Santa Esclavitud de amor a María 5

Santa Esclavitud de amor a María 5

3 de mayo de 2010 Desactivado Por Regnumdei

Antes del juicio me habrá ella misma presentado al supremo Juez, haciendo constar que soy todo suyo

Día 5

ORACIONES 

Veni, Creator Spiritus 

Ven, Espíritu Creador,
visita las mentes de tus siervos, llena de la gracia de lo alto los pechos que Tú creaste. 

Tú, que eres llamado Paráclito, don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, amor,
y unción espiritual. 

Tú septiforme en el don,
dedo de la paterna diestra,
Tú, auténtica promesa del Padre,
que enriqueces las lenguas con palabras. 

Enciende lumbre en los sentidos, infunde amor en los corazones, corroborando con vigor constante la fragilidad de nuestro cuerpo. 

Rechaza más y más lejos al enemigo, concede prontamente la paz,
yendo así Tú delante como guía, evitemos todo mal. 

Haz que por ti conozcamos al Padre y conozcamos también al Hijo
y por ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. 

A Dios Padre sea la gloria
y al Hijo, que entre los muertos resucitó, y al Paráclito
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ave Maris Stella 

Salve, Estrella del mar,
Madre, qu
e diste a luz a Dios, quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo. 

Pues recibiste aquel Ave De labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva. 

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes. 

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo. 

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, seamos suaves y castos. 

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos. 

Gloria sea a Dios Padre, loor a Cristo altísimo
y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén

Magnificat 

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava. 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí y su nombre es santo. 

Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación sobre los que le temen. 

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. 

Acogió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia -como la había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia para siempre. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

Meditación breve:< /span>

KEMPIS: Por lo cual, si yo supiese bien desechar toda consolación humana, ya sea por alcanzar devoción o por la necesidad que tengo de buscarte, porque no hay hombre que me consuele, entonces con razón, podría yo esperar en tu gracia, y alegrarme con el don de la nueva consolación. Gracias sean dadas a Ti, de quien viene todo, siempre que me sucede algún bien. Porque delante de Ti yo soy vanidad y nada, hombre mudable y flaco. ¿De dónde, pues, me puedo gloriar, o por qué deseo ser estimado? ¿Por ventura de la nada? Esto es vanísimo. Verdaderamente, la gloria frívola es una verdadera peste y grandísima vanidad; porque nos aparta de la verdadera gloria y nos despoja de la gracia celestial. Porque contentándose un hombre a sí mismo, te descontenta a Ti; cuando desea las alabanzas humanas, es privado de las virtudes verdaderas. La verdadera gloria y alegría santa consiste en gloriarse en Ti y no en sí; gozarse en tu nombre, y no en su propia virtud, ni deleitarse en criatura alguna, sino por Ti. Sea alabado tu nombre, y no el mío; engrandecidas sean tus obras, y no las mías; bendito sea tu santo nombre, y no me sea a mí atribuida parte alguna de las alabanzas de los hombres. Tú eres mi gloria. Tú eres la alegría de mi corazón. En Ti me gloriaré y ensalzaré todos los días; mas de mi parte no hay de qué, sino de mis flaquezas. (Imitación de Cristo, libro III, cap. 40) 

PREGUNTATE: 

. A)  CUANTAS VECES EN TU VIDA TE HAS ELEVADO CREYENDOTE GRANDE,
CUANTAS VECES NI TE ACORDASTE DE DIOS PORQUE TODO IBA BIEN PERO, ¡SIN
EL NO SOMOS NADA! ¿TE HAS DADO CUENTA DE ESE ERROR TAN GRANDE?

. B)  RECUERDA ESAS VECES EN LAS QUE HAS OLVIDADO A DIOS POR EL MUNDO O
TUS COSAS Y PIDELE PERDON Y PROMETE TENERLE PRESENTE EN ADELANTE…

Meditación extendida:

El juicio particular

Composición de lugar. Mi cuerpo, en el lecho de muerte, poco después de expirar; y mi alma ante la presencia de Jesucristo Juez.

Petición. Temor del juicio de Dios, que me aparte de los vanos temores del mundo y me sujete más a la Santa Esclavitud de María.

