México: obispos aprueban normas “anti-pederastia”
Desde el año 2001 a la fecha El Vaticano atendió más de 120 supuestos casos de abusos sexuales contra menores por parte de clérigos católicos en México. Para prevenir y combatir estos abominables actos la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) acaba de aprobar un documento de líneas-guía: un texto que busca atender de frente el problema de la pederastia y su conjunto.
Fruto del trabajo de una comisión formada por especialistas en derecho canónico, derecho civil, psicología y pedagogía, el escrito fue aprobado el 18 de abril durante la más reciente asamblea plenaria de los obispos del país. El coordinador de la redacción y pastor de la diócesis de Tula, Juan Pedro Juárez Meléndez, trabajó en medio de un gran hermetismo.
Así la Iglesia mexicana se apresta a dejar atrás la discrecionalidad en el manejo de los abusos contra menores. Lo hará imponiendo una “cultura de la transparencia” que sustituya la “cultura del silencio” muy difundida en el pasado y cuyo exponente más emblemático fue el poderoso sacerdote Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo quien, entre otras cosas, por años se comportó como un pedófilo incorregible.
En una entrevista el obispo coadjutor de Papantla, Jorge Carlos Patrón Wong, aseguró que las nuevas políticas aprobadas por el episcopado son un “paso claro y firme” en la renovación de la Iglesia porque permitirán la atención cercana y amorosa a las víctimas, sus familias y a la comunidad ofendida.
“El documento se caracteriza por el énfasis que pone en la prevención de posibles abusos y la selección de los candidatos al sacerdocio. Une los elementos humanos psicológicos, espirituales y vocacionales que la experiencia en los seminarios mexicanos han demostrado como eficaces para formar personalidades sanas, coherentes y alegres de los futuros sacerdotes. Y tiene en cuenta todos los aspectos de la legislación civil mexicana”, indicó.
En la redacción de las nuevas líneas-guía el prelado aportó sus conocimientos como psicólogo, pero también sus experiencias como ex presidente de las organizaciones de los Seminarios Mexicanos (Osmex) y de los Seminarios Latinoamericanos (Oslam). Y contribuyó con las recomendaciones del mismo Vaticano, transmitidas a todas las conferencias episcopales del planeta hace casi un año durante el simposio “Hacia la sanación y la renovación” que organizó en Roma la Pontificia Universidad Gregoriana.
Patrón Wong fungió como conferencista en ese curso, cuyo principal objetivo fue brindar asesoría a los obispos de los diversos países en el proceso de redacción de sus propias normas “anti-pederastia” y así cubrir una exigencia directa de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El 3 de mayo de 2011 el prefecto de esa sección de la Santa Sede, el cardenal William Joseph Levada, envió a todos los obispos del mundo una circular en la cual pidió que cada conferencia episcopal redacte un documento con “procedimientos claros y coordinados en el manejo de los casos de abuso”. Y puso una fecha límite de entrega: los últimos días de mayo 2012.
Según previó el coadjutor de Papantla en las próximas semanas el episcopado mexicano enviará a Roma sus líneas-guía para una aprobación final, condición necesaria antes de darlas a conocer públicamente en su totalidad.
Aunque por ahora su contenido específico permanece reservado, Patrón anticipó que las respuestas a este flagelo integradas en el texto “están basadas en la verdad y en el amor”, lo cual permitirá el establecimiento de una cultura de la prevención que garantice ambientes sanos y seguros para las nuevas generaciones.
Reveló que cada obispo contará en su diócesis tanto con sacerdotes como con laicos especialistas responsables de la atención y la curación de las personas involucradas. Además se dictarán cursos de formación permanente a nivel nacional y regional para todos los agentes católicos dedicados a la evangelización y la educación. “Son líneas guías con todo el rigor científico y legislativo que nos permitirán una respuesta global, transparente y justa. Se asegura así, el bien de los niños, la confianza de las familias y la santidad del sacerdote. Se trata de una nueva cultura de prevención y educación permanente para asegurar que los ambientes donde viven y conviven los niños y adolescentes sean adecuados para su desarrollo integral en lo humano y espiritual”, precisó.