Llamados al Martirio por amor a la Madre

Llamados al Martirio por amor a la Madre

14 de octubre de 2020 Desactivado Por Regnumdei

Apostolado Regnum Dei: católicos marianos movidos por el Espíritu Santo a defender lo Sagrado y ser testigos de la verdad.

 Ante Pilato, Cristo proclama que había “venido al mundo para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37). El cristiano no debe “avergonzarse de dar testimonio del Señor” (2 Tm 1, 8). En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a ejemplo de san Pablo ante sus jueces. Debe guardar una “conciencia limpia ante Dios y ante los hombres” (Hch 24, 16).

 El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cf Mt 18, 16):

«Todos […] los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación» (AG 11).

 El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. “Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a Dios” (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos, 4, 1).

 Con el más exquisito cuidado, la Iglesia ha recogido los recuerdos de quienes llegaron hasta el extremo para dar testimonio de su fe. Son las actas de los Mártires, que constituyen los archivos de la Verdad escritos con letras de sangre:

«No me servirá nada de los atractivos del mundo ni de los reinos de este siglo. Es mejor para mí morir en Cristo Jesús que reinar hasta los confines de la tierra. Es a Él a quien busco, a quien murió por nosotros. A Él quiero, al que resucitó por nosotros. Mi nacimiento se acerca…» (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos, 6, 1-2).

«Te bendigo por haberme juzgado digno de este día y esta hora, digno de ser contado en el número de tus mártires […]. Has cumplido tu promesa, Dios, en quien no cabe la mentira y eres veraz. Por esta gracia y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico por el eterno y celestial Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu Hijo amado. Por Él, que está contigo y con el Espíritu, te sea dada gloria ahora y en los siglos venideros. Amén» (Martyrium Polycarpi, 14, 2-3).  (Del Catecismo de la Iglesia Católica 2471-2474)


La Virgen quiere servirse de sus hijos consagrados a Ella, para instaurar el Reino de Cristo en la Tierra.

Estos hijos consagrados a María, son los Apóstoles de los Últimos Tiempos, profetizados por San Luis María Grignión de Montfort en su Tratado de la Verdadera Devoción a María, y nosotros, humildemente queremos ser de ellos.

Alistándonos en el ejército capitaneado por la Mujer Vestida de Sol, María Santísima, que conducirá la batalla al mayor triunfo de Dios y de la Iglesia, al triunfo de su Inmaculado Corazón.

(Del Tratado de la Verdadera Devoción a María)


María y los últimos tiempos

[49] La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse. María casi no se manifestó en la primera venida de Jesucristo, a fin de que los hombres poco instruidos e iluminados aún acerca de la persona de su Hijo, no se alejaran de la verdad aficionándose demasiado fuerte e imperfectamente a la Madre, como habría ocurrido seguramente, si Ella hubiera sido conocida, a causa de los admirables encantos que el Altísimo le había concedido aún en su exterior. Tan cierto es esto que san Dionisio Aeropagita escribe que cuando la vio, la hubiera tomado por una divinidad, a causa de sus secretos encantos e incomparable belleza, si la fe, en la que se hallaba bien cimentado, no le hubiera enseñado lo contrario.

Pero, en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido. Pues ya no valen los motivos que movieron al Espíritu Santo a ocultar a su Esposa durante su vida y manifestarla sólo parcialmente aun después de la predicación del Evangelio.

[50] Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos:

1º) Porque Ella se ocultó en este mundo y se colocó más bajo que el polvo por su profunda humildad, habiendo alcanzado de Dios, de los Apóstoles y Evangelistas que no la dieran a conocer.

2º) Porque Ella es la obra maestra de las manos de Dios, tanto en el orden de la gracia como en el de la gloria y Él quiere ser glorificado y alabado en la tierra por los hombres.

3º) Porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de Justicia, Jesucristo, y por lo mismo, debe ser conocida y manifestada, si queremos que Jesucristo lo sea.

4º) Porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo la primera vez y lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo diferente.

