Lo que llena verdaderamente el corazón
En su reflexión sobre las bodas de Cana, Benedicto XVI afirmó que “el vino es símbolo de la alegría del amor”, pero que “también hace alusión a la sangre que Jesús derramará al final, para sellar su pacto nupcial con la humanidad”.
El Papa expresó que “la Iglesia es la esposa de Cristo, el cual la hace santa y bella con su gracia. Sin embargo esta esposa, formada de seres humanos, necesita siempre la purificación.
Saludo del Papa en lengua española:
El Evangelio nos habla de las bodas de Caná, donde Jesús realizó el primer signo de su misión en el mundo. Él viene a colmar con su don la plena salvación del hombre, que por sí solo no puede alcanzar.
Aceptar el don que se le ofrece, el don de la fe y la esperanza en Cristo, es lo que llena verdaderamente el corazón humano. Hoy le pedimos también el don de la unidad de los cristianos. Y, como en aquellas bodas, María nos indica el camino para que Dios entre en nuestra vida: «Haced lo que Jesús os diga». Hagamos confiadamente cada día lo que dice nuestra Madre del cielo. Feliz domingo”.
Texto completo de la reflexión previa a la oración del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy la Liturgia propone el Evangelio de las bodas de Caná, un episodio narrado por Juan, testigo ocular del hecho. Este episodio ha sido colocado en este domingo que sigue inmediatamente al tiempo de Navidad porque, junto con la visita de los Magos de Oriente y con el Bautismo de Jesús, forma la trilogía de la Epifanía, o sea la manifestación de Cristo. Aquello de las bodas de Caná es en efecto “el inicio de los signos de Jesús” (Jn, 2, 11), o sea el primer milagro cumplido por Jesús, con el cual Él manifestó en público su gloria, suscitando la fe de sus discípulos. Recordamos brevemente lo que ocurrió durante esa fiesta de las bodas en Caná de Galilea. Sucedió que hizo falta el vino, y María, la Madre de Jesús, lo hizo notar a su Hijo. Él le responde que aún no había llegado su hora; pero después, con la insistencia de María, llenadas de agua seis grandes ánforas , transformó el agua en vino, un vino excelente, mejor que el precedente. Con este “signo”, Jesús se revela como el esposo mesiánico, venido a establecer con su pueblo la nueva y eterna Alianza, según las palabras de los profetas: “Como se alegra el esposo con la esposa así se alegrará tu Dios contigo”. Y el vino es símbolo de esta alegría del amor; pero esto alude también a la sangre, que Jesús, derramará al final para sellar su pacto nupcial con la humanidad.
La Iglesia es la esposa de Cristo, el cual la hace santa y bella con su gracia. Sin embargo esta esposa, formada por seres humanos, está siempre necesitada de purificación. Y una de las culpas más graves que desfiguran el rostro de la Iglesia es la que va contra su unidad visible, en particular las históricas divisiones que han separado a los cristianos y que no han sido aún superadas. Y justamente en estos días del 18 al 25 de enero, se desarrolla la anual Semana de oración por la unidad de los cristianos, un momento siempre grato a los creyentes y a las comunidades, que despierta en todos el deseo y el compromiso espiritual de la plena comunión. En este sentido ha sido muy significativa la vigilia que he podido celebrar hace casi un mes, en esta Plaza, con millares de jóvenes de toda Europa y con la comunidad ecuménica de Taizé; un momento de gracia en el cual hemos experimentado la belleza de formar en Cristo una cosa sola. Animo a todos a rezar juntos para que podamos realizar “Aquello que el Señor exige de nosotros” (cfr Mi 6,6-8), como dice este año el tema de la Semana; un tema propuesto por algunas comunidades cristianas de la India, que invitan a caminar con decisión hacia la unidad visible entre todos los cristianos y a superar, como hermanos en Cristo, todo tipo de injusta discriminación. El viernes próximo, al concluir estas jornadas de oración, presidiré las Vísperas en la Basílica de San Pablo extramuros, en presencia de los Representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales.
Queridos amigos, a la oración por la unidad de los cristianos quisiera agregar todavía una vez mas la oración por la paz, para que, en los diversos conflictos por desgracia en acto, cesen las masacres de civiles inermes, tenga fin toda violencia, y se encuentre el coraje del diálogo y de la negociación. Para ambas intenciones, invoquemos la intercesión de María Santísima, mediadora de gracia.
Saludos del Papa, en otras lenguas, tras la oración mariana del Ángelus
Terminada la oración dominical del Ángelus, el Santo Padre saludó, en una mañana desapacible y lluviosa en Roma, a los miles de peregrinos reunidos con él en la plaza de san Pedro. El primer milagro de Jesús en Cana y la Semana de Oración por la unidad de los cristianos fueron también los temas centrales de los saludos que el Santo Padre dirigió en otras lenguas a los fieles.
“Pidamos a Dios por el don de la unidad por la que Jesús oró”, exhortó el Papa a los peregrinos francófonos. “Comprometámonos a amarnos unos a otros para que el mundo crea. Que el Señor obtenga para nosotros, especialmente en este Año de la fe, la conversión del corazón y el espíritu para que la comunión entre los bautizados sea eficaz.
Saludando en inglés, Benedicto XVI ha pedido unir “nuestras oraciones a las de nuestros hermanos y hermanas de todas las Iglesias y las comunidades, para dedicarnos cada vez más intensamente a trabajar para nuestra unidad visible en Jesucristo”.
Un cálido saludo de bienvenida lo ha dedicado Benedicto XVI a los siempre numerosos grupos de lengua alemana a los que, hablando del milagro de Jesús en las bodas de Caná, ha invitado a confiar en la intercesión de María siguiendo la palabra de Jesucristo para así caminar con Dios.
Hablando en portugués, el Papa ha invocado asimismo la solicitud maternal de la Virgen María para que en cada hogar cristiano, se mantenga viva la llama de la fe, el amor y la armonía, como preciosa herencia que los padres han de entregar a sus hijos. ¡Salud, paz y gracia del Señor para todas vuestras familias y pueblos!
Finalmente a los peregrinos polacos el Pontífice ha pedido que la respuesta a la semana de Oración por la Unidad de los cristianos sea efectivamente “la oración, el diálogo ecuménico sincero, la búsqueda de la verdad, los gestos de comprensión mutua y la reconciliación. Que el Espíritu Santo nos una en la común profesión de fe y haga que ‘todos seamos uno’».