La familia es atacada en los medios de comunicación
Cualquier intento de promover y proteger a la familia recibe el duro ataque de los medios de comunición claramente ideologizados
Cuando es tratado como «discriminación» todo intento de proteger y promover la familia y el matrimonio conforme a la ley natural, solo manifiesta la desesperación de querer borrar la verdad de la vida humana, la grandeza del auténtico amor conyugal, la trascendencia de la vocación del matrimonio y la presencia de Dios y la redención, cuyo clamor, el corazón y la conciencia que vive en tinieblas, no admite escuchar.
Dice San Juan Pablo II:
«Por desgracia los ataques al matrimonio y a la familia se hacen cada día más fuertes y radicales, tanto desde el punto de vista ideológico como normativo», constató el Santo Padre, quien recordó que «quien destruye este tejido fundamental de la convivencia humana provoca una herida profunda a la sociedad y daños con frecuencia irreparables».
“La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”, afirmó Sor Lucía, la vidente de Fátima en una larga carta enviada al Cardenal Carlo Caffarra
«El intento de reducir la familia a una experiencia afectiva privada, socialmente irrelevante; de confundir los derechos individuales con los propios del núcleo familiar constituido sobre el vínculo del matrimonio; de equiparar las convivencias a las uniones matrimoniales; de aceptar, y en algunos casos favorecer, la supresión de vidas humanas inocentes con el aborto voluntario; de alterar los procesos naturales de la procreación de los hijos introduciendo formas artificiales de fecundación, son sólo algunos de los ámbitos en los que es evidente la subversión que tiene lugar en la sociedad».
«No puede derivarse un progreso civil de la devaluación social del matrimonio y de la perdida de respeto por la dignidad inviolable de la vida humana. Lo que se presenta como progreso de civilización o conquista científica, en muchos casos, es de hecho una derrota para la dignidad humana y para la sociedad».
«La verdad del hombre, su llamada desde la concepción a ser acogido con amor y en el amor, no puede sacrificarse al dominio de las tecnologías y a la prevaricación de los deseos sobre los derechos auténticos. El legítimo deseo de tener un hijo o a la salud no puede transformarse en un derecho incondicional capaz de justificar la eliminación de otras vidas humanas»
«La ciencia y las tecnologías están verdaderamente al servicio del hombre sólo cuando tutelan y promueven a todos los sujetos humanos involucrados en el proceso de procreación»
«Las asociaciones católicas, junto a todos los hombres de buena voluntad que creen en los valores de la familia y de la vida no pueden ceder a las presiones de una cultura que amenaza los fundamentos mismos del respeto de la vida y de la promoción de la familia»
La inmensa mayoría de los seres humanos han encontrado en su familia el lugar donde ha resuelto su problema fundamental: la necesidad de afecto. Los miembros de una familia normal se quieren entre sí simplemente porque son miembros de ella. El matrimonio y la familia son la respuesta más adecuada a las necesidades afectivas, sexuales y sociales del varón y de la mujer. La familia es la más íntima, primitiva y profunda sociedad natural fundada sobre el amor y desempeña un papel decisivo en la formación, madurez y desarrollo de las personas, un modelo para todas las demás formas de convivencia humana y una institución natural anterior a cualquier otra, incluido el Estado, al que corresponde como una de sus tareas principales servir al matrimonio y a la familia.
Como nos dice el Concilio Vaticano II: «El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole» (GS nº50); «Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de conservar la vida, misión que ha de llevarse a cabo de modo digno del hombre. Por tanto, la vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables. La índole sexual del hombre y la facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de vida; por tanto, los mismos actos propios de la vida conyugal, ordenados según la genuina dignidad humana, deben ser respetados con gran reverencia. Cuando se trata, pues, de conjugar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal» (GS nº 51).
Las instituciones matrimonial y familiar son tan importantes que todos los Estados del mundo, sea cual sea su régimen político, regulan estas instituciones. Nuestra civilización cristiana nació de la confluencia del judeocristianismo, de la filosofía griega y del derecho romano. No se puede entender Occidente sin la fe cristiana y para entender la fe cristiana es muy importante conocer la historia y la cultura de nuestros países. Pero hoy se ha impuesto una cultura basada en el secularismo, el hedonismo, el consumismo y un individualismo exagerado, todo ello conjugado con una ignorancia supina y el abandono de las prácticas del cristianismo.
Hay que esperar a la Revolución de 1968 para encontrarnos, por primera vez en la Historia, con el intento de supresión de toda norma de ética sexual. Salvo la violación, todo lo demás está permitido, realizando así los eslóganes de «prohibido prohibir» y «el matrimonio es la cárcel del amor».
