Matrimonio, paternidad y maternidad

Matrimonio, paternidad y maternidad

16 de marzo de 2021 Desactivado Por Regnumdei

Si se crean familias en las que uno de estos dos desaparece, también se esfuma una correcta comprensión de la naturaleza y fin de la condición humana.

Si no se da la unión entre hombre y mujer, la capacidad educativa de esta unión en relación a sus descendientes se ve radicalmente mermada, sobre todo en todo aquello que depende del reconocimiento, afectividad y rol de los dos componentes necesarios del género humano: el hombre y la mujer. Si se crean familias en las que uno de estos dos desaparece, también se esfuma una correcta comprensión de la naturaleza y fin de la condición humana.

La familia no es un nombre sino aquel tipo de vínculo social, institución, que es capaz de desarrollar una serie de funciones que son aquellas que hacen posible que la sociedad exista y evolucione en términos positivos.

La familia se fundamenta en la existencia de un vínculo estable, el matrimonio, y una complementariedad genotípica y fenotípica entre los dos componentes de la especie humana, el hombre y la mujer. Es precisamente de esta complementariedad de la que surgen todas sus capacidades. La primera de ellas es la de generar con carácter general descendencia. Cuando se intentan presentar otras formas de unión, como el matrimonio homosexual, se está diciendo que aquella complementariedad es una cuestión marginal, sin ningún tipo de interés. Esto, evidentemente, es una brutalidad desde el punto de vista científico, una gran irracionalidad, porque precisamente es aquella complementariedad la que caracteriza desde el origen a la especie humana. Negarla significa negar todo sentido a la evolución. Si no tuviera interés, a lo largo de la humanidad este vínculo hubiera desaparecido, hubiera quedado situado en un papel marginal o indeterminado junto a otros tipos. Pero, no es así y la razón es bien evidente. Se trata de la descendencia, pero también de algo más, de la capacidad educadora que aquella complementariedad posee para que la descendencia pueda socializarse, pueda integrarse en las mejores condiciones posibles en la sociedad de su época.

Si no se da la unión entre hombre y mujer, la capacidad educativa de esta unión en relación a sus descendientes se ve radicalmente mermada, sobre todo en todo aquello que depende del reconocimiento, afectividad y rol de los dos componentes necesarios del género humano: el hombre y la mujer. Si se crean familias en las que uno de estos dos desaparece, también se esfuma una correcta comprensión de la naturaleza y fin de la condición humana.

Naturalmente, hay más contraindicaciones, porque siendo el vínculo entre hombre y mujer el marco de una unión estable, como es el matrimonio, y capaz de generar descendencia, la única fuente primaria capaz de generar capital humano y capital social, su alteración posee la capacidad de crear grandes daños a medio y largo plazo. No existe alternativa al matrimonio, a la paternidad y a la maternidad, y querer negar esto, destruirlo por confusión, nos sitúa ante la nada.

F. M.