La modestia en el sacerdote
Como sean tantas y tan graves nuestras obligaciones por cualquiera parte que las miremos, no debemos cesar de pedirá Dios con el santo Job que nos manifieste los defectos que contra ellas hubiésemos cometido: Scelera mea et delicia ostende mihi.
No seria posible que estimáramos en tan poco á la modestia santa, si llegáramos a comprehender lo apreciable de esta virtud. Ella modera todas nuestras operaciones, y todos los movimientos exteriores, conforme requiere el decoro, remueve y aparta cuanto no conviene a nuestro estado: regula los ademanes precisos del cuerpo, para que todos se hagan sin vicioso desconcierto ni desorden, y con aquella gravedad sencilla y no afectada que la recta razon prescribe. Ella reduce con circunspeccion á un prudente medio el uso de las palabras, haciéndonos huir igualmente de la rusticidad y la disolucion: ella prescribe con justa mediocridad y razonable parsimonia los límites del alimento, casa y vestido; siendo enemiga, no ménos de la sordidez y desaliño, que de la vanidad y el lujo. Ella nos es necesaria para honrar a Dios, en cuya presencia estamos: para edificar al prójimo con quien vivimos; y para gobernar á nosotros mismos en lo que obramos. Ella en fin nos es necesaria en todo lugar, en todo tiempo, y con todas las personas en la Iglesia, en el coro, en casa, en la calle , velando, durmiendo, paseándonos y estando sentados, de rodillas ó en pie , solos o acompañados.
Tal vez, venerables señores, el desprecio que hoy hacen los libertinos del Sacerdocio y de la religión, no tiene otro principio que la falta de la virtud de la modestia en los mismos Sacerdotes. Y ciertamente mientras que en el clero se mantenga el decoro, se mantendrá también la religión en su debido respeto y estimación. Un Sacerdote modestamente prudente, muestra una cierta gravedad que le hace afable , y una cierta afabilidad que le predica modestamente grave: hace respetar la religión que profesa, y compele a los mas atrevidos á prestar veneraciones a su estado.
No puede negarse que las reglas de la modestia parecen muy fáciles, por ser fundadas en cosas muy menudas; pero la experiencia las muestra muy difíciles, y por esto se necesita de mucho examen y no poca atención para observarlas prácticamente. Entrad, o venerables Sacerdotes, en lo mas oculto de vuestro corazón, y examinad si en las conversaciones levantáis mucho la voz o movéis con desconcierto las manos… ¿Queréis hablar solo vosotros, sin dejar decir a quien habla o quiere hablar?… ¿Dais lugar a que os respondan?… ¿Interrumpís con impaciencia los discursos de los otros?… ¿Contradecís con altivez al que os responde?… ¿Hacéis de doctos en presencia de los mayores y ancianos?… ¿Os alabáis de vuestros dichos o hechos?… ¿de vuestra sangre?… ¿de vuestros talentos?… ¿de vuestra riqueza?… ¿Os halláis siempre dispuestos para hablar de cosas vanas y ridículas?… ¿ Habéis motejado, reído, o burlado de vuestro próximo ?… ¿ remedando sus palabras, sus modales, su persona ?… ¿ Han salido de vuestra boca truhanerías, bufonadas, chistes, que el mundo llama agudezas, y el cielo condena por escándalos?… ¿Habéis hecho del satírico, o del crítico para descubrir y denigrar los defectos de los próximos ?… ¿Usáis de una locuacidad fastidiosa e inoportuna?… ¿Qué circunspección usáis al saludar a las mujeres ?… ¡ Qué vergüenza es para un ministro del Rey inmortal de los siglos, decir que besa y que se pone a los pies de una criatura en vez de su mismo Rey Eterno! Considerad pues en lo que sois defectuosos, y aplicaos á la enmienda.
Examinaos también en cuanto al vestido clerical. La vista . es uno de los sentidos que manifiestan con mayor claridad la modestia ó inmodestia del sujeto.
¿Haceis señas con los ojos quando habláis con las mujeres ?… ¿ Son vuestras miradas índicio de vuestr
a honestidad, o muestras de vuestra incontinencia ?… Pensadlo bien. ¿Usais con parsimonia de la comida y bebida?… ¿Os dejais arrastrar de la intemperancia de la gula?… ¿Os acompaña la modestia en la cama, en la calle, en el paseo, en el campo, en la Iglesia o en el altar, en el pulpito , en el confesionario?
¡Oh gran Dios! y quántas veces hemos faltado al mandato de San Pablo que nos dice: Modestia vestra nota sit omnibus hominibus. Pues, venerables Sacerdotes , mirémonos en la modestísima persona de Jesuchristo, y pidámosle, gracia para imitar tan soberano ejemplo.
Por Miguel Santander