Delitos y Celibato, por Deal Hudson
La Iglesia siempre debe y trata de discernir si un candidato a sacerdote es verdaderamente digno y apto mental, física y espiritualmente.
El periodista Deal Hudson analiza los mitos promovidos por redes y medios interesados sobre la pedofilia de los sacerdotes.
Fuente: «CRISIS MAGAZINE» 4 de abril
Columna de Deal Hudson
Nos enfrentamos al drama de los abusos de menores, extendido en todos los horizontes de la sociedad humana, donde los abusadores forman parte del mismo circulo familiar, pasando por profesionales y personal de asistencia, llegando hasta representantes de las diversas denominaciones religiosas, lo que se traduce en una singular sensibilidad e impacto.
Pero también se hace evidente la centralización, de los medios y las redes, en dar énfasis en los casos de eclesiásticos católicos y evangélicos, no asumiendo el problema como un mal social, que exige ser abordado como un síntoma de una sociedad abusiva, sexualizada y mentalmente perturbada.
En nuestro precario diagnóstico, es evidente que se trata de una oportunidad utilizada en quienes necesitan ver desacreditada la imagen y autoridad moral de la institución que, con mayor fuerza, ha levantado la voz ante el genocidio, la esclavitud, el abuso laboral, la segregación racial, los efectos de la guerra, el aborto y la eutanasia.
Se suma la lamentable reacción de los mismos fieles, que lejos de un discernimiento maduro y objetivo, toman distancia asumiendo criterios o mitos que se van masificando.
Analizamos algunos:
Mito 1: ¿Es más probable que sacerdotes católicos, en comparación con otros grupos de hombres, sean pedófilos?
Esto es simplemente falso. No existe evidencia alguna de que los sacerdotes estén más inclinados a abusar de los niños que otros grupos de hombres.
El uso y abuso de los niños como objeto de gratificación sexual por parte de los adultos es epidémico en todas las clases sociales, profesiones, religiones y grupos étnicos alrededor del mundo, según lo demuestran claramente las estadísticas acerca de la pornografía, el incesto y la prostitución infantil. La pedofilia (el abuso sexual de niños preadolescentes) entre los sacerdotes es extremamente rara, pues afecta solamente al 0.3% del clero. Esta cifra, citada en el libro Pedophiilia and Piresthood (Pedofilia y Sacerocio), escrito por el estudioso no-católico Philip Jenkins, está tomada del estudio más amplio que existe hoy día sobre este tema. Concluye que solamente uno de entre 2,252 sacerdotes que formaron parte del estudio a lo largo de un período de más de 30 años, se ha visto afectado por la pedofilia. En los escándalos recientes de Boston, solamente 4 de entre más de los 80 sacerdotes etiquetados por los medios de comunicación como «pedófilos» son en realidad culpables de abusar de niños pequeños.
La pedofilia es un tipo particular de desorden sexual compulsivo en el cual un adulto (hombre o mujer) abusa de niños preadolescentes. La gran mayoría de los escándalos sexuales del clero que están saliendo a la luz ahora no entran propiamente en la categoría de pedofilia. Más bien, se deben calificar como efebofilia o atracción homosexual hacia adolescentes. Aunque el número total de sacerdotes que cometen abuso sexual es mucho más alto que el de los que son culpables de pedofilia, la cifra total queda aún por debajo del 2% que es semejante al porcentaje que se da entre hombres casados (Jenkins, Pedophilia and Priests).
Con ocasión de la crisis actual en la Iglesia, otros grupos religiosos e instituciones no religiosas han admitido tener problemas semejantes tanto de pedofilia como de efebofilia entre las filas de su clero o personal. No hay evidencia de que la pedofilia sea más común entre el clero católico, que entre los Ministros protestantes, los líderes Judíos, los médicos, o miembros de cualquier otra institución en la que los adultos ocupen posiciones de autoridad sobre los niños.
Philip Jenkins, profesor de Historia y Estudios Religiosos de la Universidad de Pensilvania, afirma que se concentra el foco en los católicos prescindiendo de lo que ocurre en otras confesiones, y sobre todo en los maestros y profesores. Otro estudio, realizado durante los primeros seis meses del 2002, lo constata: Los 61 mayores periódicos de California publicaron 2.000 historias sobre posibles casos de pedofilia de sacerdotes por solo 4 acerca de abusos en escuelas públicas, a pesar de ser abrumadoramente más numerosos según los datos oficiales.
