Retiro Mariano Verdadera Devoción

3 de enero de 2012 Desactivado Por Regnumdei

Retiro Mariano

PRIMERA MEDITACIÓN

MI VIDA? VIDA? MIA?, MI FAMILIA? MI PREOFESIÓN? MI?

TEXTO: PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

“El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para el que es creado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse de ellas, cuanto para ello le impidan. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que  es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás, solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados.”

La persona (hombre o mujer) está llamada a privilegiar su relación con Dios sobre todas las demás, buscando amar a los demás a partir de Dios. “La salvación del alma”, es también la “salud del alma”, en palabras de Ignacio. Hoy diríamos: el sentido y la plenitud de la vida. Además, habría que ampliar el concepto de salvación también al aspecto colectivo de la “fraternidad”: nos salvamos, también como “comunidad de hermanos”.

“Hacerse indiferente” es la actitud o disposición activa de estar libre, sin atarse o aferrarse a nada en forma “desordenada”.

Vivir es vivir “deseando y eligiendo”, ningún bien por sí mismo, sino aquel que “más nos conduce” a Dios.

Todo en nuestras vidas tiene que estar ordenado hacia “el fin para el que somos creados”: la relación íntima con Dios. De ella surgen la plenitud de la vida y la gestación de la hermandad.

Reflexión personal y compartir comunitario. Compartimos en comunidad el significado que cada uno encuentra en el texto del Principio y Fundamento.

Como dice el texto, si soy creado por Dios, permanentemente, en cada   momento… ¿qué significa

esto para mí?

Reflexión

Ni yo estoy fuera del mundo, ni Dios está alejado del mundo. La relación de Dios conmigo implica siempre la mediación de “cosas” (cosas materiales, personas, relaciones, acontecimientos, etc.)Las “cosas”, el mundo, no son sólo medios para ayudarme a alcanzar el fin de realización o de encuentro último con Dios. Son también un llamado para mí, para colaborar con Dios.¡ Somos colaboradores indispensables de la obra de Dios!

Preguntas para profundizar el compartir comunitario

− ¿Cómo me pienso a mi mismo como creatura amada por Dios?

− ¿Cómo me veo como colaborador en la obra de Dios?

− ¿Qué es el mundo para mí como Creación de Dios?

Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama al prójimo como a ti mismo». El muchacho le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

SEGUNDA MEDITACIÓN

15. Afirmo, sin embargo, que dadas las cosas como son habiendo querido Dios comenzar y acabar sus mayores obras por medio de la Santísima. Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará jamás de proceder: es Dios y no cambia ni en sus sentimientos ni en su manera de obrar.

En la Encarnación.

16. Dios Padre entregó su Unigénito al mundo solamente por medio de María. Por más suspiros que hayan exhalado los patriarcas, por más ruegos que hayan elevado los profetas y santos de la antigua ley durante 4,000 años a fin de obtener dicho tesoro, solamente María lo ha merecido y ha hallado gracia delante de Dios por la fuerza de su plegaria y la elevación de sus virtudes. El mundo era indigno dice San Agustín de recibir al Hijo de Dios inmediatamente de manos al Padre.

Quien lo entregó a María para que el mundo lo recibiera por medio de Ella.

Dios Hijo se hizo hombre para nuestra salvación, pero en María y por María.

Dios Espíritu Santo formó a Jesucristo en María, pero después de haberle pedido consentimiento por medio de los primeros ministros de su corte.

b. En los misterio de la Redención.

17. Dios Padre comunicó a María su fecundidad, en cuanto una pura creatura era capaz de recibirla para que pudiera engendrar a su Hijo y a todos los miembros de su Cuerpo Místico.

18. Dios Hijo descendió al seno virginal de María como nuevo Adán a su paraíso terrestre, para complacerse y realizar allí secretamente maravillas de gracia.

Este Dios hombre encontró su libertad en dejarse aprisionar en su seno.

Manifestó su poder dejándose llevar por esta jovencita;

Cifró su gloria y la de su Padre en ocultar sus resplandores a todas las creaturas de la tierra, para no revelarlos sino a María.

Glorificó su propia independencia y majestad, sometiéndose a esta Virgen amable en la concepción, nacimiento, presentación en el templo, vida oculta de treinta años, hasta la muerte, a la que Ella debía asistir, para ofrecer con Ella un solo sacrifico y ser inmolado por su consentimiento al Padre eterno, como en otro tiempo Isaac por la obediencia de Abraham a la voluntad de Dios.

19. Si examinamos de cerca el resto de la vida de Jesucristo, veremos que ha querido inaugurar sus milagros por medio de María.

Por la palabra de Ella santificó a San Juan en el seno de Santa Isabel, su madre, habló María, y Juan quedó santificado. Este fue su primero y mayor milagro en el orden de la gracia.

