera en actitud de explorador, sin cansarse de encontrar muchas y muy variadas maravillas.

O podría uno emplear todos sus días en la reflexión profunda de aquellos interrogantes que solemos incluir bajo el título de «filosofía,» discurriendo sobre el sentido de la vida, las propiedades universales del ser, la estructura última del lenguaje humano o la raíz de todos los valores.

 

En fin, si vamos a las artes, los números, la literatura o el Derecho, lo único que encontramos son avenidas y más avenidas inmensas que conducen
a nuevos caminos y sendas en los que todo está por conocer. Para una mente abierta, este descubrimiento produce vértigo: la vida es breve; toda vida humana es breve, aunque sea sólo por comparación ante los abismos insondables de lo que se podría llegar a aprender.

 

Y sin embargo, hay otra clase de aprendizaje que muy raramente se enseña en las facultades universitarias o los bancos de la escuela. Algo que parece que sólo la vida misma pudiera darnos, y que solemos llamar «experiencia» o «sabiduría.»

 

La respuesta es: el conocimiento de sí mismo. Sin este conocimiento no logramos comprender el contexto vital que hace nacer eso que llamamos «experiencia,» que a su vez es como un requisito para la «sabiduría.» La experiencia es un saber que requiere de contexto, y el contexto que nos lleva a ese saber es conocernos a nosotros mismos.

 

Se puede decir que hay muchos conocimientos exteriores pero que este otro es un conocimiento interior porque no se vuelca sobre las cosas ni sobre las vidas de otros ni tampoco sobre el perjuicio o beneficio inmediato de las acciones propias o ajenas.

 

Pero tampoco es un simple mirar hacia adentro, como si uno tomara una cámara de video y en lugar de enfocarla hacia la calle la enfocara hacia la sala de la casa en que se encuentra. Es algo más profundo que iremos descubriendo poco a poco. Por ahora digamos que es más el acto de mirar cómo uno mira o de valorar cómo uno valora.

 

Esta clase de conocimiento puede parecer abstracto, difícil, borroso o inútil. Mi impresión es que efectivamente tiene un poco de estas cuatro cosas y que aún hay muchas otras críticas que se le pueden hacer. Y sin embargo, atañe a cosas muy concretas, ayuda a simplificar el corazón, trae una gran claridad y colma de sentido la vida.

 

Muchos santos han hablado de este conocimiento y creo que prácticamente todos lo han practicado, de distintos modos. La razón podría estar en aquello que dijo Santa Teresa de Jesús, «la humildad es la verdad.» Sin el conocimiento de sí mismo, el cristiano está condenado a equivocarse en la valoración de sí mismo y de sus actos. A veces considerará sus cualidades como insuperables y peca por soberbia; otras veces estima que sus errores son del todo irreparables y se hunde e
n la desesperación. Sin un conocimiento de su propio ser rebota cruelmente entre estos extremos y se equivoca una y otra vez en la causa de sus males. A menudo culpa a otros de lo que es su propia responsabilidad, aunque tampoco es extraño que se sobrecargue de acusaciones y se inunde de amargura. Es apenas lógico reconocer que un corazón sometido a este cruel tratamiento de ignorancia estará demasiado miope para la obra de la gracia.

 

Así entendemos que el conocimiento de sí mismo está ligado a la fe, la religión y la espiritualidad. No es su único vinculo importante. A lo largo de nuestras reflexiones y sugerencias nos encontraremos a menudo visitando tierras de la psicología, la filosofía, la historia y la literatura, entre otras disciplinas. Nuestro enfoque, sin embargo, tiene como línea,  verte crecer en Jesucristo y en su gracia!

Aprender a conocerse es una tarea de la que nadie debe excluirse bajo riesgo de hacerse mucho daño y de causar también mucho daño a otros. Un político que no sepa de su propia responsabilidad; un sacerdote que ignore la dignidad de su vocación; un hijo que desconozca qué es el milagro de la vida; un filósofo que no se pregunte por qué escogió su primera pregunta; una esposa que no sepa por qué quería sentirse acompañada… ¿de verdad cabría esperar mucho de personas así?