Remontándose a 1940, se acumulan denuncias para aportar la cifra de 4.000 sacerdotes pederastas en Estados Unidos. Hay otra forma más honesta de presentar la cifra. En aquel país de 300 millones de habitantes con más de 2,5 millones de escolares y 763.000 universitarios en centros católicos, y 20.000 parroquias, se han dado a lo largo de medio siglo, algo menos de 8 denuncias de pedofilia sacerdotal al año (y bajando). En Alemania, también denuncias, y no juicios ni sentencias, solo el 0,037% de las formuladas los últimos 15 años corresponden a sacerdotes. Es decir el 99,96% de los pedófilos son seglares. ¿A nadie se le ocurre preguntar en qué creen ese 99,96%?.
El efectismo se multiplica al eliminar todo contexto. En España un estudio de 1994 del doctor Félix López, encargado por el Ministerio de Asuntos Sociales, señaló que los abusos a menores cometidos por maestros y profesores afectaban al 23% de las niñas y al 10% de los niños. El Departamento de Educación de Estados Unidos consideraba el 2004 que entre el 3,5% y el 6% de los alumnos habían sido objeto de una actuación sexual inadecuada por parte de sus profesores, cifra coincidente con la encuesta oficial del 2003 que sitúa el dato en el 6,7%. Si los sacerdotes católicos hubieran actuado igual, y considerando solo las escuelas, el número de casos en los últimos 50 años debería haber sido de unos 225.000 a 300.000 para igualar el ratio de los seglares, pero solo fueron 4.392, es decir sesenta veces menos.
Mito 2. ¿El estado célibe de los sacerdotes conduce hacia la pedofilia?
El celibato no es causa de ninguna adicción sexual desviada, entre las que se cataloga la pedofilia. De hecho, en comparación con los sacerdotes, es tan probable que los hombres casados abusen sexualmente de los niños (Jenkins, Pedophilia and Priests). Entre la población general, la mayoría de los transgresores son hombres heterosexuales reincidentes que abusan sexualmente de las niñas. También hay mujeres que cometen este tipo de abusos sexuales. Aunque es difícil obtener estadísticas exactas sobre el abuso sexual de los niños, los rasgos característicos de los que repetidamente cometen abuso sexual con niños han sido bien descritos. El perfil de los abusadores sexuales de niños nunca incluye adultos normales que se sienten atraídos eróticamente hacia los niños como resultado de la abstinencia (Fred Berlin, Compulsive Sexual Behaviors, in Addiction and Compulsion Behaviors [Boston: NCBC, 1998]; Patrick J. Carnes, Sexual Compulsion: Challenge for Church Leaders, in Addiction and Compulsion; Dale O´Leary, Homosexuality and Abuse).
Mito 3. ¿Si los sacerdotes se casaran, desparecerían la pedofilia y otras formas de conducta sexual desviada?
Algunas personas incluyendo algunos disidentes católicos que suelen expresar su disconformidad en público se están aprovechando de esta crisis para promover sus propios intereses. Como respuesta a los escándalos, algunos están exigiendo que el clero sea casado, como si el matrimonio hiciera que «ciertos» hombres dejasen de molestar sexualmente a los niños. Esta afirmación se desmiente con las estadísticas mencionadas antes sobre el hecho de que, comparados con los sacerdotes célibes, es igualmente común que los hombres casados abusen sexualmente de los niños. (Jenkins, Pedophilia and Priests).
Dado que ni el ser católico ni el ser célibe predispone a una persona a caer en la pedofilia, el clero casado no resolvería el problema (Doctors call for pedophilia research, The Hartford Currant, March 23). No hay más que mirar a las crisis en otras religiones, sectas o profesiones para ver este punto con claridad.
El hecho es que hombres heterosexuales sanos no suelen caer en la atracción erótica hacia los niños como resultado de su abstinencia.
Mito 4. ¿El celibato sacerdotal fue una invención medieval?