5º) Porque Ella es el medio seguro y el camino directo e inmaculado para ir a Jesucristo y hallarlo perfectamente. Por Ella deben, pues, hallar a Jesucristo las personas santas que deben resplandecer en santidad. Quien halla a María, halla la vida (cfr. Prov. 8, 35), es decir, a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida (cfr. Jn. 14, 6). Ahora bien, no se puede hallar a María si no se la busca, ni buscarla si no se la conoce: pues no se busca ni desea lo que no se conoce. Es, por tanto, necesario que María sea mejor conocida que nunca, para mayor conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.

6º) Porque María debe resplandecer más que nunca en los últimos tiempos en misericordia, poder y gracia:

–        En misericordia, para recoger y acoger amorosamente a los pecadores y a los extraviados que se convertirán y volverán a la Iglesia católica.

–        En poder contra los enemigos de Dios, los idólatras, cismáticos, mahometanos, judíos e impíos endurecidos que se rebelarán terriblemente para seducir y hacer caer, con promesas y amenazas, a cuantos se les opongan.

–        En gracia, finalmente, para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores de Jesucristo, que combatirán por los intereses del Señor.

7º) Por último, porque María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces como un ejército en orden de batalla (cfr. Cant. 6, 3) sobre todo en estos últimos tiempos porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo (Apoc. 12, 12), y menos que nunca, para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho, suscitará en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho más que a los demás.


 María y la lucha final

[51] A estas últimas y crueles persecuciones de Satanás, que aumentarán de día en día hasta que llegue el anticristo, debe referirse sobre todo aquella primera y célebre predicación y maldición lanzada por Dios contra la serpiente en el paraíso terrestre. Nos parece oportuno explicarla aquí, para la gloria de la Santísima Virgen, salvación de sus hijos y confusión de los demonios:

Haré que haya enemistad entre ti y la mujer,

entre tu descendencia y la suya,

ésta te pisará la cabeza

mientras tú te abalanzarás sobre su talón.

(Gn. 3, 15).

[52] Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo más terrible que Dios ha suscitado contra Satanás es María, su Santísima Madre. Ya desde el paraíso terrenal, aunque María sólo estaba entonces en la mente divina, le inspiró tanto odio contra ese maldito enemigo de Dios, le dio tanta sagacidad para descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso impío, que el diablo le teme no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino en cierto modo más que al mismo Dios. No ya porque la ira, odio y poder divinos no sean infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones son limitadas, sino:

1º) Porque Satanás, que es tan orgulloso, sufre infinitamente más al verse vencido y castigado por una sencilla y humilde esclava de Dios y la humildad de la Virgen lo humilla más que el poder divino.

2º) Porque Dios ha concedido a María un poder tan grande contra los demonios que, como a pesar suyo se han visto muchas veces obligados a confesarlo por boca de los posesos, tienen más miedo a un solo suspiro de María en favor de una persona, que a las oraciones de todos los santos y a una sola amenaza suya contra ellos más que a todos los demás tormentos.

[53] Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó María con la humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, lo salvó María con la obediencia. Eva, al obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí y para todos sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor.

[54] Dios no puso solamente una enemistad, sino enemistades, y no sólo entre María y Lucifer, sino también entre la descendencia de la Virgen y la del demonio. Es decir: Dios puso enemistades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y esclavos del diablo: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.

Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos de este mundo de pecado, ¡todo viene a ser lo mismo!, han perseguido siempre y perseguirán más que nunca de hoy en adelante a quienes pertenezcan a la Santísima Virgen, como en otro tiempo Caín y Esaú, figuras de los réprobos, persiguieron a sus hermanos Abel y Jacob, figuras de los predestinados.

Pero la humilde María triunfará siempre sobre aquel orgulloso y con victoria tan completa que llegará a aplastarle la cabeza, donde reside su orgullo. ¡María descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales, desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta el fin a sus servidores de aquellas garras mortíferas!

El poder de María sobre todos los demonios resplandecerá, sin embargo, de modo particular en los últimos tiempos, cuando Satanás pondrá asechanzas a su calcañar, o sea, a sus humildes servidores y pobres a juicio del mundo; humillados delante de todos, rebajados y oprimidos como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo. Pero, en cambio, serán ricos en gracias y carismas, que María les distribuirá con abundancia, grandes y elevados en santidad delante de Dios; superiores a cualquier otra criatura por su celo ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el socorro divino que, con la humildad de su calcañar y unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo.


