NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, CHILE
El año 1923, el Papa Pío XI declaró a la Virgen del Carmen como “Patrona de Chile”, con todos los privilegios que ello implica.
LA VIRGEN MARÍA Y SU PATRONATO EN AMÉRICA
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Patrona de Chile
EL MONTE CARMELO
A los que han tenido la dicha de hacer la peregrinación a los Santos Lugares de Palestina, nunca se les borrará de la memoria su paso por el monte Carmelo. Esta montaña que domina desde 170 metros de altura a la ciudad de Caiffa y al Mediterráneo, es una de las más hermosas de toda Palestina. Es, sin duda, una de las más célebres, y su paisaje encantador ha excitado el entusiasmo de Oriente, e inspirado numerosas comparaciones poéticas de la Sagrada Escritura.
Cuando el Esposo del Cantar de los Cantares desea poner más de relieve la hermosura de su Esposa, no encuentra expresión más adecuada que comparar su cabeza con el monte Carmelo: Caput tuum ut Carmelus. Cuando Isaías nos presenta el esplendor y gloria del futuro Mesías, le pinta coronado con la gloria del Líbano y revestido de todas las bellezas del Carmelo: Gloria Libani data est ei, decor Carmeli et Saron. Y nos muestra la gran estima que debemos tener a este santo Monte cuando dice que la justicia habitará en la soledad y la santidad tendrá su lugar sobre el Carmelo: Habitabit in solitudine iudicium, et iustitia in Carmelo sedebit. Finalmente, Dios mismo por boca de otro Profeta le colma de elogios, llamando al Carmelo, su tierra, su herencia: Terram meam et hereditatem meam, y a Jerusalén le prometió: En el día de mi amor, te saqué de Egipto a la tierra del Carmelo, como si este nombre encerrara en si todos los bienes con los que quería enriquecer a su pueblo, es decir a la Iglesia y a cada uno en particular.
LA MONTAÑA MARIANA
Lo que da más realce a este santo Monte es, además de la morada de Elías y la victoria que alcanzó sobre los profetas de Baal, la célebre visión que nos describe el primer Libro de los Reyes. Hacía tiempo que una gran sequía asolaba la tierra de Israel. Elías, conmovido por los sufrimientos de su pueblo, subió a la cumbre del Carmelo y postrándose en tierra y poniendo el rostro entre las rodillas, dijo a su siervo: Sube y mira hacia el mar. Subió, miró y dijo: No se ve nada. Elías le dijo: Vuelve hacerlo siete veces. La séptima vez dijo el siervo: Veo una nubecilla como la palma de la mano de un hombre. Poco después el cielo se oscureció, se levantó fuerte vendaval y cayó agua en abundancia.
Todos los exegetas y místicos ven en esta nubecilla, nubecula parva, una imagen profética de la Virgen María, que por la encarnación dio la vida y fecundidad al mundo. El primer Responsorio de la fiesta de los Santos del Carmelo lo dice expresamente: Elías oraba sobre la cumbre del Carmelo y en el símbolo de una nubecilla vio a la insigne Virgen. A los que Elías se revela así la amarán a causa de todas las maravillas que les manifestará esta visión.
De hecho, la Iglesia ha aprobado esta interpretación, añadiendo a los títulos gloriosos de la Santísima Virgen el de Nuestra Señora del Carmen y nos invita ella también a nosotros como el profeta con estas palabras: Sube y mira.
LA ORDEN DEL CARMEN
La tradición de la Orden del Carmen sostiene que los solitarios que moraron en esta santa cumbre, aun antes del cristianismo, honraron con verdadero culto a la que debía engendrar al Mesías. Aseguran también que muchos recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés, teniendo después la dicha de gozar del trato y familiaridad con la Santísima Virgen. De esta entrevista se llevaron una veneración y amor tan particulares, que tuvieron la alegría de ser los primeros que edificaron una capilla en su honor, en el mismo lugar donde Elías la había visto en figura de una nubecilla.
Desde sus comienzos, el Carmen vuelve sus ojos a la Santísima Virgen; y el libro titulado La Institución de los primeros monjes nos muestra a la Orden dominada por las grandes figuras que encarna su ideal, cada una según su rango: Elías y la Virgen María; siendo María para ellos la plenitud deslumbradora de la vida contemplativa, el modelo del servicio perfecto debido al Señor y la entrega total a su voluntad.
