La última jornada de S. S. Benedicto XVI

La última jornada de S. S. Benedicto XVI

28 de febrero de 2013 Desactivado Por Regnumdei

«No abandono la Cruz, sino que me mantengo de un modo nuevo en el Señor Crucificado, en el servicio de la oración permanezco»

 

El Papa Benedicto XVI pondrá fin a su Pontificado de casi ocho años este jueves, 28 de febrero, a punto de cumplir 86 años. Antes, a las 11:00 horas, se encontrará y saludará personalmente a todos los cardenales presentes en Roma y por la tarde, a las 17:00 horas, partirá en helicóptero hacia Castengandolfo.

Será a las 20:00 horas, cuando concluye tradicionalmente su jornada de trabajo, cuando la sede de San Pedro quedará vacante. Una vez convocado el Cónclave o reunión del Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica Romana, un total de 115 cardenales elegirán a un nuevo Pontífice.

«No abandono la Cruz, sino que me mantengo de un modo nuevo en el Señor Crucificado, en el servicio de la oración permanezco», ha dicho Benedicto XVI este miércoles, en la última audiencia de su Pontificado, ante más de 150.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

También en su último Ángelus, subrayó que no abandonaba la Iglesia y que continuaría sirviéndola «con el mismo amor», añadiendo que el Señor le había llamado a dedicarse «aún más a la oración y a la meditación» pero de un modo más adecuado a su edad y a sus fuerzas. En la misma línea, en su último encuentro con el clero romano, confesó que se retiraba para rezar, puntualizando que estará cerca de los obispos y sacerdotes «y desaparecido para el mundo».

Cuando el reloj marque hoy las ocho de la noche la Guardia Suiza abandonará la puerta principal del palacio de Castel Gandolfo. Será el único símbolo exterior que señale el final del pontificado de Benedicto XVI. Entonces el «Papa emérito» comenzará una nueva vida dedicada a la oración y la reflexión.

 

Su mudanza al palacio de veraneo de los papas, «el Vaticano número dos», como lo bautizó cariñosamente Juan Pablo II, no será aparatosa. Primero porque su estancia en este pequeño pueblo a una treintena de kilómetros al sur de Roma será muy breve y, segundo, porque el Papa siempre ha viajado ligero de equipaje.

Así fue su desembarco en Roma en marzo de 1982 cuando Juan Pablo II le llamó para que ejerciera como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El entonces cardenal de Munich solo se llevó a su nuevo hogar sus dos mil libros y su piano. Su piso estaba a pocos metros del Vaticano, en el Borgo Pío, y todos los muebles eran de segunda mano. Por aquel tiempo no era extraño encontrarse con él a primera hora de la mañana en mitad de la Plaza de San Pedro, puesto que todos los días iba andando a su oficina vestido de negro con alzacuellos y no con los típicos atavíos de cardenal.

Pero esa no sería su estancia definitiva. En abril de 2005, su elección como Papa le obligó trasladarse al Palacio Apostólico. La mudanza sería aún más sencilla. Eran pocos los metros que separaban su antiguo piso de su nueva casa en el Vaticano. «Para mí era importante tener mi estudio del mismo modo como había crecido a lo largo de muchas décadas. En 1954 compré mi escritorio y las primeras librerías. Después, fue creciendo poco a poco. Allí estaban todos mis libros, conocía cada rincón, y todo tiene su historia. Por eso el estudio lo traje conmigo íntegramente. Las demás habitaciones (del Palacio Apostólico) fueron amobladas con los muebles papables», contaría Benedicto XVI a Peter Seewald en el famoso libro «Luz del Mundo».

 

En estos ocho años de Pontificado, las grandes aficiones de Benedicto XVI no han cambiado un ápice. Algunos libros para los dos meses que residirá en Castel Gandolfo, el belén familiar, dos plumas Mont Blanc y un reloj Junghans que le dejó su única hermana antes de morir serán algunos de los objetos personales que acompañarán a Benedicto XVI en este viaje, cuyo destino final será el Monsterio Mater Ecclesiae dentro de los Jardines Vaticanos. El piano seguramente ya le esté esperando en esta residencia pontificia, conociendo la pasión del Papa por la música, sobre todo de Bach, Mozart o Bruckner. «Aquí tengo todo, el lago, la montaña y veo el mar», afirmó Joseph Ratzinger cuando tomó posesión del palacio, una frase que el alcalde de la localidad grabó en una placa y colocó en una plaza.

Benedicto XVI se instalará en dos plantas que conforman el apartamento papal, que incluye el dormitorio del Pontífice, las habitaciones de los secretarios y las cuatro laicas consagradas de Comunión y Liberación que le cuidan y una capilla privada. El palacio ubicado entre el mar y el lago Albano cuenta además con 55 hectáreas de jardines, donde el «Papa emérito» podrá dar largos paseos como acostumbraba hacer con su padre cuando era apenas un niño.

El cardenal Ratzinger, conocido como «guardián de la fe» por su condición de prefecto para esta Congregación, fue elegido como sucesor de Juan Pablo II el 19 de abril de 2005, cuando, según ha declarado él posteriormente, ya «esperaba retirarse pacíficamente».

