Obispos contra el juego adictivo
Pablo J. Ginés / ReL
Las industrias del juego prefieren legislaciones débiles en países débiles. Por lo general, eso significa países pobres dispuestos a aceptar (supuestos) beneficios económicos. Pero aunque muchos políticos se dejen deslumbrar por esta industria, a menudo aparecen obispos valientes que señalan las contradicciones sociales que genera el sector.
A veces los políticos ofrecen a los obispos parte del dinero generado por los casinos. Pero por lo general, la Iglesia aplica el criterio de que "un fin bueno no justifica un medio malo".
Por ejemplo, en enero de 2011 el obispo Carlito Cenzon, de Baguio, al norte de Filipinas, explicó como el presidente del país, Benigno Aquino, le ofreció dinero de un fondo que proviene del juego para la diócesis. "Tuve que decirle no", explicó en la radio católica Veritas 846. "Le dije al Presidente Aquino que nos oponemos al casino y a todas las formas de juegos de apuestas", declaró. El obispo no estaba solo en eso, sino que formaba parte de una plataforma de alcaldes y líderes locales.
Países pequeños e isleños a menudo atraen este tipo de industria. Un caso es la isla de Malta. Sus obispos se pronunciaron en 2009 contra el crecimiento del juego comercial en su país. Sus argumentos: "el juego reduce la dignidad humana y es signo de una sociedad enferma que lo mide todo en términos de provecho".
Otro país pequeño que se resiste a la industria del juego es Timor, territorio de cultura católica independizado de la islámica Indonesia hace pocos años. Durante años la Iglesia pidió combatir a la industria del juego y en 2009 las autoridades civiles aceptaron colaborar en erradicar el juego. Muchas voces en la Iglesia pedían (como recuerda Ucanews) más ayuda para el tratamiento de los más perjudicados, los adictos.
En enero de 2009, también el arzobispo católico de Taipei, Hung Shan-Chuan, máximo pastor del catolicismo taiwanés, en una alianza con líderes budistas y protestantes, combatió el proyecto de legalizar casinos en las llamadas "islas exteriores" del país (el arzobispo mismo es nativo de una de ellas). Hay que señalar que cada pequeña isla tenía su propio referendum para aceptar si quería tener grandes casinos.
¿Se haría un referendum en España? Los argumentos taiwaneses: hay que crear riqueza con trabajo y esfuerzo, no con pereza y pensando que habrá suerte. El juego legal es mal ejemplo para los niños.
En las noticias de Televisa, en México, el portavoz de la Conferencia Episcopal Mexicana, Carlos Aguiar, obispo de Texcoco, se mostró rotundo respecto al tema en 2004: "Los casinos son un detonante que multiplican el delito, que multiplican la inseguridad, que multiplican la interferencia de los dueños de los casinos en la democracia, en cuanto a influencia política para determinar candidatos en el entorno de sus intereses".
También los obispos argentinos hablaron contra el aumento de los casinos en la región de Buenos Aires a inicios de 2008. El obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, pedía a las autoridades civiles un diálogo con la sociedad civil, incluyendo a la Iglesia, teniendo en cuenta que se trata de un tema de "enorme influencia en el ámbito ético de la población".
Maquinitas perversas
El obispo de La Rioja argentina, Roberto Rodríguez, criticaba especialmente en diciembre de 2011 la peligrosidad de las máquinas tragaperras: "el juego con las máquinas es perverso porque están programadas, son una verdadera estafa para los que van a jugar en ellas. Estamos en contra de las maquinitas". Al mismo tiempo sostuvo que "son peligrosas porque terminan enganchando a la gente y el problema es que generan tal ansiedad en el sujeto que sigue jugando".
También protestaba contra los horarios de 24 horas: antes, en la región, los horarios legales eran más limitados. Las asociaciones de adictos siempre han señalado que la nocturnidad aumenta los efectos de la adicción: en soledad, tarde por la noche, entre las luces hipnóticas de las máquinas, sin más distracciones, el adicto limita todo su mundo a la máquina, y en ella gasta su dinero.
En España se debate la instalación de un macrocomplejo de casinos, Eurovegas, en los alrededores de Madrid (probablemente en la diócesis de Getafe) o en los alrededores de Barcelona (sería en territorio de la diócesis de Sant Feliu). Sus obispos todavía no se han pronunciado sobre el tema.
Sí se ha pronunciado la asociación E-Cristians después de un largo y detallado análisis, mostrándose contudentemente en contra.