
Santa Esclavitud de amor a María 17
Ella es hermosa y apacible como la luna que recibe la luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista
Entraremos decididamente por este camino, firmemente convencidos de nuestra miseria e incapacidad…
Primera Semana
CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
Nuestros ratos de oración en dialogo intimo con Dios, los exámenes diarios de conciencia, las reflexiones, nuestros momentos de dirección espiritual, los actos de renuncia de nuestra propia voluntad, de arrepentimiento por nuestros pecados, de desprecio propio, realizado todo a los pies de María, ya que por Ella esperamos la luz para conocemos a nosotros mismos. Junto a Ella, podremos medir el abismo de nuestras miserias sin desesperar. Debemos emplear todas nuestras acciones piadosas en pedir un conocimiento propio y el arrepentimiento de nuestros pecados: y debemos hacer esto con espíritu de piedad. Durante este período, consideraremos tanto la oposición que existe entre el espíritu de Jesús y el nuestro, como el miserable y humillante estado en que nos han reducido los pecados. Además, siendo la verdadera devoción una manera fácil, corta, segura y perfecta para llegar a esa unión con Nuestro Señor, que es la perfección a la imitación de Cristo. Entraremos decididamente por este camino, firmemente convencidos de nuestra miseria e incapacidad. Pero, ¿cómo conseguir esto sin el conocimiento de sí mismo? Tenemos que luchar por conocernos de la mejor manera posible.
«Durante la primera semana -dice el Santo- emplearán todas sus oraciones y ejercicios piadosos en pedir el conocimiento de sí mismo y todo lo harán con espíritu de humildad.»
«A primera vista – escribe el Padre Lhoumeau-, este período parece confundirse con el precedente; porque ¿cómo vaciarse del espíritu del mundo, sin examinarse y conocerse a sí mismo? Pero mirémoslo más de cerca y veremos cómo los ejercicios de esta semana nos hacen dar un paso adelante, bien que sin salir aún de la vía purgativa.» No tratamos ya sólo de convertirnos a Dios, apartándonos del espíritu del mundo, sino de alcanzar la perfección por el seguro camino de la humildad, comenzando por conocernos a nosotros mismos, por palpar nuestra impotencia y nuestra niñez para obligarnos a que nos arrojemos en brazos de nuestra Madre, en quien nos podremos apoyar seguros, para no desvanecernos, con el desaliento al mirar al profundo abismo de nuestras miserias.
Oraciones vocales.
ORACIONES DE LA PRIMERA SEMANA
DIA 17
Meditación breve:
EVANGELIO: Decía a los discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de disiparle la hacienda. L1amóle y le dijo: ¿Qué es lo que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir de mayordomo. Y se dijo para sí el mayordomo: ¿Qué haré, pues mi amo me quita la mayordomía? Cavar no puedo, mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que he de hacer para que cuando me destituya de la mayordomía me reciban en sus casas. Llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Él dijo: Cien batos de aceite. Y le dijo: Toma tu caución, siéntate al instante y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Él dijo: Cien coros de trigo. Díjole: Toma tu caución y escribe ochenta. El amo alabó al mayordomo infiel por haber obrado sagazmente, pues los hijos de este siglo son más avisados entre sus congéneres que los hijos de la luz. (Lc 16, 1-8)
PREGUNTATE:
MIRA EL FIN DE TODAS LAS COSAS, Y DE QUE MODO ESTARAS DELANTE DE AQUEL
JUEZ EL DIA DE TU MUERTE, AL CUAL NO SE LE PUEDE OCULTAR NADA. ¿QUE LE DIRAS A QUIEN SABE TODAS TUS MALDADES? ¿POR QUE NO TE PREVIENES DE ESE DIA BUSCANDO CONOCERTE YA BIEN AQUÍ PARA ENMENDARTE Y CAMBIAR?
Meditación extendid
a:
Cuánta necesidad tenemos de la tutela de Nuestra Señora
Composición de lugar. Verme como un niño desvalido a quien la Virgen Santísima recoge; como Moisés, en la canastilla, cuando le recogió la hija de Faraón.
Petición. Sentimiento interno de la necesidad que tengo de la Virgen Santísima.
Punto I. (Verdadera Devoción. Cuarta verdad.) “Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismos, sin acudir a un mediador. Estando tan corrompida nuestra naturaleza, como acabo de demostrar, si nos apoyamos en nuestros propios esfuerzos, habilidad y preparación para llegar hasta Dios y agradarle, ciertamente nuestras obras de justificación quedarán manchadas o pesarán muy poco delante de Dios para comprometerlo a unirse a nosotros y escucharnos.
