«La guerra llegó a Damasco», la gente sufre
El embajador de Chile en Siria. Patricio Damm van der Valk, afirmó que «la guerra ya llegó a Damasco», al describir la situación en la capital de ese país donde, a su juicio, podría desatarse un desabastecimiento de productos básicos.
«Yo creo que ayer marcó un punto de inflexión de lo que sucede en Siria, la guerra llegó a Damasco», dijo el diplomático desde la capital siria al Canal 24 Horas respecto del atentado que causó la muerte al ministro de Defensa, el general Daud Abdelá Rayiha y a otros altos cargos del Gobierno de Bashar al Assad, informó Efe.
El rebelde Ejército Libre Sirio se adjudicó el ataque, en la sede de la Seguridad Nacional, que a juicio del embajador chileno, supone una escalada en el conflicto desatado hace 15 meses en Siria.
«Indudablemente ha afectado toda la vida de la ciudad. Van a empezar a faltar elementos básicos que hasta ahora no han faltado, como aceite, la gasolina, (podría haber) cortes de luz permanentes, de las comunicaciones», precisó.
En Damasco, desde ayer, «se escuchan constantes ruidos de ametralladoras y bombas. La ciudad está muy militarizada. Hay poca circulación de vehículos, e incluso hoy en la mañana supe de ciertas balaceras (tiroteos) en el camino hacia la oficina», añadió.
Las bombas, los disparos, la violencia, los gritos, los muertos se suceden en la ciudad de Damasco en este momento. La población “sufre, espera, huye, reza, en estas horas trágicas, dirige su mirada a los beatos mártires de Damasco, cuya memoria se ha celebrado el 10 de julio”, expresó conmovido monseñor Samir Nassar, arzobispo maronita de Damasco a la agencia vaticana Fides.
El arzobispo describe la situación en la capital siria: “Por las calles de Damasco se ven personas que huyen, hay refugiados que, desesperados, cruzan la ciudad en busca de refugio. La falta de estructuras de caridad, el embargo y los limitados recursos disponibles no ayudan a hacer frente a esta emergencia y alimentan la ansiedad”.
En su testimonio el prelado maronita dijo: “En esta etapa de violencia ciega, nuestras voces son ahogadas por el largo calvario de la nación y por una complejidad que está bloqueando cualquier solución diplomática. El país se hunde en el dolor y la violencia gratuita y aún no se vislumbra el final, vivimos desde hace más de dieciséis meses en un conflicto prolongado”.
Monseñor Nassar hace hincapié en la práctica grave de los secuestros extorsionistas: “Más allá de las divisiones políticas, del desempleo y de la inseguridad han favorecido el fenómeno terrible de los secuestrados para pedir rescates”.
“A menudo son secuestrados en la escuela o la fábrica, y son hijos o padres de familia. Deberían ver el pánico y la ansiedad de las familias que luchan para reunir entre los familiares, vecinos, amigos y la parroquia una cantidad de dinero suficiente para salvar a un hijo, un hermano o un padre secuestrado”.
Y añadió: “Esta horrible práctica paraliza la vida social. La práctica de la religión se ha debilitado, los niños ya no vienen al catecismo y languidecen las actividades pastorales. Muchas familias cristianas, aterradas, sólo piensan en cómo salir del país”.
“La comunidad cristiana, agotada -concluye el prelado- se dirige, en silencio y oración, hacia sus mártires, que el pasado 10 de julio recordamos solemnemente: los tres hermanos, Francisco, Abdel-Mooti y Raffaele Massabki, laicos católicos maronitas, beatos y martirizados durante la persecución desencadenada por los turcos en 1860 contra la Iglesia. Ellos nos recuerdan lo que Jesús dijo a los suyos: No teman”. (AICA)