Respuesta a Hans Küng del escritor Vittorio Messori
El notable escritor se da el tiempo, una vez más, para responder al polémico pseudo-teólogo alemán: Es impresionante cómo sigue escribiendo una y otra vez el mismo artículo, tanto que la necrológica del Papa que preparó a principios de los noventa es la misma que se ha publicado ahora, prácticamente sin variaciones. Impresionante, sobre todo, la total impermeabilidad de este profesor a los hechos, la preeminencia absoluta de su esquema ideológico previo: él mismo recuerda aquí que su juicio sobre el papado wojtyliano era ya definitivo apenas un año después, en 1979, y que no ha cambiado una coma. En un cuarto de siglo la Historia se ha acelerado; imperios que parecían de roca y mármol se han convertido en polvo, la cultura misma ha cambiado perspectivas, pero Hans Küng, ya profesor emérito, privado desde hace tiempo del título de «teólogo católico», sigue repitiendo las cosas como hace 25 años. Hay quien dice, por ejemplo, que la Holanda preconciliar era quizá el país con la más ferviente vida católica. ¿Acaso no se convirtió inmediatamente en la esperanza y la meca del progresismo clerical, que llevó a cabo todas las reformas que usted invoca, cubriendo de desprecio la «arcaica teología romana» y que en breve quedó reducida a un desierto donde la iglesias que no caen en la ruina se transforman desde hace tiempo, en supermercados, sex-shops y hamburgueserías? ¿Nadie le ha revelado nunca, don Küng, que, si el más católico de los continentes, el hispanoamericano, se está pasando en masa a las sectas protestantes «enloquecidas o regresa a los cultos afroamericanos es precisamente porque busca allí todo lo que ya no le da cierto clero católico que (formado a menudo en la escuela de sus facultades alemanas) asegura «haber elegido a los pobres» mientras que «los pobres» no lo eligen a él? Más que defender este largo pontificado de la lluvia de acusaciones, sin misericordia y sin luz, que se arrojan contra quienes, como católicos, son fieles al Papa (pero no siempre y pasivamente apologetas de quien cumple el ministerio de Sucesor de Pedro), más que defender, digo, es necesario mostrar cómo las alternativas «a lo Küng» no son el remedio más adecuado a los problemas de la Iglesia. Problemas que existen hoy, como siempre han existido; pero que, para ser afrontados, exigen mucho más que las recetas de un «modernismo» ideológico que la historia ha superado, mostrándonos sus límites y sus riesgos.