
La Religión del Estado o el Estado Religión
El marxismo totalitario ¿sigue vigente?
Como no ha podido llegar facilmente al poder en occidente ha mutado en marxismo cultural…
En la actualidad solamente en cinco países (China, Cuba, Laos, Vietnam y Corea del Norte) en la fase, teóricamente estipulada por Marx, como la socialista, la dictadura del proletariado. Sin embargo, la mayor parte de Occidente, se ha desviado de la ortodoxia marxista-leninista a un capitalismo económico liberal pero politicamente totalitario, cultural y éticamente marxista; hasta convertirse en economías de mercado, como es el caso de China y Rusia, con una auténtica sociedad de consumo desde la apertura iniciada tras el desastre del gobierno de Mao que generó hambrunas ocasionando millones de muertes a principios de los años 60.
A pesar de las adaptaciones particulares de cada país al capitalismo, es un partido único el que controla férreamente los medios, donde no existe libertad de prensa y la libertad religiosa sigue prohibida, plenamente restringida y supeditada al Estado. En este contexto, se pueden compartir fines o acuerdos, pero todo es regido por los intereses superiores del Estado, que puede o promover o desacreditar conceptos que la religión y la moral sostengan, solo mientras sean útiles al Estado.
Como no ha podido llegar facilmente al poder en occidente ha mutado en marxismo cultural…
Sí, es una la estrategia de la la Nueva Izquierda, que tanto debe a la Escuela de Frankfurt de raíces marxistas y a autores como Gramsci. Muchos marxistas, al ver el fracaso de la Revolución en Occidente, comenzaron a criticar el marxismo ortodoxo y a renunciar a la lucha de clases como metodología revolucionaria. La han cambiado por una revolución cultural.
Para Marcuse, al centrarse en los aspectos materiales, el marxismo dejó de lado uno de los elementos más importantes dentro de cualquier proceso social y político: el deseo y la voluntad de las personas en un contexto individualista. La clave está en la dimensión psicológica del individuo (impulsiva y sentimental, motor del movimiento de la masa y el compromiso individual con el marxismo), para entender las motivaciones profundas del comportamiento humano, siendo mucho más poderoso que cualquier circunstancia material existente. Pero este proceso requiere de la aniquilación de los bosquejos historicos, doctrinales, morales y racionales habituales. De modo que, el lugar de la conciencia para juzgar la historia y comprender el presente, sea desde los contenidos de un estado popular «totalitario» en el ejercico del poder, pero dialogante con aquellos elementos, conceptos o instituciones, que pueden prestarle utilidad, para fortalecer la estabiidad del «estado popular».
Sin ocupar ocupar fuerza física, si ocupa el engaño, la falacio, la mentira y la manipulación, de modo que corrompe el pensamiento, somete la conciencia con la ideología, violenta el corazón con el resentimiento, la ideología y la herejía, pero se ve en la obligación de justificar el autoritarismo y las fuerzas de la masa o las armas, con aquello que no quiera servir a los intereses del «Estado».
Desde esa metodología, hay momentos en los que sus argumentos coinciden con una comprención del ser humano o de la sociedad desde la perspectiva cristiana, pero es solo mientras utilmente participe de su plan «deconstructor»: «Hoy puede estar en contra de la Ideología de género», pero mañana puede que la defienda, mientras sea útil a los intereses del «Estado Popular». Su mayor intento es desacreditar la ley natural, la voluntad salvífica de Cristo y la trascendencia de la vida cristiana para la familia y la vida humana.
Para Gramsci, apóstol de la neo revolución, las personas estaban imbuidas por unos fundamentos culturales cristianos que había que extirpar por todos los medios en un «combate cultural”, llamado «marcha larga», ya que eran el mayor impedimento de la Revolución. Este camino debía dirigirse hacia todas las instituciones (universidades, escuelas, museos, iglesias, seminarios, periódicos y en hoy día también televisión, cine, etc.) desde donde se propagara un conjunto de ideas antitradicionales contra la familia, el rol natural del hombre y la mujer, la creencia en Dios, espiritualidad, la heterosexualidad…
Debe ser el estado el lugar donde confluye el discernimiento y la decisión de que es lo moralmente correcto… La Religión con un Dios trascendente, la ley natural, la ética y la moral cristiana, y los conceptos de familia, felicidad, matrimonio, libertad y conciencia son regulados por el Estado.
La influencia en la actualidad es nefasta: la opinión pública tiene un poder de censura sobre cualquier manifestación cultural contraria a su gusto. La Escuela de Frankfurt, siguiendo a Gramsci, estudió muy bien el efecto de los medios de comunicación en las sociedades y la influencia de la producción y distribución de los objetos culturales en la esfera social. Su conclusión fue que nuestras actitudes, opiniones y comportamientos comienzan a ser programadas socialmente mediante productos y elementos culturales como el cine, la música, la literatura…
El resultado actual en una sociedad compulsivamente consumista de ocio como la nuestra, especialmente la juventud, es que se está llegando a cierta uniformización y homogeneidad en lo que respecta a los símbolos culturales presentes en ella. Cada vez existe menos tolerancia entre los jóvenes con la tradición y apenas hay lugar a la crítica, pues la tendencia es que todo el mundo debe pensar igual respecto a ciertos temas.
¿Cómo podemos combatir el marxismo ante la amenaza que tenemos en Occidente?
Difícilmente se muestra respeto públicamente por alguien incapaz de tomarse en serio este conjunto de conceptos y lenguajes. La mayor parte de plas estructuras culturales, sistemas políticos o movimientos han acabado por incluirlas en sus programas, de modo que, viendo cómo los medios “guillotinan” a cualquier voz disidente, la lucha política no parece una vía fructífera.
