Ocurrió en el Paraguay

Ocurrió en el Paraguay

15 de febrero de 2023 Desactivado Por Regnumdei
 EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTO ROSARIO, San Luis María Grignion de Montfort


Así, pues, que sabios e ignorantes, justos y pecadores, grandes y pequeños, alaben y saluden noche y día a Jesús y María con el Santo Rosario.

A Ustedes, queridos niños, les ofrezco un hermoso capullo de rosas: el granito de su Rosario, que les parece tan insignificante. Pero… ¡Oh!, ¡qué grano tan precioso! ¡Qué capullo tan admirable!; y ¡cómo se desarrollará, si recitan devotamente el Avemaría! Quizás sea mucho pedirles que recen un Rosario todos los días. Recen, por lo menos, una tercera parte, con devoción. Será una linda diadema de rosas que colocarán en las sienes de Jesús y de María. ¡Créanmelo! Escuchen ahora y recuerden esta hermosa historia:
 Dos niñitas, hermanas, estaban a la puerta de su casa recitando el Rosario devotamente. Se les aparece una hermosa Señora, que acercándose a la más pequeña, de sólo seis años, la toma de la mano y se la lleva. La hermanita mayor, llena de turbación, la busca y no habiendo podido hallarla, vuelve a casa llorando y diciendo que se habían llevado a su hermana. El padre y la madre la buscan inútilmente durante tres días. Pasado este tiempo, la encuentran en la casa con el rostro alegre y gozoso. Le preguntan de dónde viene.
Ella responde que la Señora a quien rezaba el Rosario la había llevado a un lugar hermoso, y le había dado de comer cosas muy buenas y había colocado en sus brazos un bellísimo Niño a quien había cubierto de besos. El padre y la madre, recién convertidos a la fe, llaman al padre jesuita, que les había instruido en ella y en la devoción del Rosario, y le relatan lo que había pasado. Él mismo nos lo contó. Ocurrió en el Paraguay [CN, pág. 189-190 .Extractado de: Antoine Boisseu, s.j.: Le chrétien prédestiné par la devoción á Marie, Mére de Dieu. Lyon, 1686. Pág. 752)].

Imiten, queridos niños, a esas fervorosas niñas. Recen todos los días la tercera parte del Rosario, y merecerán ver a Jesús y a María, si no durante esta vida, sí después de la muerte, durante la eternidad. Amén.
Así, pues, que sabios e ignorantes, justos y pecadores, grandes y pequeños, alaben y saluden noche y día a Jesús y María con el Santo Rosario.