Nos encontramos ante la ideología de género, que supone el intento de anular la diferencia entre los sexos, así como la aceptación incluso de la pederastia, de la promiscuidad, del aborto y la eutanasia, y el rechazo del matrimonio, de la familia y de la maternidad, siendo la destrucción de estas realidades el objetivo a conseguir. Y como para ello ninguna creencia religiosa debe interferir, son las Iglesias, y muy especialmente de la Iglesia Católica, el gran enemigo a combatir.
Detrás de esta ideología, a la que ciertamente podemos llamar, como han hecho los Papas, satánica, está el feminismo radical, el lobby gay, poderosas multinacionales como la Soros, Ford, Rockefeller e instituciones como algunas de la ONU y el Parlamento europeo. En nuestro país (México) varias leyes de ideología de género han sido aprobadas por unanimidad y los diputados y senadores que no quisieron hacerlo, vieron terminada su carrera política en su Partido.
¿Está todo perdido? Me ha gustado siempre mucho la frase del filósofo francés Ricoeur: «lo específico del cristiano es la esperanza». También nosotros podemos hacer seguramente más de lo que pensamos, implicándonos seriamente en la educación cristiana de nuestros jóvenes y procurando vivir de acuerdo con las virtudes y valores cristianos, sin olvidar nuestra gran arma, que es la oración.
Giuliana Caccia, Directora del Área de Familia del Centro de Estudios Católicos (CEC), propuso tres claves para hacer frente a la “guerra declarada” contra la familia mediante la ideología de género.
Caccia, que participó en la jornada “Estado versus Niños y Familia” organizada por el centro de Investigación, Formación y Estudios sobre la Mujer (ISFEM) y la Pontifica Universidad Católica de Chile el 26 de septiembre, advirtió que “estamos frente a una guerra declarada contra la familia como institución”.
“El Estado está decidido a adoctrinar a los niños en la ideologías de género”, alertó.
En Chile, advirtió, podrían aprobarse leyes que generen un entorno similar al que ya se da en Estados Unidos y Europa en donde se vulnera el derecho de los niños a ser educados por sus padres y el adoctrinamiento en ideología de género promueve conductas como la masturbación y una educación sexual muy prematura.
Para contrarrestar los ataques que recibe la familia, especialmente el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, la magíster en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra explicó tres claves para defender la institución familiar.
1.- Educar a los hijos en lo bello y verdadero
“La única forma de aguantar todo este tsunami anti vida, anti familia e ideológico es que nosotros (los padres) inculquemos valores en nuestra casa para que cuando nuestros hijos salgan al mundo tengan con que contrastar lo que les dé el mundo”.
“Los padres son los primeros y principales educadores de sus propios hijos”. “Los que tienen un vínculo único, vital, que permite que la generación educativa se dé de manera natural”.
“En ese ejercicio del derecho y deber preferente de los padres de educar a sus hijos, es que ellos (los hijos) encontrarán la luz para discernir lo bueno, lo bello y lo verdadero”.
“Cuando te metes en la familia a reglamentar y romper vínculos, debilitas a la familia y por tanto al ser humano. El niño necesita una guía, un vínculo, un crecimiento ético, moral y afectivo. Si le quitas eso tienes una persona lista para ser dominada”.
2.- No dejarse engañar
Giuliana Caccia explicó que el relativismo ha influido en la forma de pensar, en la cultura y la legislación.
Si bien, “se reconoce a la familia como la célula básica de la sociedad” y un “espacio fundamental para el desarrollo pleno de la persona humana” se crean leyes como el divorcio y el aborto que “regulan los vínculos familiares” y buscan “disolver” el concepto familia.
Asimismo, “se ha exaltado una cultura individualista, hedonista y utilitarista” y la ideología de género ha creado una supuesta «opresión de la mujer” que estaría “institucionalizada en la familia monogámica”.
El relativismo ha creado “nuevos derechos humanos que no han hecho más que aumentar los índices de familias rotas”, han debilitado “la justa autoridad de los padres en la educación de sus hijos” y como resultado “más pobreza y más marginación”.
3.- Movilizarse por la familia
Por último, Caccia aseguró que el “proceso ideológico pasó por nuestras narices porque la sociedad se dejó de involucrar en la vida política del país y dejó todo en manos del estado”.
La experta llamó a “salir a las calles y hacer un trabajo muy fuerte. Todos los que trabajamos vinculados a la protección y defensa de los valores familiares”.