Cuanto más pronto los jóvenes se conozcan a sí mismos, más pronto también sabrán de los defectos de su carácter y más pronto buscarán remedios que podrán hacerles mucho bien. A la vez, temprano en su carrera sabrán cuáles son sus fortalezas y así perderán menos tiempo en divagaciones inútiles, aunque reconociendo siempre que de todo recorrido puede aprenderse mucho.

 

La persona que se conoce es infinitamente menos violenta que la que no se conoce. La violencia es ignorancia fermentada. Por eso en las discusiones alza más la voz el que menos seguro se siente: suple con gritos lo que le falta en convicción de las propias razones.

 

La persona que se conoce tiende a ser mas misericordiosa. Ha visto sus propios errores y le queda más fácil entender que otros yerren. Ha visto que el mal tiene mil disfraces y que es fácil equivocarse; por eso simpatiza con la frase compasiva de Cristo en la Cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34).

La persona que se conoce sufre menos de miedo y por eso también es mucho más libre. El miedo multiplica su fuerza con la ignorancia. Vencida la ignorancia, cae también el bastión primero del miedo.

La persona que se conoce no vive al azar de las circunstancias, al vaivén de las modas o en la incertidumbre de un destino predicho e incógnito a la vez.

 

Sí: las personas unidas en matrimonio, tienen cada una el derecho y el deber de conocerse a sí mismas. ¿De dónde vienen, no digo yo los problemas, sino la incapacidad para resolverlos, si no es de esa tendencia humana a ver la astilla en el ojo ajeno y no la viga en el propio (Mateo 7,3-4)? Dígase otro tanto de quienes comparten su vida de otras maneras, por ejemplo, los religiosos. Si cada cual no lucha por conocerse, usará sus recursos para imponer las propias ideas o estilos pero no sabrá a quién sirve en últimas todo eso, y es posible que esté sirviendo a los ídolos de la soberbia, la envidia, la división o el egoísmo.

 

A poco que reflexionemos, pues, encontramos que una vida adulta y llena de sentido, una vida en paz consigo misma y capaz de generar paz en su entorno, es siempre la vida de alguien que ha llegado a conocerse bien a sí mismo.

 

Como llegar a un conocimiento propio desde el camino de Dios

 

 

El examen de conciencia tradicional es muy beneficioso, ya que nos permite ver directamente las faltas que hemos cometido. Estas faltas una vez escritas en un papel y confesadas, nos permitirán acercarnos más a Dios, llegar como el hijo pródigo hasta el Padre Misericordioso. Recibir el perdón que nos dará la tan ansiada paz en el corazón.

 

Sin embargo en el camino de la Consagración es necesario enfocar un examen de conciencia diferente, que se hace luego del examen de conciencia tradicional. Este es muy importante en cuanto a reconocer todo lo que hemos recibido de Dios y como lo retribuimos en nuestra vida diaria.

 

El conocimiento de uno mismo es fundamental en la relación de hijo y Dios Padre, en el reconocer todas las cosas que El nos ha donado en nuestra vida, nuestras virtudes, talentos y capacidades.

 

Una vez que hemos podido valorar todo lo que hemos recibido de Dios, el paso que sigue es contemplar como hemos retribuido en actos de amor y desamor a este Dios que tanto nos ama. Ver si hemos sido capaces de explotar nuestras capacidades y conocimientos en beneficio de nuestros seres queridos y nuestros hermanos.

 

Cuando completemos con la ayuda del espíritu santo el conocimiento sobre nosotros mismos, y la obra de Dios en nosotros, estaremos en condiciones de continuar en el camino de la entrega de nuestras vidas al Inmaculado Corazón de María.

 

Sabremos que vamos a entregar en esta consagración. Las cosas buenas y las malas. Pues nadie es enteramente bueno o malo. En esta entrega pediremos a María Santísima que nos ayude a modificar nuestros grandes o pequeños pecados, y a perseverar e intensificar nuestras buenas acciones, virtudes y talentos.

 

Así seremos sinceros con nosotros mismos y con Dios. Y la Consagración será plena y conciente, con amor, gratitud y confianza plena en la Divina  Misericordia.