Los jóvenes ante la emergencia educativa
Las jóvenes generaciones «tienen derecho a recibir el anuncio de Dios de manera explícita y directa, sin reducirlo a un pretexto para tratar cuestiones que aparezcan quizá más interesantes a la mentalidad contemporánea. Aunque no siempre sean capaces de articularla, nuestros jóvenes tienen sed de Dios».
Durante el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, en España, el Cardenal Stanislaw Rylko, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, realizó una ponencia en la que ha afirmado que «la madurez humana y cristiana de los educadores es la piedra angular del proceso de educación en la fe», pero siendo «conscientes de que no podemos realizar esa obra con nuestras fuerzas, sino solo con el poder del Espíritu Santo».
La intervención ha llevado por título «La pastoral de los jóvenes ante la emergencia educativa…: el magisterio de Benedicto XVI». El prelado ha comenzado su intervención afirmando que «la educación constituye uno de los puntos fundamentales de la cuestión antropológica actual», como recuerda el Papa.
En ese sentido, el ponente se ha referido a la crisis educativa de la postmodernidad y la creciente dificultad para transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un correcto comportamiento. Las dificultades «son inevitables en una sociedad y en una cultura que con demasiada frecuencia tienen el relativismo como su propio credo», ha dicho, añadiendo que «hablar de Verdad se considera peligroso y autoritario en nuestra sociedad líquida, sin certezas, privada de la piedra angular, que rechaza la existencia de la verdad. Aquí la educación no sólo es una tarea ardua, sino en ocasiones, incluso imposible».
La Iglesia ante la situación de emergencia educativa
El Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos ha analizado afirmado que los jóvenes actuales viven en un «alarmante desarraigamiento cultural, religioso, moral y por un gran individualismo, reivindican para sí el derecho a construir la propia vida, prescindiendo de los valores y normas comúnmente aceptados», panorama que se ha agravado por el impacto que tiene en la vida de los jóvenes la grave crisis económica que azota al mundo, y especialmente a Europa.
La emergencia educativa de nuestros días se hace notar también en el evidente flaquear de los ámbitos propios de la formación y la alarmante escasez de buenos maestros. «La madurez humana y cristiana de los educadores es la piedra angular del proceso de educación en la fe, sin embargo no basta. El Papa subraya que debemos ser siempre conscientes de que no podemos realizar esa obra con nuestras fuerzas, sino solo con el poder del Espíritu Santo».
En este contexto, ha añadido el cardenal Rilko, «el compromiso de la Iglesia de educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio del Señor Jesús es hoy más que nunca una contribución para que la sociedad salga de la crisis educativa que la aflige».
El cardenal ha afirmado que la educación de las nuevas generaciones requiere el compromiso de toda la comunidad cristiana. «Los jóvenes deben sentirse acogidos, comprendidos y amados. Cuando se sienten respetados en su libertad se dejan interpelar por la propuesta cristiana. La libertad debe ser conjugada con la necesidad de verdad que tienen los jóvenes», ha dicho.
El deseo de Dios y el derecho a recibir el anuncio de Dios
Recorriendo el magisterio de Benedicto XVI, el cardenal Rylko ha destacado que «en la juventud hay un deseo, una búsqueda también de Dios. Por tanto, tienen cierta disponibilidad, a pesar de todas las dificultades de hoy y por eso, debemos hacer todo lo posible por mantener viva la llama de esa búsqueda».
El cardenal ha recordado que Papa «gran maestro de la fe, nos ayuda a volver a lo esencial: no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».
Las jóvenes generaciones «tienen derecho a recibir el anuncio de Dios de manera explícita y directa, sin reducirlo a un pretexto para tratar cuestiones que aparezcan quizá más interesantes a la mentalidad contemporánea. Aunque no siempre sean capaces de articularla, nuestros jóvenes tienen sed de Dios». En la educación de las estas nuevas generaciones «no puede evitarse la cuestión de la verdad; más aún, debe ocupar un lugar central. En efecto, al interrogarnos por la verdad ensanchamos el horizonte de nuestra racionalidad, comenzamos a liberar la razón de los límites demasiado estrechos dentro de los cuales queda confinada cuando se considera racional sólo lo que puede ser objeto de experimento y cálculo».
El cardenal ha querido incidir en que el uso adecuado de la libertad es una cuestión decisiva para la vida, porque está íntimamente referida a las opciones vocacionales.
La ponencia ha concluido aludiendo a uno de los temas preferidos de Benedicto XVI: la belleza. «Tenemos por delante el desafío decisivo para todo proyecto pastoral: abrir ante nuestros jóvenes el rostro de Cristo y su Evangelio, persuadirlos de que apostar por Cristo vale la pena, de que ser cristianos no sólo es lo correcto, ¡es hermoso! (…) Dios también hoy encontrará nuevos caminos para llamar a los hombres y quiere contar con nosotros como sus mensajeros y sus servidores».
Resonancias de la ponencia y Eucaristía final de envío
Después de la ponencia del Cardenal Rylko, han tenido lugar las resonancias por parte de D. Rosendo Soler, responsable del Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil, que ha hablado sobre los itinerarios de formación; y por parte del P. Carlos Sávio da Costa, Coordinador Nacional de la Semana Misionera-JMJ Río 2013, que, con sus palabras, nos ha puesto Rumbo a Río, donde se celebrará la próxima Jornada Mundial de la Juventud.
El Congreso ha concluido con la Eucaristía final de Envío, presidida por el Cardenal Rylko, cuya homilia ha pronunciado Mons. Carlos Osoro, en la que ha resaltado que «no podemos amar al prójimo de verdad si antes no tenemos experiencia de Dios. Hoy las crisis tienen una raíz profunda: el ocultamiento de Dios, la crisis de fe». El Arzobispo de Valencia, ha concluido apuntando que «el Señor nos invita a manifestar al otro la vida nueva que nace del Amor de Dios».