EL ESCAPULARIO
A mediados del siglo XIII San Simón Stock, General de la Orden del Carmen, recibió de manos de la Santísima Virgen, el sagrado Escapulario como testimonio de su amor y protección para todos aquellos que lo llevaran. Aseguró que todo el que muriera con este hábito no caería en el fuego eterno.
Un siglo después se apareció a Santiago de Euze, futuro Juan XXII, para anunciarle su próxima elevación al Sumo Pontificado mandándole publicar el privilegio de una pronta salida del Purgatorio, que había obtenido de su Hijo para los hijos del Carmen: Yo, su Madre, le dice, por una gracia especial descenderé a ellos el sábado siguiente a su muerte, y a todos los que hallare en el purgatorio, los libraré y los llevaré a la vida eterna.
La autoridad de los Soberanos Pontífices, hizo pronto asequibles estas gracias espirituales a los fieles con la institución de la Cofradía del Santo Escapulario, al participar sus miembros de todos los méritos y privilegios de la Orden del Carmen. Hoy son pocos los verdaderos cristianos que no lleven este escapulario o la medalla llamada del Monte Carmelo; y he aquí por qué la fiesta nuestros días, no es sólo la de una ilustre familia religiosa, sino también la de toda la Iglesia entera, puesto que toda ella es deudora a la Virgen del Carmen de innumerables beneficios y de una protección constante.
LA NUBE MÍSTICA
Reina del Carmelo, recibe hoy los votos de la Iglesia terrestre. Fuiste la única esperanza del mundo cuando gemía en una angustiosa espera sin fin. Impotente para penetrar aún tus grandezas, quiso a pesar de eso, adornarte con los más preciosos símbolos bajo este mundo de figuras; el reconocimiento anticipado mezclado de admiración, sirvió para crearte como una aureola sobrehumana de todas perfecciones de belleza, de fuerza y gracia que sugiere la vista de los lugares tan encantadores, de campiñas en flor, de cumbres pobladas de árboles, de valles fértiles, de este Carmelo principalmente que significa jardín de Dios. En su cumbre nuestros padres, que sabían que la Sabiduría tiene su trono en la nube, adelantaron sus ardientes deseos al signo salvador; y allí, debido a sus plegarias, se les dio lo que la Escritura llama ciencia perfecta y que designa como el conocimiento de los grandes caminos de las nubes. Y cuando Aquel que hace su carroza y su palacio de la oscuridad de la nube, se manifestó por ella en un recuerdo no lejano a la vista penetrante del Padre de los Profetas, se vio unirse a los más altos personajes de la humanidad en un grupo selecto en las soledades de la montaña bendita, como antiguamente Israel en el desierto, para observar los menores movimientos de la nube misteriosa, recibir de ella la única dirección en las veredas de esta vida, su única luz en la larga noche de esperas.
Oh María, que desde entonces presides las velas de los soldados de Cristo y nunca les has faltado un solo día desde que Dios descendió verdaderamente por Ti, no sólo cubres la región de Judea sino a toda la tierra con una nube cargada de un sinnúmero de bendiciones. Los hijos de los profetas lo experimentaron cuando la tierra de los profetas se hizo infiel, y tuvieron que llevar un día a otros lugares sus costumbres y tradiciones; comprobaron que el rocío fecundador de la nube del Carmelo llegaría hasta Occidente, que su protección se dejaría sentir en todas partes.
Esta fiesta, oh Madre divina, es el momento auténtico de su reconocimiento, acrecentado después con nuevas bendiciones, cuya munificencia acompañó a este otro éxodo de los últimos restos de Israel. Y nosotros, los hijos de la vieja Europa, con razón transmitimos el eco de su piadosa alegría; porque desde que las tiendas fueron levantadas alrededor de las colinas donde la nueva Sión fue edificada sobre Pedro, se ha esparcido por todas partes su lluvia llena de bendiciones, lanzando al abismo las llamas eternas, y apagando los ardores del lugar de la expiación.
LA DEVOCIÓN DE LA VIRGEN DEL CARMEN EN CHILE
La Santísima Virgen del Carmen es invocada en Chile como Madre y Reina, Patrona y Generala Jurada de las Fuerzas Armadas y de Orden. Títulos que son fruto del reconocimiento especial de la protección de la Madre de Dios a lo largo de nuestra historia.