Mentira. En la Iglesia católica de Occidente, el celibato se practicó ya universalmente a partir del siglo IV, comenzando con la adopción que S. Agustín hizo de la disciplina monástica para todos sus sacerdotes. Además de las muchas razones prácticas para adoptar esta disciplina se suponía que era un buen medio para evitar el nepotismo el estilo de vida célibe permitía a los sacerdotes ser más independientes y disponibles. Este ideal era también una oportunidad para que los sacerdotes dieran también testimonio del mismo estilo de vida que sus hermanos los monjes. La Iglesia no ha cambiado las normas del celibato, porque con el paso de los siglos se ha dado cuenta del valor práctico y espiritual que posee (Pablo VI, carta encíclica sobre El celibato sacerdotal, 1967). De hecho, incluso en la Iglesia católica del Este que admite también la posibilidad de tener sacerdotes casados los obispos son elegidos solamente entre los sacerdotes no casados.
Cristo reveló el verdadero valor y significado del celibato. Los sacerdotes católicos, desde S. Pablo hasta el presente le han imitado en la total donación de si mismos a Dios y a los demás viviendo célibes. Aunque Cristo elevó el matrimonio al nivel de sacramento que revela el amor y vida de la Santísima Trinidad, él fue también testigo vivo de la vida futura. Los sacerdotes célibes son para nosotros testigos vivos de esta vida futura en la cual la unidad y el gozo del matrimonio entre un hombre y una mujer son sobrepasados por la perfecta y amorosa comunión con Dios. El celibato entendido y vivido adecuadamente libera a la persona para amar y servir como Cristo lo hizo.
En los últimos cuarenta años, el celibato ha sido un testimonio todavía más poderoso del sacrificio amoroso de hombres y mujeres que se ofrecen a si mismos para servir a sus comunidades.
Mito 5. ¿Mujeres sacerdotes ayudarían a solucionar el problema?
No hay en absoluto ninguna conexión lógica entre el comportamiento desviado de una pequeña minoría de sacerdotes varones y la inclusión en sus filas de las mujeres. Aunque es verdad que según muestran la mayoría de las estadísticas sobre abuso de niños es más común que los hombres abusen de ellos, el hecho es que también hay mujeres que molestan sexualmente a los niños. En 1994, el National Opinion Research Center demostró que la segunda forma más común de abuso sexual de niños era el de mujeres que abusaban de niños varones. Por cada tres varones abusadores sexuales de niños, hay una mujer abusadora. Las estadísticas sobre las mujeres que abusan sexualmente de otros son más difíciles de obtener porque el crimen es más oculto (entrevista con el Dr. Richard Cross, «Una cuestión de carácter», National Opinion Research Center; cf. Carnes). Además, es más imporbable que sus víctimas más frecuentes, los niños, reporten los abusos sexuales, especialmente cuando el abusador es una mujer (O´Leary, Child Sexual Abuse).
Hay razones por las cuales la Iglesia no puede ordenar sacerdotes a las mujeres (como Juan Pablo II ha explicado en numerosas ocasiones). Pero esto nos sacaría ahora del tema. El debate sobre la ordenación de las mujeres no está para nada relacionado con el problema de la pedofilia ni con otras formas de abuso sexual.
Mito 6. ¿La homosexualidad no está conectada con la pedofilia?
Esto es simplemente falso. Es tres veces más probable que los homosexuales sean pedófilos que los hombres heterosexuales. Aunque la pedofilia exclusiva (atracción hacia los preadolescentes) es un fenómeno extremo y raro, un tercio de los varones homosexuales sienten atracción por los adolescentes (Jenkins, Priests and Pedophilia). La seducción de adolescentes varones por parte de homosexuales es un fenómeno bien documentado. Esta forma de comportamiento desviado es el tipo más común de abuso obrado por sacerdotes y está directamente relacionado con el comportamiento homosexual.
