San Luis y Celia Martín: el primer matrimonio canonizado

1 de octubre de 2017 Desactivado Por Regnumdei

 “Dios me ha dado un madre y un padre más dignos del cielo que de la tierra”, dijo una vez santa Teresita del Niño Jesús hablando de sus padres.

La vida de los Santos Luis y Celia Martín fue una vida marcada siempre por la oración y la confianza total en Dios. Estos dos progenitores fueron y son aún hoy una fuente de inspiración para las familias cristianas de todo el mundo. El Papa Francisco reconoció el milagro de la sanación milagrosa de una joven española a través de su intercesión.

La santidad impregna todas las fases de la vida y que no hay dificultades que no sean superables. Los Martín han vivido una vida conyugal que duró 19 años hasta que Luis perdió a su esposa por un tumor en el pecho. Fue un matrimonio largo y esto es un testimonio, porque la pareja vivía en Francia en una época muy diversa de la actual, pero donde ya se podía conseguir el divorcio, donde existía la unión civil. Luis y Celia hicieron una opción cristiana y la llevaron adelante con coherencia a pesar de las dificultades del trabajo, de la formación de los hijos y de las dificultades que han enfrentado también ellos en sus relaciones.

¡A pesar de todo, siempre han puesto a Dios en el primer lugar! Este es el ejemplo que hoy nos transmiten: la familia Martín –que hoy la Iglesia santifica– ha enfrentado todo bajo la mirada de Dios, poniendo a Jesús en todas las situaciones, de alegría como de angustia, seguros siempre del gran abrazo del Señor, y de que con su ayuda habrían llegado a hacer cualquier cosa y a superar todas las dificultades. Al fin y al cabo esto es lo que sucede cuando Dios está activo, cuando Dios vive dentro de una familia, es acogido, hay obediencia y fuerte seguimiento.

El milagro para la canonización

Se trata de la curación de una niña prematura, que nació en el séptimo mes, y que pocas horas después fue agredida por una hemorragia cerebral de cuarto grado. Esto, junto a otras complicaciones e infecciones en los primeros días de vida hicieron pronosticar un resultado infausto. Los papás ya se preparaban para celebrar el funeral. Los médicos dieron un parecer negativo para la niña si hubiera sobrevivido, porque indicaban se habrían producido graves consecuencias psicológicas y neurológicas. El papá y la mamá de esta niña por lo tanto se pusieron bajo la protección de los papás de santa Teresita del Niño Jesús, por sugerencia de las monjas a las cuales se habían dirigido.

También las monjas rezaron a los Martín pidiendo la curación de la pequeña, y todos la han circundado con su amor. Después sucedió el milagro. Tras haber iniciado a rezar de manera constante, la situación se resolvió en poco tiempo. Los médicos se quedaron absolutamente desconcertados… Y después de 5 o 6 años de su curación, la niña no tuvo ninguna de las consecuencias que habían pronosticado los médicos, y hoy tiene una salud completamente normal como todas las niñas de su edad.

En la Iglesia el matrimonio tiene una gran dignidad. Ya Cristo ha elevado a sacramento el amor entre un hombre y una mujer, como signo del amor de la Iglesia. Como dice san Pablo: el misterio que existe en la unión entre un hombre y una mujer es la imagen profundísima del amor entre Cristo y la Iglesia. Y la misma Iglesia al canonizar a estos cónyuges, demuestra que el matrimonio tiene la dignidad de una vocación, de una llamada.

Los cónyuges son revestidos con la autoridad de Dios para que funden una familia, volviéndose ‘ricos’ en Cristo. Es por lo tanto un mensaje fuertísimo también para los jóvenes de hoy, en un momento en el cual el matrimonio se encuentra un poco maltratado en su esencia y comprensión. La Iglesia reafirma así la integridad del matrimonio, la gran vocación, el gran signo que es el matrimonio.

Muestra por lo tanto que existe ‘un trabajo en pareja’, antes como novios, después como esposos y finalmente como papás, un paso después del otro. Es un camino hacia la santidad, no simplemente un camino humano, una realización humana, sino un proyecto grandioso que Dios confía a los esposos. Los cuales desde el noviazgo caminan juntos y juntos tienen que ocuparse uno del otro, de la santidad de ambos y de la familia. Esperemos que después de la canonización de estos cónyuges lleguen muchos otros…