Llegada de la devoción a la Virgen del Carmen a Chile
Con la predicación de los primeros misioneros, comenzó a extenderse por todas partes la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, y la devoción a su Madre. De hecho, los misioneros Agustinos, quienes llegaron a Chile el año 1595, junto con enseñar el Evangelio, dan a conocer y honran a la Santísima Virgen María, bajo la advocación del Carmen. Devoción que se extendió rápidamente en el pueblo y que acogió con un especial amor. Esto se manifestaba cada 16 de julio, día en que la Iglesia celebra la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, y cuya imagen, los Padres Agustinos sacaban en procesión por las principales calles de la ciudad. Fiesta que era precedida de una novena, es decir, nueve días antes de la celebración principal, donde el pueblo se preparaba espiritualmente y pedía a la Madre del Carmelo por las necesidades de la comunidad.
La Virgen del Carmen en la Historia de Chile
Dada esta confianza y amor especial del pueblo chileno por la Virgen del Carmen, es que comienza a ser invocada en los escenarios más importantes de nuestra historia. Invocación que es reconocida y admirada en diversas expresiones hacia la Madre del Salvador. De manera especial, en la lucha por la Independencia Nacional es donde se pide su maternal intercesión, lo que comienza a consolidarse gradualmente.
Después del Desastre de Rancagua, el año 1814, se restablece el poder español y los patriotas emigran a Mendoza, donde se reorganiza el Ejército Libertador de Los Andes. En este lugar y en el año 1817, el General José de San Martín junto al General Bernardo O’Higgins escogen a la Virgen del Carmen como su Patrona, jurándole fidelidad os oficiales y toda la tropa. Así, los patriotas, llenos de coraje invocaron a su Patrona en la travesía de Los Andes y en la Batalla de Chacabuco, logrando la victoria el 12 de febrero de 1817.
Pero aún faltaba un último esfuerzo para que se concretara todo. Por esta razón, el pueblo entero junto a las autoridades civiles, religiosas y militares, se reunió el sábado 14 de marzo de 1818 en la Catedral de Santiago. Ahí hicieron el siguiente juramento:
“En el mismo sitio donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un Santuario a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile, y los cimientos serán colocados por los mismos magistrados que formulan este voto y en el mismo lugar de su misericordia, que será el de su gloria” (Archivo O’Higgins Tomo X, pág. 380).
Lo cual se logró con la Batalla de Maipú el 5 de abril de 1818, lugar donde el General Bernardo O’Higgins, con sus propias manos, puso la primera piedra del que sería el Templo Votivo de Maipú, actualmente Santuario Nacional y Basílica del Carmen.
En la Guerra del Pacífico, entre varios testimonios, se encuentra el del Capellán Ruperto Marchant Pereira, quien como testigo ocultar de los hechos nos describe lo ocurrido en el Combate de Dolores el 19 de noviembre de 1879:
“Al ver llegar a escape a nuestro valiente General en Jefe llevando el estandarte de la Virgen del Carmen, al verle lanzarse al medio de la refriega, y contemplar cómo, casi al punto, principia a amainar el fuego infernal de la infantería enemiga… uno no puede menos de recordar aquellas grandes batallas en donde los enemigos del pueblo de Israel… se deshacían y desvanecían como la hojarasca que arremolina el viento”. (Testimonios de un Capellán Castrense en la Guerra del Pacífico. Editores Paz Larraín Mira y Monseñor Joaquín Matte Varas, pág. 95, Centro de Estudios Bicentenarios, 2004).
Testimonios de la Intercesión de la Virgen del Carmen
Desde el corazón de los Padres de la Patria y de tantos otros, han salido las manifestaciones más evidentes de la protección de la Virgen del Carmen a Chile. Son palabras que muestran una fe profunda y filial a María. Algunos de estos testimonios son:
Don Bernardo O’Higgins Riquelme: “El Estado de Chile es deudor a la protección de la Madre de Dios, bajo la advocación del Carmen, de la Victoria de Maipo. Ella lo salvó del mayor peligro en que jamás se vio”. Noviembre 18 de 1819, Palacio Directorial (Proclama sobre la construcción de un templo a la Virgen del Carmen en Maipú. Gaceta del 20-XI-1819. Archivo O’Higgins Tomo XIII, pág. 199).