Durante su primera aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro como nuevo Pontífice, Benedicto XVI destacó la figura de su predecesor y se mostró sorprendido de que le hubieran elegido a él «un simple y humilde trabajador de la viña del Señor» como nuevo representante de Dios en la Tierra.

 

El rabino David Rosen, Director del Departamento de asuntos interreligiosos del Comité Judío Americano, que señala que a pesar de algunas situaciones de crisis, después aclaradas, el Papa ha contribuido a fortalecer el diálogo entre el Vaticano y el mundo judío, gracias a la apertura de ánimo, que destaca como la más importante herencia de su pontificado en el camino hacia la paz «.

«Benedicto XVI -dice el rabino americano- ha continuado la transformación comenzada por Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Y ha confirmado asimismo algunas iniciativas históricas de Juan Pablo II, con la visita a la Sinagoga de Roma y el viaje a Israel. El rabino, interlocutor privilegiado de las relaciones entre los católicos y los Judíos, que a lo largo de los años ha podido construir una relación profunda primero con el cardenal Ratzinger y luego con Benedicto XVI, describe al Papa como «un hombre de gran calor y dulzura y con un notable sentido del humor, muy diferente de cómo lo presentan los medios de comunicación. Una persona verdaderamente humilde, cortés, deseoso siempre de hablar con todo el mundo.

El filósofo frances Rémi Brague, profesor en la universidad de Munich, reflexionando sobre la decisión de Benedicto XVI afima que en ella reside “la valentía de la humildad”. Renunciando al pontificado, el Papa tiene el valor de «despojarse de todo y ceder su puesto a otro, que no es elegido por él «dando muestra de «la misma voluntad de obedecer al Espíritu Santo que tuvo Juan Pablo II». Este Papa -dice el profesor francés- tuvo el valor de «dar una patada al hormiguero pedófilo», un gesto que tendrían que imitar también tantas «instituciones seculares, como las escuelas, los clubes deportivos, las casas para discapacitados, orfanatos, etc.»

Brague, ganador en octubre pasado del premio Ratzinger, dijo que ante la renuncia papal tuvo la misma sorpresa que todo el mundo. Pero mirando hacia atrás, recuerda la impresión que le dio el Santo Padre, cuando estuvo cerca de él y lo saludó en octubre. “Intelectualmente, todo estaba bien. Pero físicamente, lo encontré delgado y encorvado sobre su bastón, parecía muy cansado. Hace 8 años Joseph Ratzinger no quería ser Papa se había preparado para una jubilación tranquila entre sus libros. Es ya un hecho extraordinario que haya resistido tanto tiempo».

¿Y qué han aprendido los ateos de Benedicto XVI? El Osservatore Romnano ha reco
gido estos días las impresiones de tres intelectuales. Michel Onfray, pensador ateo francés, dice que «si la Iglesia fuera una república, la renuncia del Papa la llamaría un gran gesto republicano». El famoso intelectual francés expresa su admiración por Benedicto XVI («un hombre capaz de un diálogo de alto nivel»). «Tengo un gran respeto por la decisión que tomó el Papa el pasado 11 de febrero». «He leído el primer volumen de su Jesús de Nazaret – continúa Onfray – y me pareció uno de los textos más elevados desde el punto de vista de la espiritualidad y de alta filosofía».

Otro ateo, el conocido escritor anticlerical español Javier Cercas afirma que el gesto de Benedicto XVI de renunciar, aquejado por los años, es el gesto más revolucionario de su pontificado: «me ha dejado sorprendido y fascinado». Hablando del significado humano de la renuncia, Cercas señala: «El pontífice ha admitido su debilidad, pero salió de esto reforzado a los ojos del mundo como un gigante».

Hace unos días, Lenin Raghuvanshi, un activista de origen hindú que más tarde se convirtió en un ateo, declaraba a la agencia Asia News que ahora se definía un agnóstico gracias al testimonio de Benedicto XVI: «Es gracias a las enseñanzas del Santo Padre, que me di cuenta de que no podía estar en contra de Dios. Este Dios que habla de amor y de compasión, de dignidad humana y de derechos para todos, que se ocupa de los pobres y de la lucha contra la injusticia, que a través de la caridad se hace cargo de los enfermos y los oprimidos.

«Para el futuro de la humanidad, es vital que el mundo preste atención a las enseñanzas de este gran líder espiritual, que indica el camino que todos tenemos que seguir por el bien de todos los pueblos y naciones». Según el activista, el Papa fue «un valiente defensor de los derechos humanos y la dignidad humana. Hablando en las Naciones Unidas, expresó un concepto esclarecedor: la superioridad del bien común.

En recuerdo del pontificado del Papa Benedicto XVI, esta noche a las nueve, en la Catedral de Milán, el cardenal Angelo Scola, arzobispo de la archidiócesis ambrosiana presidirá la segunda etapa del Via Crucis “Stabat Mater dolorosa”, con una reflexión catequética.