Porque no sin razón nos ha dado Dios mediadores ante sí mismo. Vio nuestra indignidad e incapacidad, se apiadó de nosotros y, para darnos acceso a sus misericordias, nos proveyó de poderosos mediadores ante su grandeza. Por tanto, despreocuparte de tales mediadores y acercarte directamente a la santidad divina, sin recomendación alguna, es faltar a la humildad y respeto debido a un Dios tan excelso y santo, hacer menos caso de este Rey de reyes del que harías de un soberano o príncipe de la tierra, a quien no te acercarías sin un amigo que hable por ti.
Jesucristo es nuestro abogado y mediador de Redención ante el Padre. Por Él debemos orar junto con la Iglesia triunfante y militante. Por Él tenemos acceso ante la Majestad divina y, sólo apoyados en Él y revestidos de sus méritos, debemos presentarnos ante Dios, así como el humilde Jacob compareció ante su padre Isaac para recibir la bendición, cubierto con pieles de cabrito.
Pero, ¿no necesitamos acaso un mediador ante el mismo Mediador? ¿Bastará nuestra pureza a unirnos a Él directamente y por nosotros mismos? ¿No es Él acaso Dios igual en todo a su Padre y, por consiguiente, el Santo de los santos, tan digno de respeto como su Padre? Si, por amor infinito, se hizo nuestro fiador y mediador ante el Padre, para aplacarlo y pagarle nuestra deuda, ¿será esto razón para que tengamos menos respeto y temor para con su majestad y santidad?
Digamos pues, abiertamente con san Bernardo que necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros y por Ella debemos nosotros ir a Él.
Si tememos ir directamente a Jesucristo–Dios, a causa de su infinita grandeza y de nuestra pequeñez o pecados, imploremos con filial osadía la ayuda e intercesión de María, nuestra Madre.
Ella es tierna y bondadosa.
En Ella no hay nada austero o terrible, ni excesivamente sublime o deslumbrante. Al verla, vemos nuestra propia naturaleza.
No es el sol que con la viveza de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad. Es hermosa y apacible como la luna que recibe la luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.
María es tan caritativa que no rechaza a ninguno de los que imploran su intercesión, por más pecador que sea, pues, como dicen los santos, jamás se ha oído decir que alguien haya acudido confiada y perseverantemente a Ella y haya sido rechazado.”
Ella es tan poderosa que sus peticiones jamás han sido desoídas.
P. II. (Quinta verdad.) “Es muy difícil, dada nuestra pequeñez y fragilidad, conservar las gracias y tesoros de Dios porque:
1º) Llevamos este tesoro, más valioso que el cielo y la tierra, en vasos de barro (2 Cor. 4, 7), en un cuerpo corruptible, en un alma débil e inconstante que por nada se turba y abate.
2º) Los demonios, ladrones muy astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos. Espían día y noche el momento favorable para ello. Nos rodean incesantemente para devorarnos y arrebatarnos en un momento, por un solo pecado, todas las gracias y méritos logrados en muchos años. Su malicia, su pericia, su astucia y número deben hacernos temer infinitamente esta desgracia. Ya que personas más llenas de gracias, más ricas en virtudes, más experimentadas y elevadas en santidad que nosotros, han sido sorprendidas, robadas y saqueadas lastimosamente. ¡Ah! ¡Cuántos cedros del Líbano y estrellas del firmamento cayeron miserablemente y perdieron en poco tiempo su elevación y claridad!
Y, ¿cuál es la causa? No fue la falta de gracia. Que Dios a nadie la niega. Sino, ¡falta de humildad! Se creyeron más fuertes y poderosos de lo que eran. Se consideraron capaces de conservar sus tesoros. Se fiaron de sí mismos y se apoyaron en sus propias fuerzas. Ceyeron bastante segura su casa y suficientemente fuertes sus cofres para guardar el precioso tesoro y, por este apoyo imperceptible en sí mismos, aunque les parecía que se apoyaban solamente en la gracia de Dios, el Señor, que es la justicia misma, permitió que fueran saqueados, abandonados a sí mismos.
¡Ay! Si hubieran conocido la devoción admirable que a continuación voy a exponer, habrían confiado su tesoro a una Virgen fiel y poderosa y Ella se lo habría guardado como si fuera propio y hasta se habría comprometido a ello en justicia.
3º) Es difícil perseverar en gracia, a causa de la espantosa corrupción del mundo. Corrupción tal que se hace prácticamente imposible que los corazones no se manchen, si no con su lodo, al menos, con su polvo. Hasta el punto de que es una especie de milagro el que una persona se conserve en medio de este torrente impetuoso, sin ser arrastrada por él; en medio de este mar tempestuoso, sin anegarse o ser saqueada por los piratas y corsarios; en medio de esta atmósfera viciada, sin contagiarse.
Comenzaremos a escuchar como material complementario a nuestras meditaciones «Las Glorias de María» de San Alfonso María de Liborio. Luego igual continuaremos con los comentarios del Ministerio «Lazos de Amor» sobre la Consagración a María.