La familia, riqueza de la iglesia
“La nueva evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica. En nuestro tiempo, al igual que en épocas pasadas, el eclipse de Dios, la difusión de ideologías contrarias a la familia y la degradación de la ética sexual se encuentran relacionadas entre ellas. Y así como están en relación el eclipse de Dios y la crisis de la familia, la nueva evangelización es inseparable de la familia cristiana. De hecho, la familia es el camino de la Iglesia porque es el “espacio humano” del encuentro con Cristo”.
En este contexto, el Santo Padre recordó que los cónyuges no sólo reciben el amor de Cristo, convirtiéndose en una comunidad salvada, sino también están llamados a transmitir a los hermanos el mismo amor de Cristo, haciéndose comunidad salvadora.
“La familia fundada en el sacramento del Matrimonio es actuación particular de la Iglesia, comunidad salvada y salvadora, evangelizada y evangelizadora. Como la Iglesia, ella está llamada a acoger, irradiar y manifestar en el mundo el amor y la presencia de Cristo. La acogida y la transmisión del amor divino se realizan en la dedicación recíproca de los cónyuges y en la procreación generosa y responsable, en el cuidado y en la educación de los hijos, en el trabajo y en las relaciones sociales, en la atención de los más necesitados, en la participación de las actividades eclesiales, en el compromiso social”.
Benedicto XVI, siguiendo las huellas de sus predecesores ha exhortado nuevamente a los esposos cristianos a evangelizar tanto con el testimonio de vida como con la participación en las actividades pastorales. En efecto, lo recordó en el reciente viaje pastoral a Ancona donde se celebró el Congreso Eucarístico Nacional italiano. Refiriéndose a su encuentro con los esposos y sacerdotes, el Papa puso de relieve estos dos sacramentos conocidos como “del servicio de la comunión”, es decir, el Orden Sagrado y el Matrimonio, que nacen de una única fuente eucarística, ambos, en el amor de Cristo tienen la misma raíz y están llamados a una misma misión, el testimonio y la edificación del pueblo de Dios.
«Esta perspectiva permite sobretodo superar una visión reductiva de la familia, que la considera mera destinataria de la acción pastoral. La familia es riqueza para los esposos, bien insustituible para los hijos, fundamento indispensable de la sociedad, comunidad vital para el camino de la Iglesia. En virtud de esto, la familia es el lugar privilegiado de educación humana y cristiana y permanece, y por ello sigue siendo la mejor aliada del ministerio sacerdotal. Ninguna vocación es una cuestión privada, mucho menos la del matrimonio, porque su horizonte es toda la Iglesia”.
“Existen ámbitos en los que es particularmente urgente el protagonismo de las familias cristianas en colaboración con los sacerdotes y bajo la guía de los obispos: la educación de los niños, adolescentes y jóvenes en el amor, entendido como don de sí mismos y comunión; la preparación de los novios a la vida matrimonial con un itinerario de fe, la formación de los cónyuges, especialmente de las parejas jóvenes; las experiencias asociativas con finalidades caritativas, educativas y de compromiso civil; la pastoral de las familias para las familias, dirigida todo el arco de la vida valorizando el tiempo del trabajo y de la fiesta”.