“La sociedad civil no se puede quedar sentada opinando en las redes sociales. Así no se es cívicamente activo. El mundo se cambia trabajando en el mundo, dentro de las realidades con la mujer vulnerada, acogiendo a la mujer violada, al bebé producto de esa violación. No es quedarse sentado”.
“Si bien, el cien por ciento no puede tener una vida activa en la calle en defensa de la familia y contra las leyes que buscan destruirla, tenemos que trabajar en el hogar para no acoger, no integrar y rechazar cien por ciento la ideología. Eso se hace coherentemente con la formación de los padres y de sus hijos, es decir en su derecho preferente de educar a los hijos”.
El Papa Francisco ha hecho siempre una enérgica defensa del matrimonio ante los ataques de “poderosas fuerzas culturales” y pidió a los laicos dar testimonio de la “fe bíblica básica” y la ley natural.
En una carta enviada a los Caballeros de Colón a través de su Secretario de Estado, el Cardenal Pietro Parolin, el Papa señaló que “mientras la institución del matrimonio está siendo atacada por poderosas fuerzas culturales, los fieles están llamados a testimoniar esta fe bíblica básica y ley natural, que es esencial al orden sabio y justo de la sociedad”.
En la misiva también aborda la necesidad de reafirmar el significado cristiano del matrimonio como sacramento y “en el plan del Creador, una institución natural, un pacto de amor y de fidelidad entre un hombre y una mujer dirigido a su perfección y santificación, al futuro de nuestra familia humana”.
Por otro lado, señala que es “deber de los católicos americanos” el “contribuir a una defensa razonable de esas libertades sobre las cuales su nación está fundada”.
El Santo Padre recuerda que “la piedra angular de esta libertad es la libertad religiosa, entendida no simplemente como libertad del culto que uno elige, sino también para las personas y las instituciones, la libertad de hablar y actuar de acuerdo con aquello que establece su conciencia”.
“En la medida en la que esta libertad es amenazada por políticas públicas invasivas, o de la creciente influencia de una cultura que pone presuntos derechos personales por encima del bien común, hay necesidad de una movilización de las conciencias por parte de todos los ciudadanos que, al prescindir del partido o del credo, están preocupados por el bienestar general de la sociedad”.
Agrega que “la protección de la libertad religiosa debe comprometer a las conciencias de los creyentes a nivel global en respuesta a los ataques contra las comunidades minoritarias, en su mayoría cristianos, en varias partes del mundo”.
Sor Lucía dijo: «Batalla final entre Cristo y Satanás será sobre familia y matrimonio»
“La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”, afirmó Sor Lucía, la vidente de Fátima en una larga carta enviada al Cardenal Carlo Caffarra, entonces Arzobispo de Bolonia (Italia), donde advirtió también sobre los ataques que afrontarán quienes defiendan estas dos instituciones naturales.
El Cardenal Caffarra explicó que el contacto con la religiosa fue a raíz del pedido que le hizo San Juan Pablo II, quien le había encargado planear y establecer el Instituto Pontificio para los Estudios del Matrimonio y la Familia. Al comienzo de dicho trabajo el Purpurado le escribió una carta a Sor Lucía de Fátima a través de su obispo, ya que él no podía hacerlo directamente.
“Inexplicablemente, ya que no esperaba una respuesta, viendo que sólo había pedido sus oraciones, recibí una larga carta con su firma, la cual ahora se encuentra en los archivos del Instituto”, indicó el Arzobispo italiano.
“En ella encontramos escrito: ‘La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del Matrimonio y de la Familia. No teman, añadió, porque cualquiera que actúe a favor de la santidad del Matrimonio y de la Familia siempre será combatido y enfrentado en todas las formas, porque ésta es el punto decisivo. Después concluyó: sin embargo, Nuestra Señora ya ha aplastado su cabeza’”.
El Cardenal Caffarra añadió que “hablando también con Juan Pablo II, uno podía sentir que la familia era el punto medular, ya que toca el fundamento de la creación, la verdad de la relación entre el hombre y la mujer entre las generaciones. Si el pilar fundamental es trastocado, todo el edificio se colapsa y ahora vemos esto, porque estamos justo en este punto y lo sabemos”.
“Y me conmuevo cuando leo las mejores biografías del Padre Pío acerca de cómo este hombre estuvo tan atento a la santidad del matrimonio y a la santidad de los esposos, incluso, con justificable rigor en ocasiones”, concluyó el Purpurado.
Fuente: Infocatólica
Aciprensa
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