Actualmente, el marxismo no conforma un bloque homogéneo e inequívoco: cualquiera puede difundirlo, consciente o no. Su ideario, que ha sido la base de gran parte de la intelectualidad del siglo pasado se manifiesta en contextos ideológicos muy diferentes (también en liberales, conservadores…).
Igual que De Maistre afirmó que el desprecio por Locke era el comienzo de la sabiduría cuando el liberalismo devoraba las instituciones tradicionales de su época, hoy podríamos concluir lo mismo respecto a su hermano el marxismo, teniendo en cuenta que toda valoración implica un análisis serio.
¿Qué ha ido haciendo, como hormiguitas y muy eficamente, el binomio marxismo-masonería? Lo primero, “matar a Dios». Arrancar a Dios de la vida de los hombres. Visto el fracaso de “socialismo real” con el tema, se cambió el chip, y se han dedicado a irlo arrancando de todas partes: educación, instituciones -familia, colegios, fuerzas armadas, hospitales, empresas, gremios, etc.-, para ir incidiendo en quitarlo de las mismas conciencias.
De este modo, de “matar a Dios” se ha pasado y llegado a “matar al hombre». Primero, suavemente: adormeciendo y desdibujando sus coordenadas antroplógicas -verdad y bien-, es decir, anulando su “ser moral»: sin esto, el hombre queda a merced de cualquier ideología, en los que el binomio es auténtico catedrático.
¿Cómo?
Borrando del hombre sus raíces y sus relaciones más esenciales, sin las que l hombre no sabe ni quién es, ni de dónde viene, ni a dónde se encamina, ni para qué está… Ha sido la labor, lenta pero -insisto-, eficacísima, de “meterle” en todos los berenjenales: amor libre, sexo sí, drogas, unisex, borracheras, ideología de género, familia no, mujer “emancipada y libre», patriarcado malo, soy lo que quiero ser en cada momento, nada de lazos ni siquiera familiares, ¿matrimonio, qué dices?, el fin justifica los medios, disfrutar todo lo que se pueda, “muerte digna», aquí se acaba todo, gays y lesbis, homofobia, monomarental, “vientre de alquiler», pornografía, etc., etc., etc. La lista se haria interminable.
Y todo eso, convertido en el nuevo “maná” venido del “Estado” que es “el único y verdadero dios para el hombre»: otro no hay: los hemos matado a todos ya.
Como lo concede el “estado», hay que VOTAR, sí o sí. Obligatoriamente se gesta en la mentalidad de la nueva sociedad la convicción de que somos libres para elegir porque el «Estado» lo concede (y no por el libre albedrío con el que el ser humano fue creado); y valga lo que valga, defenderá la “Nomenklatura” de todo la vida marxista, totalitaria, atea e inhumana, y todo lo que les convenga. Y ya seguirán drogándonos con el bienestar, o con el estado de alarma, o con las pensiones, o con el aborto y la eutanasia… o lo que se les ocurra: porque da lo mismo lo que se les antoje, vistas las tragaderas que tenemos y manifestando sin ningún pudor, ni siquiera la más mínima vergüenza ajena.
Así hemos llegado al panorama en el que nos encontramos. Un desastre auténtico, en todos los órdenes.
Hemos aceptado vivir adorando la GRAN IMPOSTURA, dominados por la CORRUPCIÓN y sometidos a LA MENTIRA.
Dice Benedicto XVI, reflexionando sobre los límites de la obediencia al Estado, a favor de la libertad de la obediencia a Dios: «El Estado –escribe en este sentido en uno de los textos propuestos– no es la totalidad de la existencia humana y no abarca toda la experiencia humana. El hombre y su esperanza van más allá de la realidad del Estado y más allá de la acción política. Esto no solo vale para un Estado que se llama Babilonia, sino para cualquier tipo de Estado. El Estado no es la totalidad. Esto aligera el peso al hombre político y le abre el camino a una política racional. El Estado romano era falso y anticristiano precisamente porque quería ser el “totum” de las posibilidades y de las esperanzas humanas. Así pretende lo que no puede; así falsifica y empobrece al hombre. Con su mentira totalitaria se vuelve demoníaco y tiránico».
Entonces la pregunta puede ser: ¿será la cristiandad en ocaso capaz de revertir esta infernal cancer de las familias, destrucción de las conciencias y sometimiento de las voluntades?
Es precisamente en el ocaso del Viernes Santo, cuando se ve abatida la comunidad de los apóstoles, la esperanza de los justos, el consuelo de los pecadores convertidos, el momento donde irrumpe y emerge la certeza de la victoria del bien y la verdad, de la santidad y la gracia, en la Persona del Hijo (de naturaleza divina y humana), que estando muerto en los brazos de su Madre, manifiesta que ha vencido el pecado y la muerte, en el amanecer de la nueva creación de la Pascua.
En este día de tinieblas, que es la era más oscura, son los humildes gestos de la Oración, el Ayuno y la Confesión, son el sustento de la Eucaristía, el Rosario y el Santo Rosario, los medios más eficaces en los que triunfa la verdad trascendente, la moral del evangelio, las virtudes y los valores de la cultura de la vida, pero que sólo serán eficaces, cuando, en vez de escandalizarse de la cruz y apartarse de la predicación de los apóstoles, nos aproximamos a la barca de Pedro, en el corazón de la Madre del Rey que ha muerto en el madero, para vencer la muerte y el pecado con su resurrección.
Sólo en los brazos maternos del Corazón traspasado de María, seremos eficazmente contenidos, solo custodiados por San José seremos verdaderamente defendidos y solo habrá paz en el mundo en la Paz de Cristo Rey.
Apostolado Regnum Dei