Como Michael Ross muestra en su libro, Goodbye!, Good Men ((Adiós,
hombres buenos!), hay una activa sub-cultura homosexual dentro de la Iglesia. Esto se debe a varios factores. La confusión que se ha dado en la Iglesia como resultado de la revolución sexual de los años 60, el tumulto posterior al Concilio Vaticano II, y una mayor aprobación de la homosexualidad por parte de la cultura. Todo esto hizo que se creara un ambiente en el cual homosexuales varones activos fueron admitidos y tolerados en el sacerdocio. La Iglesia se ha apoyado también más en la psiquiatría para valorar la idoneidad de a los candidatos al sacerdocio y para tratar a los sacerdotes que tenían problemas. En 1973, The American Psychological Association (Asociación Psicológica Americana) dejó de considerar la homosexualidad como una orientación objetivamente desordenada y la suprimió de su Manual Diagnóstico y Estadístico (Nicolosi, J., Reparative Therapy of Male Homosexuality, 1991; Diamond, E,. Et al. Homosexuality and Hope, documento no publicado de la CMA). Lógicamente, el tratamiento de comportamientos sexuales desviados se vio afectado por este cambio de actitud.
Mientras la actitud de la Iglesia hacia quienes tienen problema de atracción homosexual se ha caracterizado por la compasión, también ha sido firme y constante en sostener el punto de vista de que la homosexualidad es objetivamente desordenada y que el matrimonio entre un hombre y una mujer es el único contexto propio para el ejercicio de la actividad sexual.
Una buena parte de las denuncias por pederastia corresponden por la edad del afectado a relaciones homosexuales. Según la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la que llegan los casos diocesanos más graves, el 60% corresponden a relaciones homosexuales, el 30% con mujeres, y solo el 10% son de naturaleza pedófila. En España se asume, impasible el ademán, la regulación legal vigente que permite las relacione sexuales entre un adulto y un mayor de ¡13 años! Aquí la ley es generosa con el pederasta y casi nadie protesta. Lo que en el área anglosajona sería un delito grave aquí no lo es.
Mito 7. ¿La Jerarquía católica no ha hecho nada para solucionar la pedofilia?
Aunque todos estamos de acuerdo en que la jerarquía no ha hecho lo suficiente, esta afirmación es, sin embargo, falsa. Cuando el Código de Derecho Canónico fue revisado en 1983, se añadió un pasaje importante:
El clérigo que comete cualquier otra ofensa contra el sexto mandamiento del decálogo, si la ofensa fue cometida con violencia o amenazas, o públicamente o con un menor de 16 años (ahora se ha extendido hasta los 18), debe ser castigado justamente, sin excluir la expulsión del estado clerical (CIC c. 1395,2*).
Pero ciertamente, no es lo único que la Iglesia ha hecho. Los obispos, comenzando con el Papa Pablo VI en 1967, publicaron una advertencia dirigida a los fieles sobre las consecuencias negativas de la revolución sexual. La encíclica papal Sacerdotalis coelibatus (sobre el celibato sacerdotal), trató el tema del celibato sacerdotal en medio de un ambiente cultural que exigía mayor «libertad» sexual. El Papa volvió a reafirmar el celibato al mismo tiempo que apelaba a los obispos para que asumieran responsabilidad por «los hermanos sacerdotes afligidos por dificultades que ponen en peligro el don divino que han recibido». Aconsejaba a los obispos que buscaran ayuda para estos sacerdotes, o, en casos graves, que pidieran la dispensa para los sacerdotes que no podían ser ayudados. Además, les pidió que fuesen más prudentes al juzgar sobre la aptitud de los candidatos al sacerdocio.
En 1975, la Iglesia publicó otro documento llamado Declaración sobre ciertas cuestiones sobre la ética sexual (firmado por el cardenal Seper y el arzobispo Hamer) que trataba explícitamente, entre otros asuntos, el problema de la homosexualidad.
Tanto el documento de 1967 como el de 1975 tratan el tema de las desviaciones sexuales, incluso la pedofilia y la efebofilia, que son especialmente frecuentes entre los homosexuales.
En 1994, el Ad hoc Committee on Sexual Abuse (Comité sobre abuso sexual de la Conferencia Episcopal Americana) publicó unas orientaciones dirigidas a las 191 diócesis de Estados Unidos para ayudarles a crear unas líneas de acción para tratar el problema de abuso sexual de menores. Casi todas las diócesis redactaron sus propias directrices (USCCB document: Guideliness for dealing with Child sexual Abuse, 1993-1994). En estas fechas la pedofilia se reconocía ya como un desorden que no podía ser curado, y como un problema que se estaba agravando debido al aumento de la pornografía. Antes de 1994, los obispos siguieron la opinión de los psiquiatras expertos que creían que la pedofilia podía ser tratada con éxito. Los sacerdotes convictos de abuso sexual eran enviados a uno de los establecimientos especializados de los Estados Unidos. Los obispos frecuentemente se basaban en los juicios de los expertos para determinar si los sacerdotes estaban listos para volver al ministerio. Esto no mitiga la negligencia por parte de algunos miembros de la jerarquía, pero por lo menos ayuda a entender mejor la cuestión.
