Santa Esclavitud de amor a María 9

Santa Esclavitud de amor a María 9

3 de mayo de 2010 Desactivado Por Regnumdei

Humillemos, pues, nuestras almas bajo la mano de Dios en toda tribulación y tentación, porque Él salvará y engrandecerá a los humildes de espíritu

ORACIONES 

Veni, Creator Spiritus 

Ven, Espíritu Creador,
visita las mentes de tus siervos, llena de la gracia de lo alto los pechos que Tú creaste. 

Tú, que eres llamado Paráclito, don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, amor,
y unción espiritual. 

Tú septiforme en el don,
dedo de la paterna diestra,
Tú, auténtica promesa del Padre,
que enriqueces las lenguas con palabras. 

Enciende lumbre en los sentidos, infunde amor en los corazones, corroborando con vigor constante la fragilidad de nuestro cuerpo. 

Rechaza más y más lejos al enemigo, concede prontamente la paz,
yendo así Tú delante como guía, evitemos todo mal. 

Haz que por ti conozcamos al Padre y conozcamos también al Hijo
y por ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. 

A Dios Padre sea la gloria
y al Hijo, que entre los muertos resucitó, y al Paráclito
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ave Maris Stella 

Salve, Estrella del mar,
Madre, que diste a luz a Dios, quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo. 

Pues recibiste aquel Ave De labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva. 

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes. 

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo. 

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, seamos suaves y castos. 

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos. 

Gloria sea a Dios Padre, loor a Cristo altísimo
y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén

Magnificat 

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava. 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí y su nombre es santo. 

Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación sobre los que le temen. 

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. 

Acogió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia -como la había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia para siempre. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Meditación breve:

KEMPIS: El fuego prueba al hierro, y la tentación al hombre justo. Muchas veces no sabemos lo que podemos; mas la tentación descubre lo que somos. Debemos, pues, velar principalmente al venir la tentación; porque entonces más fácilmente es vencido el enemigo cuando no le dejamos pasar de la puerta del alma, y se le resiste al umbral luego que toca. Atajar al principio el mal procura: Si llega a echar raíz, tarde se cura. Porque primeramente se ofrece al ánima sólo el pensamiento sencillo; después, la importuna imaginación; luego, la delectación y el torpe movimiento, y el consentimiento. Y así entra poco a poco el maligno enemigo, y se apodera de todo por no resistirle al principio. Y cuanto más tiempo fuere uno perezoso en resistir, tanto se hace cada día más flaco, y el enemigo contra él más fuerte. Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, y otros, al fin. Pero otros son molestados casi por toda su vida. Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y el juicio de la divina Providencia, que mide el estado y los méritos de los hombres, y todo lo tiene ordenado para la salvación de sus escogidos. Por eso no debemos desconfiar cuando somos tentados, sino antes rogar a Dios con mayor fervor que sea servido de ayudarnos en toda tribulación; el cual, sin duda, según el dicho de San Pablo, nos dará el auxilio junto con la tentación, para que la podamos resistir. Humillemos, pues, nuestras almas bajo la mano de Dios en toda tribulación y tentación, porque Él salvará y engrandecerá a los humildes de espíritu. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto uno ha aprovechado y en ellas consiste el mayor merecimiento y se conoce mejor la virtud. (Imitación de Cristo, libro I, cap. 13) 

PREGUNTATE: 

. A)  ¿APROVECHAS TUS TENTACIONES PARA CONOCERTE, PARA SABER CUALES SON
TUS PUNTOS FLACOS Y ASI REFORMARTE PARA SEGUIR MEJOR AL SEÑOR?

. B)  PROPONTE APUNTAR EN TU LIBRETA ESPIRITUAL ESOS PUNTOS Y ASI IR SABIENDO CUAL ES TU PASION DOMINANTE PARA, TENIENDOLA MUY EN
CUENTA, IRTE VENCIENDO AL LUCHAR A DIARIO CONTRA ELLA.

