«Bienaventurados los que trabajan por la paz»
«¿Cómo se puede pensar en alcanzar la paz sin tutelar el derecho a la vida de los no nacidos?» Del Papa Emérito Benedicto XVI
La Familia, el matrimonio, la dignidad de la vida humana en todas sus etapas, el derecho a la objeción de conciencia, la libertad religiosa, La Justicia social, la ética en la política y en la economía, la agricultura y el medioambiente, promover una pedagogía de la paz y desmantelar la dictadura del relativismo… Una paz racional y moral…
«Bienaventurados los que trabajan por la paz». Pasando revista a los diversos ámbitos humanos en los que trabajar por la paz es posible, es un derecho y un deber, el Papa empieza señalando que «cada año trae consigo la esperanza de un mundo mejor». Y pide a Dios, «Padre de la humanidad, que nos conceda la concordia y la paz, para que se puedan cumplir las aspiraciones de una vida próspera y feliz para todos».
Trascurridos 50 años del Concilio Vaticano II, que ha contribuido a fortalecer la misión de la Iglesia en el mundo, es alentador constatar que los cristianos, como Pueblo de Dios en comunión con él y caminando con los hombres, se comprometen en la historia compartiendo las alegrías y esperanzas, las tristezas y angustias, anunciando la salvación de Cristo y promoviendo la paz para todos, afirma Benedicto XVI, señalando luego que «este tiempo nuestro, caracterizado por la globalización, con sus aspectos positivos y negativos, así como por sangrientos conflictos aún en curso, y por amenazas de guerra, reclama un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre».
El Papa subraya de forma positiva las numerosas iniciativas de paz que enriquecen el mundo ante los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista, que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado. Sin olvidar las diversas formas de terrorismo y delincuencia internacional, los fundamentalismos y fanatismos que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión, llamada a favorecer la comunión y la reconciliación entre los hombres.
La Familia, el matrimonio, la dignidad de la vida humana en todas sus etapas, el derecho a la objeción de conciencia, la libertad religiosa, La Justicia social, la ética en la política y en la economía, la agricultura y el medioambiente, promover una pedagogía de la paz y desmantelar la dictadura del relativismo… Una paz racional y moral…
«La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible»… reitera el Papa y recuerda que «la Iglesia está convencida de la urgencia de un nuevo anuncio de Jesucristo, el primer y principal factor del desarrollo integral de los pueblos, y también de la paz. En efecto, Jesús es nuestra paz, nuestra justicia, nuestra reconciliación (cf. Ef 2,14; 2Co 5,18). Y «toda persona y toda comunidad – religiosa, civil, educativa y cultural – está llamada a trabajar por la paz».
«La paz concierne a la persona humana en su integridad e implica la participación de todo el hombre».