Ante la humilde plegaria de María, convirtió el agua en vino en las bodas de Caná. Era su primer milagro en el orden de la naturaleza. Comenzó y continuó sus milagros por medio de María y por medio de Ella los continuará hasta el fin de los siglos.

20. Dios Espíritu Santo, que es estéril en Dios es decir, no produce otra persona divina en la Divinidad se hizo fecundo por María, su Esposa. Con Ella, en Ella y de Ella produjo su obra maestra, que es un Dios hecho hombre, y produce todos los días hasta el fin del mundo a los predestinados y miembros de esta Cabeza adorable.

Por ello, cuanto más encuentra a María, su querida e indisoluble Esposa, en una alma, tanto más poderoso y dinámico se muestra para producir a Jesucristo en esa alma y a ésta en Jesucristo.

21. No quiero decir con esto que la Santísima. Virgen dé al Espíritu Santo la fecundidad, como si El no la tuviese, ya que siendo El Dios, posee la fecundidad o capacidad de producir tanto como el Padre y el Hijo, aunque no la reduce al acto al no producirá otra persona divina. Quiero decir solamente que el Espíritu Santo, por intermedio de la Santísima. Virgen de quien ha tenido a bien servirse, aunque absolutamente no necesita de Ella reduce al acto su propia fecundidad, produciendo en Ella y por Ella a Jesucristo y a sus miembros. ¡Misterio de la gracia desconocido aún por los más sabios y espirituales entre los cristianos!

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49. La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse. María casi no se manifestó en la primera venida de Jesucristo, a fin de que los hombres poco instruidos e iluminados aún cerca de la persona de su Hijo, no se alejaran de la verdad aficionándose demasiado fuerte e imperfectamente a la Madre, como habría ocurrido seguramente, si Ella hubiera sido conocida, a causa de los admirables encantos que el Altísimo le había concedido aún en su exterior. Tan cierto es esto que San Dionisio Areopagita escribe que cuando la vio, la hubiera tomado por una divinidad, a causa de sus secretos encantos e incomparable belleza, si la fe en la que se hallaba bien cimentado no le hubiera enseñado lo contrario. Pero, en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido. Pues ya no valen los motivos que movieron al Espíritu Santo a ocultar a su Esposa durante su vida y manifestarla sólo parcialmente aun después de la predicación del Evangelio.

50. Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos.

a. Porque Ella se ocultó en este mundo y se colocó más baja que el polvo por su profunda humildad, habiendo alcanzado de Dios, de los Apóstoles y Evangelistas que no la dieran a conocer.

b. Porque Ella es la obra maestra de las manos de Dios, tanto en el orden de la gracia como en el de la gloria y El quiere ser glorificado y alabado en la tierra por los hombres.

c. Porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de Justicia, Jesucristo, y por lo mismo, debe ser conocida y manifestada, si queremos que Jesucristo lo sea.

d. Porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo a nosotros la primera vez y lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo diferente.

e. Porque Ella es el medio seguro y el camino directo e inmaculado para ir a Jesucristo y hallarlo perfectamente. Por ella deben resplandecer en santidad. Quien halla a María, halla la vida, es decir, a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Ahora bien, no se puede hallar a María sino se la busca, ni buscarla si no se la conoce, pues no se busca ni desea lo que no se conoce. Es, por tanto, necesario que María sea mejor conocida que nunca, para mayor conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.

f. Porque María debe resplandecer más que nunca en los últimos tiempos en misericordia, poder y gracia:

En misericordia, para recoger y acoger amorosamente a los pobres pecadores y a los extraviados que se convertirán y volverán a la Iglesia católica; En poder, contra los enemigos de Dios, los idólatras, cismáticos, mahometanos, judíos e impíos endurecidos que se rebelarán terriblemente para seducir y hacer caer, con promesas y amenazas, a cuantos se les opongan, En gracia, finalmente, para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores de Jesucristo, que combatirán por los intereses del Señor,

g. Por último, porque María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces «como un ejército en orden de batalla» sobre todo en estos últimos tiempos, porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo y menos que nunca para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho, suscitará a en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho más que a los demás.

TERCERA MEDITACION

b. María y la lucha final.

51. A estas últimas y crueles persecuciones de Satanás, que aumentarán de día en día hasta que llegue el anticristo, debe referirse sobre todo aquella primera y célebre predicación y maldición lanzada por Dios contra la serpiente en el paraíso terrestre. Nos parece oportuno explicarla aquí, para la gloria de la Santísima Virgen, salvación de sus hijos y confusión de los demonios:

«Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya, ésta te pisará la cabezamientras tú te abalanzarás sobre tu talón.»

52. Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo más terrible que Dios ha suscitado como Satanás es María, su Santísima Madre. Ya desde el paraíso terrenal aunque María sólo estaba entonces en la mente divina le inspiró tanto odio contra ese maldito enemigo de Dios, le dio tanta sagacidad para descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso impío, que el diablo la teme no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino en cierto modo más que al mismo Dios.

No ya porque la ira, odio y poder divinos no sean infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones son limitadas, sino:

a. Porque Satanás, que es tan orgulloso sufre infinitamente más al verse vencido y castigado por una sencilla y humilde esclava de Dios y la humildad de la Virgen lo humilla más que el poder divino;

b. Porque Dios ha concedido a María un poder tan grande contra los demonios que como a pesar suyo se han visto muchas veces obligados a confesarlo por boca de los posesos tienen más miedo a un solo suspiro de María a favor de una persona, que a las oraciones de todos los santos y a una sola amenaza suya contra ellos más que a todos los demás tormentos.

53. Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó María con la humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, lo salvó María con la obediencia. Eva, al obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí y para todos sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor.

54. Dios nos puso solamente una enemistad, sino enemistades, y no sólo entre María y Lucifer, sino también entre la descendencia de la Virgen y la del demonio. Es decir: Dios puso enemistades, antipatías y los odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima. Virgen y los hijos y esclavos del diablo: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.

Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos de este mundo de pecado ¡todo viene a ser lo mismo! han perseguido siempre y perseguirán más que nunca de hoy en adelante a quienes pertenezcan a la Santísima Virgen, como en otro tiempo Caín y Esaú figuras de los réprobos persiguieron a sus hermanos Abel y Jacob figuras de los predestinados. Pero la humilde María triunfará siempre sobre aquel orgulloso y con victoria tan completa que llegará a aplastarle la cabeza, donde reside su orgullo. ¡María descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales, desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta el fin a sus servidores de aquellas garras mortíferas! El poder de María sobre todos los demonios resplandecerá, sin embargo, de modo particular en los últimos tiempos, cuando Satanás pondrá asechanzas a su calcañar, o sea, a sus humildes servidores y pobres a juicio del mundo; humillados delante de todos; rebajados y oprimidos como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo. Pero, en cambio, serán ricos en gracias y carismas, que María les distribuirá con abundancia, grandes y elevados en santidad delante de Dios, superiores a cualquier otra creatura por su celo ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el socorro divino que, con la humildad de su calcañar y unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo.

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Primera Verdad El fin último de toda devoción debe ser Jesucristo, Salvador del mundo, verdadero Dios y verdadero hombre.  61-63

Segunda verdad.- Pertenecemos a Cristo y a María… 69-77

Lucas 13,22-30.

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.   Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». El respondió:  «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.  En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Y él les responderá: ‘No sé de dónde son ustedes’.  Entonces comenzarán a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas’.  Pero él les dirá: ‘No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!’.  Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.  Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.  Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos». 

Tercera verdad:  Debemos revestirnos del hombre nuevo, Jesucristo

Mateo 22,1-14.

Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: 

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.  Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;  y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.  Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 

‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio.  Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos. 

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78. Nuestras mejores acciones quedan de ordinario manchadas e infectadas a causa de las malas inclinaciones que hay en nosotros.

79. Para liberarnos o vaciarnos de nosotros mismos debemos:

1° conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestras malas inclinaciones, nuestra incapacidad para todo bien concerniente a la salvación, nuestra continúa inconstancia, nuestra indignidad para toda gracia y nuestra iniquidad en todo lugar. El pecado de nuestro primer padre nos perjudicó a todos casi totalmente, nos dejó agriados, engreídos e infectados, como la levadura agria, levanta e infecta toda masa en que se la pone.

Nuestros pecados actuales, mortales o veniales, aunque estén perdonados, han acrecentado la concupiscencia, debilidad, inconstancia y corrupción naturales y dejado huellas de maldad en nosotros.

Nuestros cuerpos se hallan tan corrompidos, que el Espíritu Santo los llama cuerpos de pecado, concebidos en pecado, alimentados en el pecado y capaces de todo pecado. Cuerpos sujetos a mil enfermedades, que de día en día se corrompen y no engendran sino corrupción.

Nuestra alma, unida al cuerpo, se ha hecho tan carnal, que la Biblia la llama carne. Tenemos por herencia el orgullo y la ceguera y la inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones rebeldes y las enfermedades en el cuerpo. Somos, por naturaleza, más soberbios que los pavos reales, más apegados a la tierra que los sapos, más viles que los cabros, más envidiosos que las serpientes, más glotones que los cerdos, más coléricos que los tigres, más perezosos que las tortugas, más débiles que las cañas y más inconstantes que las veletas.

En el fondo no tenemos sino la nada y el pecado y sólo merecemos la ira divina y la condenación eterna.