Como respuesta a los escándalos recientes, algunas diócesis están creando comisiones especiales para afrontar los casos de abuso de menores, y también están creando grupos de defensa de las víctimas; y están reconociendo oficialmente que se debe atender inmediatamente cualquier legítima acusación.
La mentira. Se propaga que la Iglesia condena a excomunión a las víctimas que denuncian el delito, cuando en realidad establece lo contrario en la instrucción de “Crimen Solicitacionis“ de 1962 (actualizada en la revisión del Código Canónico de 1983 “Delictis gravioribus”). También se ha prodigado que el Papa “tapó” el caso del cura pedófilo Murphy. Denunciado en 1975, su caso fue archivado por la justicia por falta de pruebas, aunque la diócesis lo apartó de sus tareas por prudencia. 20 años después el caso viajó a Roma junto con otros y en relación a tema de naturaleza canónica: la posible vulneración del sacramento de la confesión. Pero incluso en este segundo hecho el entonces Cardenal Ratzinguer no intervino. ¿Cuál es la base para acusar a Benedicto XVI? Ninguna, pero el The New York Times y sus palmeros han llenado páginas con todo ello. La implicación del celibato sacerdotal con la pederastia es otro ejemplo. La literatura científica señala que no existe ninguna relación. Una de tantas referencias puede encontrarse en el estudio “Sexual Abuse in Social Context: Clergy and Other Professional”. A pesar de ello se insiste como si la concomitancia fuera cierta.
Se acusa a la Iglesia de no haber hecho nada sobre esta cuestión. Es falso. De hecho es la única gran organización que trata con menores que ha adoptado medidas decisivas. Ningún gobierno de ningún país ha hecho nada parecido, a pesar que la lacra es mucho mayor en los centros públicos. Nadie más lo reconoce públicamente. Ningún periódico ha pedido jamás la cabeza de un ministro de educación o un secretario general por esta causa. La Iglesia desde 1983 ha establecido, revisado y ampliado normas, adoptado decisiones públicas de gran dureza, como con el padre Maciel, ha suspendido sacerdotes, cerrado las parroquias, aportado dinero sin obligación judicial. ¿Quién puede decir lo mismo? Con mucho menos motivo ha hecho mucho más.
Todo esto no significa menospreciar los delitos que se hayan cometido, sino situarlos en su contexto real. La pederastia es una maligna tentación humana. Si practicáramos el método descrito, los españoles aparecerían como unos pedófilos empedernidos. No digamos ya los maestros y profesores. Pero sabemos que unos y otros son personas normales, con excepciones. Pues bien, esa excepcionalidad en la Iglesia es todavía mucho mayor, y al presentarla como si fuera lo contrario se comete una gran injusticia. La realidad sacerdotal es otra:
Cuando en el lugar más remoto y violento, la ONU, y las ONG abandonan el territorio, los misioneros, las monjas, permanecen. Centenares de ellos mueren cada año por esta causa. En el lugar más cercano, cuando el pobre o el desesperado busca ayuda acude a una parroquia. Cientos de miles de familias de aquí confían sus hijos a escuelas católicas. Son millones en el mundo. Así continuará siendo sin que los escándalos sobre la pederastia les afecten, porque confían en la Iglesia y en sus sacerdotes. Esa es la realidad. Juzgarla exige medirlo todo y medirlo bien.
Artículo publicado en La Vanguardia el 4 de abril 2010
Mito 8. ¿La enseñanza de la Iglesia sobre moralidad sexual es la causa del problema?
La enseñanza de la Iglesia sobre la moralidad sexual se basa en la dignidad de la persona humana y en la bondad de la sexualidad humana. Esta enseñanza condena el abuso de los niños en todas sus formas, lo mismo que condena otros crímenes sexuales reprensibles como la violación, el incesto, la pornografía infantil y la prostitución infantil. En otras palabras, si estas enseñanzas se vivieran, no existiría el problema de la pedofilia.
