La tolerancia y la verdad

La tolerancia y la verdad

5 de septiembre de 2012 Desactivado Por Regnumdei

«Nosotros, los cristiamos, ya no osamos creer o hablar de verdades». Lo denunció Benedicto XVI en la homilía que pronunció  en Castel Gandolfo, en ocasión del encuentro de estudio con sus exalumnos. La Radio Vaticana difundió un resumen del texto.  Cristo mismo, viene hacia nosotros en la Eucaristía y entra en nosotros para limpiar nuestras miserias…

 

Hoy, reveló el Pontífice, «los conceptos de verdad e intolerancia se han casi fundido entre sí; por lo que decir que se tiene la verdad se vuelve sinónimo de intolerancia».En realidad, recordó, «nadie puede decir: “poseo la verdad”, así como nadie puede decir “tengo hijos”, porque no son una posesión, son un regalo y son un don de Dios y una responsabilidad». De la misma manera, «somos nosotros los que pertenecemos a la verdad, que es algo vivo: no la poseemos, es más bien ella la que nos atrapa, y permanecemos en ella solo si nos dejamos guiar e impulsar por ella».

 

«Creo –añadió el Papa– que dememos aprender de nuevo este no poseer la verdad». Por lo que no «podemos ni siquiera decir: “tengo la verdad”», sino que la verdad, que es Cristo mismo, viene hacia nosotros en la Eucaristía y entra en nosotros para limpiar nuestras miserias, nuestro egoísmo que hace que el cristianismo parezca solo un sistema de tradiciones; «y así, debemos aprender de nuevo a dejarnos conducir por la verdad. Y entonces, mediante nosotros, la verdad podrá brillar de nuevo para la salvación del mundo».

 

El Papa desarrolló su catequesis a partir de la lectura del Deuteronomio, en donde se lee que Israel, único entre todos los pueblos, recibe de Dios la ley que ofrece la verdadera sabiduría. «Se trtata de un don del que hay que alegrarse –subrayó Benedicto XVI–, no un fruto de la propia genialidad que pueda generar triunfalismo. Así, la Iglesia, un Israel que se volvió universal, solo puede alegrarse del don de Cristo, que es el núcleo esencial de la Ley, Ley encarnada, Amor de Dios por nosotros. Hemos recibido la sabiduría que es verdad, sabemos vivir y morir porque Cristo es la vida y la verdad». Una visión, concluyó, en la que no hay sitio para ningún triunfalismo, «sino solo para la alegría y la gratitud por el regalo recibido, que no fue hecho por nosotros».