80. Siendo esto así, ¿por qué maravillarnos de que el Señor haya dicho que quien quiera seguirle debe renunciarse a sí mismo y odiar su propia alma? ¿Y que el que ama su alma la perderá y quien la odia la salvará? 

81. 2° morir todos los días a nuestro egoísmo, es decir, renunciar a las operaciones de las potencias del alma y de los sentidos, ver como si no viéramos, oír como si no oyéramos, servirnos de las cosas de este mundo como si no nos sirviéramos de ellas. Es lo que San Pablo llama «morir cada día» «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo y no produce fruto»… Si no morimos a nosotros mismos y si nuestras devociones no nos llevan a esta muerte necesaria y fecunda, no produciremos fruto que valga la pena y nuestras devociones serán inútiles; todas nuestras obras de virtud quedarán manchadas por el egoísmo y la voluntad propia; Dios rechazará los mayores sacrificios y las mejores acciones que ejecutemos; a la hora de la muerte nos encontraremos con las manos vacías de virtudes y méritos y no tendremos sin una chispa de ese amor puro que sólo se comunica a quienes han muerto a si mismos y cuya vida está escondida con Cristo en Dios.

82. 3° escoger entre las devociones a la Santísima Virgen la que nos lleve más perfectamente a dicha muerte al egoísmo por la mejor y más santificadora. Porque no hay que creer que es oro todo lo que reluce, ni miel todo lo dulce, ni el camino más fácil y lo que practica la mayoría es lo más eficaz para la salvación. Así como hay secretos naturales para hacer en poco tiempo, pocos gastos y gran facilidad ciertas operaciones naturales, también hay secretos en el orden de la gracia para realizar en poco tiempo, con dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales, liberarte del egoísmo, llenarte de Dios y hacerte perfecto.

Cuarta verdad:  La acción maternal de María facilita el encuentro personal con Cristo.

83. Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismo, sin acudir a un mediador. Estando tan corrompida nuestra naturaleza como acabo de demostrar, si nos apoyamos en nuestros propios esfuerzos, habilidad y preparación para llegar hasta Dios y agradarle, ciertamente nuestras obras de justificación quedarán manchadas o pesarán muy poco delante de Dios para comprometerlo a unirse a nosotros y escucharnos.

84. Jesucristo es nuestro abogado y mediador de Redención ante el Padre. Por El debemos orar junto con la Iglesia triunfante y militante. 

85. Digamos, pues, abiertamente con San Bernardo que necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros y por ella debemos nosotros ir a El.

Si tememos ir directamente a Jesucristo-Dios, a causa de su infinita grandeza y de nuestra pequeñez o pecados, imploremos con filial osadía la ayuda e intercesión de María, nuestra Madre.

Ella es tierna y bondadosa.

En Ella no hay nada austero o terrible, ni excesivamente sublime o deslumbrante. Al verla, vemos propia naturaleza.

No es el sol que con la viveza de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad. Es hermosa y apacible como la luna, que recibe la luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.

María es tan caritativa que no rechaza a ninguno de los que imploran su intercesión, por más pecador que sea, pues como dicen los santos jamás se ha oído decir que alguien haya acudido confiada y perseverantemente a ella y haya sido rechazado.

Ella es tan poderosa que sus peticiones jamás han sido desoídas. Bástale presentarse ante su Hijo con alguna súplica, para que El la acepte y reciba y se deje vencer amorosamente por las entrañas, suspiros y súplicas de su Madre queridísima.

Quinta verdad: tesoro de la gracia en vasos de arcilla

87. Es muy difícil, dada nuestra pequeñez y fragilidad, conservar las gracias y tesoros de Dios, porque

1° llevamos este tesoro, más valioso que el cielo y la tierra, en vasos de barro, en un cuerpo corruptible, en un alma débil e inconstante que por nada se turba y abate.88. 2° los demonios, ladrones muy astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos. Espían día y noche el momento favorable para ello. 

89.  3° Es difícil perseverar en gracia, a causa de la espantosa corrupción del mundo. Corrupción tal que se hace prácticamente imposible que los corazones no se manchen, si no con su lodo, al menos, con su polvo. 

La verdadera Devoción:

105-110

¡Cuán agradable y precioso es delante de Dios y de su Santísima Madre el devoto de María que no se busca a sí mismo en los servicios que le presta! Pero, ¡qué pocos hay así! Para que no sea tan reducido ese número estoy escribiendo lo que durante tantos años enseñado en mis misiones pública y privadamente con no escaso fruto.

Mateo 22,34-40.

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: 

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?». 

Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».

Textos y numetaciones del  TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCION A LA SANTISIMA VIRGEN

Introducción del Principio y Fundamento de San Ignacio de Loyola E.E.