Don José de San Martín: “La decidida protección que ha prestado al Ejército de Los Andes la Patrona y Generala, Nuestra Madre y Señora del Carmen, son demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a presentar a dicha Señora el adjunto bastón, como propiedad suya, como distintivo del mando supremo que tiene sobre dicho ejército” (Carta de San Martín al Reverendo Padre Guardián del Convento de San Francisco de Mendoza. Agosto 12 de 1818).
El Senado de Chile, en oficio al Supremo Director: “desea que para perpetua memoria… no pudiendo desentenderse de la singular protección con que ha favorecido nuestras Armas, la Soberana Reina de los Ángeles, bajo el título del Carmelo, se denomine una de las fragatas que han venido de Norteamérica, o el buque que V. E. eligiere, María del Carmen de Maipú”. (Gaceta Ministerial de Chile del 19 de diciembre de 1818. Archivo O’Higgins Tomo XI, pág. 305).
La Gaceta ministerial del 18 de junio de 1817, decía: “La triunfante Señora del Carmen va consolidando las victorias de la libertad, por hechos visibles”.
La Virgen del Carmen en la Bandera Nacional de Chile
El Presbítero Osvaldo Walker Trujillo, O.S.A., en el Anuario de Historia de la Iglesia en Chile del año 1999, volumen 17, publicó un artículo titulado Chile Mariano, un pueblo para Jesús. La Virgen del Carmen y los Agustinos”. Junto con destacar el trabajo de los sacerdotes agustinos en la propagación de la devoción a la Virgen del Carmen, señala el significado de la Estrella en la Bandera Nacional. Lo dice en los siguientes términos: “Nuestro pabellón patrio se exhibió por primera vez en Concepción y precisamente en la procesión de la Virgen del Carmen que sale actualmente de la Iglesia de San Agustín, desde tiempos coloniales,… Fue un domingo 12 de noviembre de 1817. Don Bernardo O’Higgins tiene que haber estado presente. Esta fue la “presentación pública de nuestra bandera nacional actual”, escribe el historiador Luis Valencia Avaria.
“El diseño había sido adoptado el 18 de octubre de 1817. Don Bernardo O’Higgins quiso dar relieve a su presentación y elige para ello la festividad de Nuestra Señora del Carmen que, por razones climáticas, se celebra el 12 de noviembre en dicha provincia. Fue confeccionada por dos vecinas de la ciudad: Loreto Pineda y su hermana, quienes no cobraron honorarios por su labor y dejaron constancia que lo habían hecho gratuitamente en obsequio a la Patrona del Ejército”. Ellas hacían referencia a la estrella como aurora, porque en las letanías de la Virgen se la invoca como Stella Matutina (Estrella de la Mañana).Y “…fue una estrella la que las hermanas Pineda pusieron en la bandera tricolor… esa estrella que representa a la Virgen, en este caso, la del Carmelo…” (Luis Valencia Avaria).
Es por esto, entonces, que en la Bandera Nacional, la solitaria estrella que resalta en un fondo azul, ha sido interpretada como la silenciosa presencia de María en nuestra historia. Recordemos también que los marineros, antes que se inventaran instrumentos de navegación sofisticados, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el océano. De aquí la analogía con la Virgen María quien como Estrella del Mar nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia puerto seguro que es Cristo.
La Coronación de la Virgen del Carmen como Patrona de Chile
El año 1923, el Papa Pío XI declaró a la Virgen del Carmen como “Patrona de Chile”, con todos los privilegios que ello implica. Sin embargo, no fue hasta el 19 de diciembre del año 1926 que se realizó su coronación. En el Parque Cousiño (actual Parque O’Higgins), en una solemne ceremonia donde participaron miles de chilenos. Monseñor Benedicto Aloisi Masella, legado pontificio, coronó a la Virgen del Carmen como Reina de nuestra Patria.
Después de este gran acontecimiento, todos los sacerdotes y el pueblo chileno recurren al amparo de la Madre del Salvador en todo momento y necesidad. Como siempre, Ella educa y orienta la vida de todos los fieles hacia el encuentro con Jesús.