Santa Esclavitud de amor a María 26
Jesús en brazos de María
Se empleará en conocer a Jesucristo. San Luis María recomienda que se medite lo que acerca de Él ha escrito; y así, nosotros compondremos nuestras meditaciones con fragmentos de sus dos obras, la Verdadera devoción y el Amor de la Sabiduría.
Oraciones vocales. Recomienda el Santo la oración de San Agustín; las letanías del Espíritu Santo y el Ave Maris Stella, ya señalados para las semanas precedentes, y las letanías del Nombre de Jesús.
ORACIONES DE LA TERCERA SEMANA
DÍA 26
Meditación breve:
EVANGELIO: Cuando Jesús hubo terminado estos discursos, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen. Mientras comían, Jesús Tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo. Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, que ésta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados. Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros de nuevo en el reino de mi Padre. Entonces vino Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo: Sentaos aquí mientras yo voy a orar. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú. y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no accedáis a la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca. De nuevo, por segunda vez, fue a orar diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. Y volviendo otra vez, los encontró dormidos; tenían los ojos cargados. Dejándolos, de nuevo se fue a orar por tercera vez, diciendo aún las mismas palabras. Luego vino a los discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad, que ya se acerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme. (Mt. 26, 1-2; 26-29; 36-46)
PREGUNTATE:
. A) ¿HAS SENTIDO EN TU VIDA DOLOR TAN FUERTE COMO PARA ANGUSTIARTE HASTA EL LÍMITE? ¿CUANDO ESTAS ASI PIENSAS EN JESUS? ¿UNES A EL TUS SUFRIMIENTOS PARA QUE SEAN LLEVADEROS? ¿DEJAS QUE TE ACOMPAÑE?
. B) EN MEDIO DE LOS SUFRIMIENTOS: ¿HACES ORACION CON MAYOR INTENSIDAD COMO JESUS? ¿SABES QUE SI NO ES ASI SERA IMPOSIBLE PERMANECER PORQUE
SOLO NO PUEDES?
Meditación extendida:
Jesús en brazos de María
Composición de lugar. El portal de Belén, el templo de Jerusalén, el camino de Egipto.
Petición. “Conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga.” (San Ignacio.)
Punto I. “María es el trono de la Sabiduría eterna. En Ella es donde hace ver sus grandezas, ostenta sus tesoros y tiene sus delicias.”
Así, pues, en brazos de María quiso ser adorado, en Belén, por San José y los ángeles, por los pastores y los reyes. Todos “hallaron al Niño con su Madre”. Los perfectos como los imperfectos, los sabios como los ignorantes, deben buscar a Jesús con María. ¡Ay de los que creyéndose más sabios que los Magos, y más perfectos que los ángeles, quieren buscar a Jesús sin María!
P. II. Jesús recibe con agrado los regalos que los pastores y los reyes ofrecen por manos de su Madre.
“Cuando uno presenta a Jesús alguna cosa por sí mismo o apoyado en su propia industria y disposición, Jesús examina el presente y a veces lo rechaza al encontrarlo manchado por el amor propio. Pero cuando algo se le ofrece por las puras y virginales manos de su Amada, se le toma por el flaco (si se permite la frase); no considera la cosa que se le da, sino a su buena Madre que se le presenta; no tanto mira de quién viene la cosa cuanto por quién viene. Este es el gran consejo que da San Bernardo a los que quiere encaminar a la perfección: ¿Quieres ofrecer alguna cosa? Ofrécela por manos de María, si no quieres ser rechazado”
P. III. En brazos de Nuestra Señora quiere presentarse en el templo de Jerusalén el Divino Infante, y ofrecerse al Eterno Padre por el rescate de los hombres. Así la Santísima Virgen hace oficio de sacerdote, y el Divino Niño de hostia, para que aprendamos a ofrecernos en sacrificio en manos de María y a semejanza de Jesús.
“Ofrece tú, alma, en esta forma tus ofrendas, desconfiada de tus méritos propios y confiada en los de Cristo, que en unión de sus acciones todas, cualquiera cosa que ofrezcas es grande y será bien recibida. ¡Oh Jesús!, por tu Madre Santísima te suplico que, pues soy tuyo, me recibas en tu casa y servicio; a ti me presento y a ti me ofrezco para perpetuo esclavo tuyo y para ti.” (Fr. Juan de los Ángeles.)
P. IV. En los brazos de su Madre huye el Niño a Egipto. Quiere ser perseguido para que yo tenga modelo en mis persecuciones. Procuraré parecerme a Él cuando me persigan, estando en paz y confiado en los brazos de tan buena Madre. Bien pueden decirme, como a San José, que “tome al Niño y a la Madre, y huya a Egipto”, porque tomando al Niño y a la Madre, a cualquiera parte, la más solitaria, bárbara y enemiga del mundo, puedo ir gustoso; que donde están Jesús y María está toda mi compañía y mi defensa, mi riqueza y mi gloria.
“Admíteme por esclavo tuyo en esta jornada, Reina del Cielo. Admíteme, Jesús bueno, en tu compañía y de tu Madre, y concédeme que en todas mis calamidades y persecuciones a ti sólo acuda, a ti sólo busque, a ti sólo llame; contigo me junte para nunca apartarme de ti.” (Fr. Juan de los Ángeles.)
div>