Punto I. Terrible es caer en las manos de Dios vivo para ser juzgado por el Juez que todo lo sabe y todo lo puede, en quien no cabe engaño, ni injusticia ni misericordia tampoco, después que el tiempo de la misericordia pase. Terrible ser juzgado por Jesucristo, Señor nuestro, el que tanto nos ha amado y a quien hemos ofendido tanto. ¿Qué le responderemos cuando nos muestre sus llagas y nos diga: mira lo que yo hice por ti, y responde lo que has hecho por mí?

Aumentará el terror, sobre todo nuestra propia conciencia, en la que se reflejan como en un espejo todos los pecados de la vida.

“La Virgen Santísima en aquella hora no se entremete en este juicio, porque en saliendo el alma del cuerpo se cierra la puerta de la intercesión y del perdón, y se abre la de la justicia rigurosa.” (P. La Puente.) Y ¿qué será de mí si mi única abogada me falta?… Pero no me faltará si soy su esclavo, porque antes del juicio me habrá ella misma presentado al supremo Juez, haciendo constar que soy todo suyo; y entonces me presentará ante la Divina Majestad con grande confianza; aunque también con grande vergüenza y confusión de no haber cumplido mejor con los deberes que la santa Esclavitud me impone.

P. II. ¡Temerosa será la cuenta! ¡Riguroso el examen! Todas las obras, palabras y pensamientos de la vida; todos los beneficios recibidos de Dios, puestos en balanza con lo que hemos hecho para corresponder a ellos; las almas encomendadas a nuestro cuidado que se han perdido por nuestra negligencia (examinen aquí cómo cumplen con sus deberes los sacerdotes, los padres, los maestros, los amos, etc.); las empresas de la gloria de Dios que se han frustrado por nuestro egoísmo; el daño que hemos hecho al bien de la Iglesia y de las almas con las pequeñeces de nuestras pasioncillas indómitas. ¿Quién no temblará por tantos pecados ajenos de que tal vez ha sido causa, aun suponiendo que no tengan mucho que temblar por los propios?

Mas el alma fiel a la práctica interna de la Santa Esclavitud no tiene motivo para estos temores. ¡Ella sí que ha aprovechado bien su tiempo viviendo en compañía de su Señora! La presencia habitual de María le habrá hecho caer en la cuenta de lo que en cada instante debía hacer para la gloria de Dios; le habrá dado luz para conocer sus faltas más ocultas y gracia para irlas enmendando y para dominar sus pasiones, de modo que nunca haga daño a sus prójimos. Sus buenas obras, por imperfectas que en sí sean, tienen, a los menos, no sé qué realce y brillo, no sé qué agradable perfume para Dios, por haber pasado por las manos de María, su queridísima Madre y Esposa. Y por pobre y miserable que a los ojos de Dios se encuentre el esclavo de María, siempre tiene confianza en que los méritos de su Señora serán su suplemento. Esta idea de San Luis María alentaba al gran León XIII momentos antes de morir.

P. III. La sentencia ¿cuál será? ¿De salvación o de condenación? Si de alguna manera he permanecido fiel a la consagración a la Santísima Virgen (aunque no sea con la perfección que en el punto anterior decíamos), de esperar es que mi sentencia será de salvación, por más que mis faltas me expongan a largo y terrible purgatorio. Pero si del todo me he olvidado de que soy esclavo de María, y dejando sus dulces cadenas he vuelto a enredarme en la esclavitud del mundo y del pecado, entonces, ¡ay de mí!, ¿qué puedo esperar?

“Cuidado con cruzarse de brazos, sin trabajar; que mi secreto (es decir, la misma Santa Esclavitud), se convertirá en veneno y vendrá a ser tu condenación.” (Secreto de María.)

No será así, Señora mía, que yo espero con vuestra gracia aprovecharme bien de este tesoro.

“Abridme el Corazón de vuestro Hijo misericordioso. Reformad mi vida tan miserable, para que apoyado en vuestra intercesión comparezca inocente ante el Juez, cuya benevolencia me conciliaréis, y evite así los castigos con que atormenta a los impíos.” (San Efrén.)