La creencia de que esta enseñanza conduce a la pedofilia se basa en un concepción falsa o en una deliberada falsa interpretación de la moral sexual católica. La Iglesia reconoce que la actividad sexual sin el amor y compromiso que se da solamente en el matrimonio, disminuye la dignidad de la persona humana y a fin de cuentas es destructiva. En lo que se refiere al celibato, siglos de experiencia han probado que hombres y mujeres pueden abstenerse de la actividad sexual al mismo tiempo que se realizan plenamente viviendo una vida sana y llena de sentido.
Mito 9. ¿Los periodistas católicos han ignorado el problema de la pedofilia?
Como todo lector de CRISIS sabe, esta afirmación es claramente falsa. Nuestro artículo de portada de octubre de 2001 se titulaba así: The High Price of Priestly Pederasty, (El alto precio de la pederastia de los sacerdotes), una exposición del escándalo que saldría a la superficie en el resto de la prensa tres meses después. Puedes leer nuestro artículo haciendo click sobre el título.
Y nosotros no fuimos los únicos que hemos seguido el problema de pedofilia/pederastia. Charles Sennot, autor de Broken Covenant, Rod Dreher de la National Review, el cofundador de CRISIS, Ralph McIncerny, Maggie Gallagher, Dale O´Leary, The Catholic Medical Association, Michael Novak, Peggy Noona, Bill Donohue, Dr. Richard Cross, Philip Lawler, Alan Keyes, and Msgr. George Kelly han cubierto este tema ampliamente.
El hecho de que el resto de los medios de comunicación haya ignorado nuestro trabajo, no significa que no lo hayamos hecho.
Mito 10. ¿El requisito del celibato causa un número alto de sacerdotes sexualmente desequilibrados?
Primero de todo, no existe un «alto número de sacerdotes sexualmente desequilibrados». De nuevo afirmamos que la gran mayoría de los sacerdotes son normales, sanos y fieles. Cada día demuestran que son dignos de la confianza de aquellos cuyo cuidado se les ha confiado.
En segundo lugar, quienes no se sienten llamados a una vida de celibato están ipso facto excluidos de poder ser sacerdotes católicos. De hecho, la mayoría de los hombres no está llamada a ser célibe. Sin embargo, algunos están llamados, y de entre ellos algunos están llamados por Dios al sacerdocio.
La vocación sacerdotal, como el matrimonio, requiere el mutuo y libre consentimiento de ambas partes. Por tanto, la Iglesia debe discernir si un candidato es verdaderamente digno y apto mental, física y espiritualmente para comprometerse a una vida de servicio sacerdotal. El deseo que un candidato tenga de ser sacerdote no constituye de por sí una vocación. Los directores espirituales y vocacionales conocen ahora mejor que nunca las deficiencias de carácter que hacen que un candidato, en otros campos cualificado, no sea apto para el sacerdocio.
El hecho de que en la Iglesia de Dios han habido personas que han cometido inmoralidades es lamentable y es una realidad. Quienes cometieron tales crímenes, sea cual sea su condición, oficio y religión, tendrán que dar cuenta a Dios por ello. De la misma Biblia citamos esta cita:
¡Ay del mundo por los escándalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan escándalos, pero ¡ay de aquel hombre por quien el escándalo viene! Mateo 18,7
El mismo Jesucristo según nuestro criterio advertía que esto ocurriría y lo puso en la parábola del trigo y la cizaña.
“Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” El les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?” Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.»»” Mateo 13,24-30
Esto se hizo patente incluso entre los 12 apóstoles escogidos a dedo por Cristo, uno de los cuales (Judas) llegó a ser un traidor.
Y aunque estos casos son lamentables y engendran un profundo dolor en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, no es correcta la actitud de sus amigos (tanto testigos de Jehová como demás protestantes), porque tienden a generalizar y a enlodar la reputación de la Iglesia Católica entera, por una ínfima minoría. Esto lo ha demostrado un investigador protestante (Philip Jenkins) quien luego de realizar la más completa investigación hasta el momento concluye que solamente uno de entre 2.252 sacerdotes que formaron parte del estudio a lo largo de un período de más de 30 años, se ha visto afectado por la pedofilia. El libro donde publica su investigación puede ser adquirido en diversas librerías, y por Internet en Amazon.com en el siguiente ENLACE
Así, aunque han habido entre nosotros Judas, también han habido muchos santos que han llegado incluso a dar su vida por la fe, y ellos también han sido miembros de la Iglesia. En todas partes hay pecadores, empezando por nosotros mismos, y si tu amigo cree que donde milita es la excepción está equivocado.