Meditación extendida:

El Purgatorio

Composición de lugar. Una inmensa caverna llena de llamas, las almas como en cuerpos de fuego; la Virgen Nuestra Señora, dándoles la mano para salir.

Petición. Temor de la Justicia Divina, que nos despoje de los resabios del espíritu del mundo, para entregarnos del todo a la Santísima Virgen.

Punto I. Acerca del purgatorio, la fe sólo nos dice que existe este lugar de expiación para las almas que han muerto en gracia, sin satisfacer toda la pena debida a sus pecados y que estas almas pueden ser aliviadas de sus penas por los sufragios de los fieles y sobre todo por el aceptable sacrificio del Altar. Los teólogos dicen también que en este lugar hay fuego, aunque es lo más probable que no todas las almas pasan por él; y convienen a lo menos en que hay penas en el purgatorio más terribles que todas las de este mundo. Varios Santos Padres aseguran que son mayores estas penas que todos los tormentos de los mártires juntos; y muchos teólogos, y tan autorizados como Santo Tomás y Escoto, llegan a decir que la más pequeña pena del purgatorio es mayor que todas las del mundo. Y aunque esto último no sea más que probable, ¿no es locura exponerse a la probabilidad de pasar por tales penas por faltas que tan fácilmente pudiéramos evitar? ¿Cometeríamos esas faltillas si fuera probable que por ellas nos hubiera de salir un cáncer u otra dolorosa enfermedad?

Cuánto durarán estas penas no lo sabemos; muchas revelaciones particulares (tan bien comprobadas algunas que no parece se puede acerca de ellas dudar) inducen a creer que por leves faltas se padece largo purgatorio.

Y dado que no pasemos por la pena de fuego, harto terrible es la de daño, aunque ahora no acertemos a entenderla. Santa Teresa, que había padecido tantas enfermedades, decía que todas ellas no eran comparables con la pena, que sentía aun en este mundo, por la ausencia de Dios. Pues, ¿qué será la que allá sientan aquellas almas, cuando, alejadas ya de todo cuanto en la vida podía distraerlas, concentran en Dios todos sus anhelos; con ese ímpetu terrible que tiene la voluntad humana cuando se lanza en alas de la pasión; con esa fuerza que tantas veces la arrastra en este mundo a la desesperación y al suicidio?

¡Ay, cuánto hemos de llorar la pereza que ahora sentimos en romper las cadenas, o las redecillas, con que el mundo nos ata las alas del alma para que no volemos a ese sumo y único bien! ¡Oh Señora queridísima, r
ompednos esas cadenas!

P. II. La Santa Esclavitud alivia sobremanera las llamas del purgatorio. Primero alivia las penas de nuestros prójimos, porque al poner nosotros en manos de la Santísima Virgen nuestros tesoros espirituales Ella los distribuye entre aquellas almas, tal vez ligadas a nosotros por sagrados vínculos. Después aliviará también nuestras penas porque no podrá menos de pagarnos bien Nuestra Señora la generosidad con que nos hemos despojado de todas nuestras satisfacciones para enriquecerla a Ella.

Por otra parte, esta perfecta consagración a Jesús por María nos obliga a vivir con más cautela, como quien vive en presencia de nuestra Señora, nos estimula a hacer mejor nuestras obras, como quien las hace por Ella, nos libra de multitud de faltas, de las que tal vez no hacíamos antes caso; y así por varios modos se disminuye la leña, la paja y el heno de que se ceban aquellas llamas purificadoras.

Preparemos, pues, ahora nuestras almas a una consagración verdadera y completa, purificándolas de todas sus manchas para que sean templo de María Inmaculada; y si esto hacemos, poco encontrará que purificar en ellas la Divina Justicia con el fuego del purgatorio.

Y “tú, inmaculadísima morada de la luz, arroja pronto las tinieblas de mi alma”. (San José Himnógrafo.)