Las Parábolas del Evangelio
j.G.O.
Audio de las palabras del Papa en español
Texto completo de la reflexión del ángelus (audio)
Les agradezco por haber venido para la cita del Ángelus aquí a Castelgandolfo, a donde he llegado hace pocos días. Con gusto tomo esta oportunidad para dirigir mi saludo cordial también a todos los habitantes de esta querida ciudad, con el deseo de una buena estación estival.
En el Evangelio de este Domingo (Mt 13,1-23), Jesús se dirige a la multitud con la celebre parábola del sembrador. Es una pagina en alguna manera “autobiográfica”, porque refleja la experiencia misma de Jesús, de su predicación: El se identifica con el sembrador, que esparce la buena semilla de la Palabra de Dios, y percibe los diversos efectos que obtiene, según el tipo de acogida reservada al anuncio. Hay quien escucha superficialmente la Palabra pero no la acoge; hay quien la acoge en el momento pero no tiene constancia y pierde todo; hay quien es abrumado por las preocupaciones y seducciones del mundo; y hay quien escucha de manera receptiva como la tierra buena: aquí la Palabra da fruto en abundancia.
Pero este Evangelio insiste además en el “método” de la predicación de Jesús, o sea, justamente, en el uso de las parábolas. ¿“Por qué a ellos hablas con parábolas?” – le preguntan los discípulos (Mt 13,10). Y Jesús responde colocando una distinción entre ellos y la multitud:a los discípulos, o sea a aquellos que ya se han decidido por El, les puede hablar del Reino de Dios abiertamente, en cambio a los demás debe anunciarlo en parábolas, para justamente estimular la decisión, la conversión del corazón; las parábolas, de hecho, por su naturaleza requieren un esfuerzo de interpretación, interpelan a la inteligencia pero también a la libertad. San Juan Crisóstomo explica: “Jesús ha pronunciado estas palabras con la intención de atraer a si a sus escuchas y solicitarlos asegurando que, si se dirigirán a El, El los sanará” (Comentario al Evangelio de Mat. 45,1-2). En el fondo, la verdadera “Parábola” de Dios es el mismo Jesús, su Persona que, en el signo de la humanidad, esconde y al mismo tiempo revela la divinidad. De esta manera Dios no nos obliga a creer en El, sino que nos atrae a Si con la verdad y la bondad de su Hijo encarnado: el amor, de hecho, respeta siempre la libertad.
Traducción del italiano de Raúl Cabrera