María y los apóstoles de los últimos tiempos

[55] Sí, Dios quiere que su Madre Santísima, sea ahora más conocida, amada y honrada que nunca. Lo que sucederá sin duda, si los predestinados, con la gracia y luz del Espíritu Santo, entran y penetran en la práctica interior y perfecta de la devoción que voy a manifestarles en seguida.

Entonces verán, en cuanto lo permita la fe, a esta hermosa estrella del mar y, guiados por Ella, llegarán a puerto seguro, a pesar de las tempestades y de los piratas.

Entonces conocerán las grandezas de esta Soberana y se consagrarán enteramente a su servicio como súbditos y esclavos de amor.

Entonces saborearán sus dulzuras y bondades maternales y la amarán tiernamente como sus hijos predilectos.

Entonces experimentarán las misericordias en que Ella reboza y la necesidad en que están de su socorro, recurrirán en todo a Ella, como a su querida Abogada y Medianera ante Jesucristo.

Entonces sabrán que María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto para llegar hasta Jesucristo y se consagrarán a Ella en cuerpo y alma y sin reserva alguna, para pertenecer del mismo modo a Jesucristo.

[56] Pero, ¿qué serán estos servidores, esclavos a hijos de María? Serán fuego encendido, ministros del Señor, que prenderán por todas partes el fuego del amor divino.

Serán flechas agudas en la mano poderosa de María para atravesar a sus enemigos: como saetas en mano de un valiente (Sal. 127, 4).

Serán hijos de Leví, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y muy unidos a Dios. Llevarán en el corazón el fuego del amor, el incienso de la oración en el espíritu y en el cuerpo la mirra de la mortificación.

Serán en todas partes el buen olor de Jesucristo (cfr. 2 Cor. 2, 15-16) para los pobres y sencillos; pero para los grandes, los ricos y mundanos orgullosos serán olor de muerte.

[57] Serán nubes tronantes y volantes, en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo. Sin apegarse a nada ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la Palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra el pecado, lanzarán rayos contra el mundo del pecado, descargarán golpes contra el demonio y sus secuaces y con la espada de dos filos de la Palabra de Dios traspasarán a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo.

[58] Serán los apóstoles auténticos de los últimos tiempos. A quienes el Señor de los ejércitos dará la palabra y la fuerza necesarias para realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos.

Dormirán sin oro ni plata y, lo que más cuenta, sin preocupaciones en medio de los demás sacerdotes, eclesiásticos y clérigos (Sal. 68, 14). Tendrán, sin embargo, las alas plateadas de la paloma, para volar con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y no dejarán en pos de sí en los lugares en donde prediquen sino el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda ley (cfr. Rom. 13, 10).

[59] Por último, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo. Caminando sobre las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad evangélica, enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme al Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni hacer acepción de personas, sin dar oídos ni escuchar ni temer a ningún mortal por poderoso que sea.

Llevarán en la boca la espada de dos filos de la Palabra de Dios, sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz, en la mano derecha el crucifijo, el Rosario en la izquierda, los sagrados nombres de Jesús y María en el corazón y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.

Tales serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. Pero, ¿cuándo y cómo sucederá esto?… ¡Sólo Dios lo sabe! A nosotros toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia (Sal. 40, 2).


SOMOS APOSTOLES DE MARÍA REINA DE LA PAZ  Y  PROMOVEMOS LA CONSAGRACIÓN A NUESTRA MADRE SEGUN LA DOCTRINA DE SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONFORT Y LOS MENSAJES DE NUESTRA MADRE DEL CIELO. IMPULSAMOS EL REZO DEL SANTO ROSARIO EN FAMILIA, LOS GRUPOS DE ORACIÓN EN FAMILIA ASI COMO LA VISITA DE  LA VIRGEN PEREGRINA.

NUESTRO TRABAJO ANÓNIMO NOS MUEVE A PROCURAR HACER PRESENTE CON NUESTRO TESTIMONIO A LA MADRE DE DIOS, MADRE DE LA IGLESIA Y MADRE NUESTRA EN COMUNIDADES, PARROQUIAS Y AMBIENTES ECLESIALES, COLABORANDO Y ORANDO POR NUESTROS SACERDOTES Y RELIGIOSAS.

