La arrogancia
El arrogante vive pendiente de las apariencias
«No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más» Tomás de Kempis
La arrogancia, el orgullo, y la soberbia, se definen como dentro de un mismo espíritu. Una persona que camina con orgullo, puede caer en cualquier pecado. Cada vez que una persona se enorgullece, le recuerda a Dios la rebelión que ocurrió en el cielo. Hay un sin número de personas inundadas de virtudes infusas pero que han caído en este pecado y no se han vuelto a levantar por causa de la arrogancia que anida en su corazón.
Hay palabras sinónimas para referirse a la arrogancia, tales como soberbia y el orgullo.
Dentro del ser humano se producen dos dualidades, la lucha entre el alma y el ego. El alma te conecta con Dios, con la vitalidad de la gracia y con la humildad de la oración… Por el contrario, la arrogancia y la vanidad conducen al ego, al deseo de sobresalir por encima de los demás, a la rivalidad… ¿Qué hacer entonces?
Claros antagonismos de la arrogancia serían la humildad, la sencillez o la modestia que, por lo general, son considerados como virtudes.
La persona arrogante vive pendiente de las apariencias y necesita estar primera, sentirse que ocupa el primer lugar, y que tiene lo que hay que tener para pertenecer a la clase que justifica plenamente su orgullo.
La Biblia y la arrogancia:
«Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has corrompido tu sabiduría por causa de tu esplendor. Yo te he precipitado en tierra, te he expuesto como espectáculo a los reyes.» Ezequiel 28.17
«Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, a Leviatán, serpiente huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que hay en el mar.» Isaías 27.1
«¡Sería vana tu esperanza porque su vista sola aterra! 2.No hay audaz que lo despierte, ¿y quién podrá resistir ante él? 3.¿Quién le hizo frente y quedó salvo? ¡Ninguno bajo la capa de los cielos!» Job 41, 1-3.
«Vosotros, hombres, ¿hasta cuándo seréis torpes de corazón, amando vanidad, rebuscando mentira?» Salmo 10, 3
«Más aún, da una gracia mayor; por eso dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.» Santiago 4, 6
«Por el pecado de su boca por la palabra de sus labios sean ellos presos en su soberbia y por la maldición y mentira que profieren». Salmo 59.12
“…el impío, insolente, no le busca: «¡No hay Dios!», es todo lo que piensa. .En todo tiempo se afianzan sus caminos, allá arriba tus juicios muy lejos de él están, a todos sus rivales da soplidos. .Dice en su corazón: «¡Jamás vacilaré!» (Sámek.) porque en desgracia no se ve, maldice. (Pe.) De fraude y perfidia está llena su boca, bajo su lengua sólo maldad e iniquidad; 8.al acecho se aposta entre las cañas en los recodos mata al inocente. (Ain.) Todo ojos, espía al desvalido, al acecho escondido como león en su guarida, al acecho para atrapar al desdichado, atrapa al desdichado arrastrándole en su red. Espía, se agazapa, se encoge, el desvalido cae en su poder; .dice en su corazón: «Dios se ha olvidado, tiene tapado el rostro, no ha de ver jamás.» Salmo 10, 4-11
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.» Mateo 5, 3.