Juan de Ávila, doctor para la Nueva Evangelización
España.- Con motivo de la Festividad de Santo Tamás de Aquino, que se celebra el próximo viernes 27 de enero, el Centro Superior de Estudios Teológicos San Miguel Arcángel de Pamplona organiza la conferencia que, a las 12.30 horas, impartirá el Arzobispo Castrense, monseñor Juan del Río Martín, en el aula magna del Seminario de la capital navarra.
Previamente, a las 11.30 horas, en la capilla del seminario se celebrará una eucaristía con motivo de la festividad litúrgica de Santo tomás de Aquino.
Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia y Patrono de los estudiantes
Santo Tomás de Aquino, Doctor Angélico y patrono de los estudiiantes, nació hacia principios 1225 en Aquino de noble familia, estudió en Montecasino y en Nápoles, y allí se hizo fraile dominico. Su deseo de pertenecer a la Orden de Predicadores no era bien vista por la condesa de Aquino, su madre. Por este motivo le hizo encerrar en su propio castillo. Sus hermanos para distraerle de su vocación religiosa llevaron durante la noche a una bella mujer a su habitación para que le sedujese. Santo Tomás cogió con firmeza un tizón encendido y ahuyentó rápidamente a la mujer. Pronto se durmió, y he aquí que dos ángeles le despertaron y le ciñieron un cordón incandescente. Desde entonces Dios le concedió la gracia de no tener tentaciones de impureza.
Encerrado en la torre del castillo no dejaba de rezar y leer los libros que le lograba pasar un fraile dominico. Finalmente con la ayuda de éste logró evadirse y viajar a Colonia y París para estudiar como discípulo de San Alberto Magno. Alumno modelo, embebido en los estudios, poco amigo de recreos y discusiones y moteado por el nombre de “el buey mudo” mugirá, según las palabrás de San Alberto, resonando por todo el mundo.
Tomás era el primero en cumplir los consejos que un día daría a un estudiante: “No entres de golpe en el mar, sino vete a él por los ríos, pues a lo difícil se ha de llegar por lo fácil. Sé tardo para hablar. Ama la celda. Evita la excesiva familiaridad, que distrae del estudio. Aclara las dudas. Cultiva la memoria. No te metas en asuntos ajenos. No pierdas el tiempo.”
El papa le ofreció el arzobispado de Nápoles, pero era otra la misión de Tomás. Se la mostró un día su maestro: la doctrina cristiana estaba en peligro de contaminarse del aristotelismo averroísta, importado de España. Era preciso absorberlo, asimilarlo, cristianizarlo. Era la gran hazaña a que estaba llamado Tomás, y que realizaría soberanamente.
San Alberto traspasó la cátedra de París a Tomás para que empezara su labor. La inició comentando a Pedro Lombardo, el Maestro de las Sentencias, y asombró a todos por su claridad y profundidad. Sus comentarios sobre Aristóteles, su atrevimineto al “bautizarlo”, le atrajo la envidia y enemistad de muchos profesores. Fue una lucha encarnizada, acosado por agustinianos y averroístas. Sin embargo, su metodo quedó consagrado al canonizarle el papa Juan XXII el año 1324.
Tomás enseñaba, predicaba y escribía. Sus obras principales son: Sobre la Verdad, Suma contra gentiles, comentarios al Cantar de los Cantares. Entre ellas destaca no obstante la ingente Suma Teológica, síntesis que recoge todo su pensamiento. Armoniza el caudal filosófico y religioso griego y cristiano, conciliación audaz y lograda, una de las mayores hazañas del pensamiento humano.
Su vida de oración era profunda. nunca se entregaba al estudio sino después de la oración, afirma su amigo fray Reginaldo. Sus escritos sobre el Santísimo Sacramento y sus sermones nos hacen dudar si predominaba en él el teólogo o el místico. Derramaba muchas lágrimas en la misa y caía frecuentemente en éxtasis. Una vez oyó del Señor: “Bien has escrito de mí, Tomás. ¿Qué recompensa quieres? – Ninguna, sino a ti, Señor”, respondió.
un día tuvo una visión celebrando Misa. Estaba por entonces escribiendo en la Suma sobre los Sacramentos, y ya no escribió más. “No puedo más, repetía cuando le insistíana a que acabase. Lo que he escrito, comparado con lo que he visto, me parece ahora como el heno. No insistáis, no puedo más”.
Invitado por el papa Gregorio X, se dirigió al concilio de Lyon. Se sintió enfermo en el camino. le acogierno en el monasterio de Fossanova. Herido en la visión parcial, el 7 de marzo a la visión plena.