¿Y que de los testigos de Jehová? ¿No ocurren casos similares?
Otro gran error de su amigo testigo de Jehová parece ignorar que entre ellos también se han visto casos de este tipo, y no son pocos, al punto que ellos mismos confiezan en sus publicaciones:
La realidad en otras denominaciones religiosas:
Los Testigos de Jehova:
La Atalaya del 1º de enero de 1986, Pág.13, párrafo12, dice:
“Por extraño que parezca, aun personas prominentes en la organización de Jehová han sucumbido a prácticas inmorales, como la homosexualidad, el intercambio de esposas y abuso deshonesto de menores. También ha de decirse que, de las 36.638 personas que fueron expulsadas de la congregación cristiana el año pasado, la mayor parte de las expulsiones tuvieron que ver con prácticas inmorales”.
Habría que ser muy caradura para generalizar diciendo que otras Iglesias están llenas de pecadores, mientras ellos que son solamente 8 millones, tuvieron que expulsar solamente en 1 año a más 36.000 personas, entre los cuales están incluidas personas “prominentes” dentro de dicha organización (cifras que ellos mismos dan).
Inclusive recientemente el New York Times publicó un artículo donde se revela la historia de William Bowen, un anciano de los testigos de Jehová que luego de renunciar a su cargo comenzó un grupo para monitorear el abuso sexual y luego de denunciar no solo la gran cantidad de casos sino la nula acción que toma la WatchTower terminó siendo expulsado.
Entre algunas noticias y artículos relacionados puedes consultar:
Fuentes internas revelan que hay 23,720 abusadores de menores reportados / sin reportar en los archivos en las oficinas de la sede principal del Testigo de Jehová en Nueva York
Testigo de Jehová encarcelado por abusar de niños
Miembro de Betel arrestado por poseer fotos de desnudos y por otros crímenes contra menores
Puede consultar el sitio http://www.silentlambs.org para más noticias similares. (Es un sitio creado para ayudar y dar soporte a las las víctimas de abusos sexuales por parte testigos de Jehová)
¿Y que del resto de protestantes? ¿No ocurren casos similares?
Tristemente estos casos también ocurren entre comunidades eclesiales protestantes. Un ejemplo lo podemos tomar del artículo “LOBOS RAPACES” …cómo son y cómo reconocerlos…” escrito por el pastor evangélico Bernardo Stamateas.
Múltiples también son los casos que se han hecho públicos, entre tantos podemos mencionar el de Ted Haggard (casado con 5 hijos, presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos, un grupo que en Estados Unidos tiene unos 30 millones de fieles, y que se reunía frecuentemente con George Bush), quien por un lado daba duros discursos contra la homosexualidad, pero por el otro mantenía una relación de 3 años con un prostituto homosexual. Cuando estalló el escándalo primero lo negó pero luego terminó confesando y renunciando a su puesto. Posteriormente declaró que con una terapia intensiva de 3 semanas había descubierto que era completamente heterosexual, con lo cual pudo volver a ministrar como pastor.
Puede ver esta noticia aquí:
Lider evangélico homosexual asegura que se ha ‘recuperado’.
Otros tantas noticias similares:
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Conclusión
Como hemos visto, en todas partes han habido situaciones dolorosas, de las que no solo el mundo religioso sino que todos la sociedad y cada familia debe hacerse cargo.
Es necesario junto con las medidas necesarias de los lideres religiosos y la Jerarquía Católica, asumir el problema con una reflexión que reconozca la raíz en una de corrupción moral que se quiere silenciar e inclusive promover, y exigirse un cambio de vida y conducta que ayude a desarrollar una vida afectiva, moral y espiritual sana y edificante.
Desde las posibilidades humanas, esta meta nos parece imposible.
La respuesta puede estar en el mismo ámbito que los medios, redes y poderes interesados intentan abatir con estas heridas.
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