NO DAREMOS TREGUA ANTE TODA IDEOLOGÍA, HEREJÍA Y SPEUDO DOCTRINA QUE SE OPONGA AL REINADO DEL CORAZÓN DE JESÚS Y EL INMACULADO CORAZÓN, QUE ATENTE CONTRA LA DIGNIDAD DE LA FAMILIA TAL COMO FUE CREADA POR DIOS Y CONTRA LA VIDA HUMANA DESDE LA CONCEPCIÓN Y HASTA LA MUERTE NATURAL, CONTRA TODO LO QUE PONGA EN RIESGO LA INOCENCIA E INTEGRIDAD DEL SER HUMANO, EN SU INFANCIA Y JUVENTUD EN SU DIGNIDAD DE VARÓN Y MUJER, EN SU DIGNIDAD COMO TRABAJADOR, MIGRANTE Y PERSONA VULNERABLE. TENDREMOS UNA ACTIVA ACCIÓN, POR LOS MEDIOS FORMATIVOS, APOSTÓLICOS Y EN AMBIENTES FAMILIARES Y COMUNITARIOS, PROMOVIENDO LA DOCTRINA DEL EVANGELIO PARA COMBATIR LA PANDEMIA DEL ABORTO, LA EUTANASIA, LA CORRUPCIÓN MORAL, LA PROMOCIÓN DE LA VIOLENCIA, EL MALTRATO Y ABUSO DE TODO SER HUMANO, LA IRRESPONSABILIDAD EN EL CUIDADO DE LA CREACIÓN Y LOS CONTINUOS AFANES EXPANSIVOS DE UNA PRETENDIDA SOCIEDAD SECULARIZADA PERO TAMBIEN IDOLATRICA, QUE SE FUNDA EN LA SOBERBIA DEL PECADO ORIGINAL, DESPRECIANDO LA VOLUNTAD REDENTORA Y MISERICORDIOSA DEL SEÑOR.

NUESTRO APOSTOLADO SE ORIENTA A PROCURAR UNA VIDA DE FORMACIÓN DEL ENTENDIMIENTO Y VOLUNTAD, EN LA SANA DOCTRINA EN LOS CIMIENTOS DE LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA, DE LA TEOLOGICA TRADICIONAL CATÓLICA, DE LA ESPIRITUALIDAD FUNDADA EN EL REINADO DEL CORAZÓN DE CRISTO REY, EN LA ESCUELA MARIANA DE LA CONSAGRACIÓN CONFORME A LA DOCTRINA MONTFORTIANA Y LOS MENSAJES DE LA REINA DE LA PAZ, VALIÉNDONOS DE LA EFICACIA SOBRENATURAL, DELA SAGRADA EUCARISTÍA Y LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA, DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA, DE LA MEDITACIÓN DEL EVANGELIO SEGÚN LA DOCTRINA DEL MAGISTERIO, LOS PADRES DE LA IGLESIA Y EL TESTIMONIO DE LOS SANTOS, DEL AYUNO Y EL REZO DEL SANTO ROSARIO, CONFORME A LAS LUCES CONCEDIDAS POR NUESTRA MADRE SANTÍSIMA EN MEDJUGORJE.

ESTAS SON NUESTRAS ARMAS Y NUESTRAS ESTRATEGIAS; LAS QUE PROMOVEMOS EN REDES Y APOSTOLADOS VIRTUALES, PERO QUE HAN TENIDO TIENE Y TENDRAN SU EFICACIA PROPIA, MÁS ALLÁ DE TODA POPULARIDAD O ANONIMATO. NO ES POR LA MASIVIDAD O LA FALTA DE TESTIGOS, POR LO QUE UN SOLO ROSARIO O AYUNO ES EFICAZ, PUESTO QUE AUNQUE LOS COROS ANGÉLICOS NO LO SUPIERAN, MENOS LA HUMANIDAD, TAN SOLO POR SER UNA ORACIÓN HECHA CON EL CORAZÓN, ES DECIR, EN EL CAMINO DE LA INFANCIA ESPIRITUAL, SE DERRIBAN MURALLAS Y SE ALZAN LOS ESTANDARTES DE VICTORIA DEL REINO DE DIOS Y DE LA REINA DE LA PAZ.

ATENTAMENTE CARMEN ROMERO


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