¿Pastoral juvenil o juvenil Pastoral?
¿Por qué vienen tan pocos jóvenes a los espacios que tenemos para ellos?
Aunque lo más importante es la calidad por encima de la cantidad, no podemos quedarnos al margen de la que está pasando. Nos toca poner atención a los síntomas; es decir, a las causas. Veamos algunos errores frecuentes sobre el tema que nos ocupa:
Coordinadores tipo “forever young” (siempre joven): Varios sacerdotes, religiosos y laicos de juventud eterna que piensan que para poder entenderse con las nuevas generaciones, tienen que copiar su lenguaje y forma de vestir pero en lugar de atraer, alejan por desubicados. Creen que lo necesario es abrir espacio para que lo que, equivocadamente, juzgan propio de la vida juvenil (y que muchas veces no es lo que de verdad necesita la juventud, como diversión,fiestas, actividades extra programática, etc.) lo encuentren supuéstamente en la Iglesia.
El problema es que, lo que de verdad necesita el adolescente que esta reconociendo su propia realidad y su entorno, es la contención de la verdad para su juicio y el afecto noble para su corazón. Todo lo demás, lo puede encontraren otros contextos, con mejores recursos y juveniles líderes. Pero en nínguno de esos encantadores espacios y con motivadores líderes, van a encontrar lo que esperan encontrar en la Iglesia: la verdad suprema del Evangelio (verdad para su juicio) y la gracia y la caridad del Corazón de Cristo (contensión, vida y salud para su corazón). Con tanta frecuencia se acercan las almas a los templos, para encontrarse con Cristo cara a cara, pero con tantas actividades y tantos mesianismos, o no pueden encontrarlo o les estorban en el camino, entibiando el regalo del fervor.
Fe cursi: Tocar temas importantes -como la vocación o la sexualidad- desde una perspectiva sentimentalista o “rosa”, desanima a cualquiera, porque la razón; es decir, el aspecto filosófico del catecismo, los argumentos del magisterio, las luces de una auténtica ciencia iluminada por la fe, están ausentes de la praxis apostólica. Ante la falta de explicaciones bien argumentadas, todo resulta aburrido y ambiguo. Será solo un momento agradable y entretenido, pero nunca algo superior a lo que puede encontrar en internet o a lo que las ideologías le pueden ofrecer. Es urgente una preparación solida, eclesial y optima de quienes conducen las instancias juveniles de una comunidad. De lo contrario solo se quedarán los que simpatizan con los líderes, no los que adhieren a la verdad de Cristo y su Iglesia. Por eso no debe extrañar que entre las filas de las pastorales exista quienes cuestionan la moral católica o desconocen la fe. Fue una amistad con el portero o recepcionista, no con el dueño de casa.
Relativismo: Acercarse al Evangelio bajo la regla: “quito o pongo lo que me parece mejor”, muestra una fe incompleta y una vida cristiana inconsistente. ¿Quién querría seguir a un Dios perdido en la subjetividad?. Aveces los silencios, las omisiones, improvisaciones, la ausencia del presbítero, la falta de adhesión al Magisterio de la Iglesia y por sobre todo la distancia a una vida de gracia y santidad, hacen estéril lo que era fructífero. Llegaron muchos, quedaron pocos. La mayoría permanece por amistad con sus «amigos» y no por CRISTIANDAD.
Moralismo: En lugar de favorecer primero la experiencia de Dios y la vida sobrenatural que Dios quiere derramar en las almas juveniles y que tiene necesariamente implicaciones morales, se hace de la vida cristiana un código en sentido negativo, dando a entender que todo está prohibido. Se aprende primero lo que no se puede, no se aprende a conocer a Jesús. Es mal síntoma que se examinen los mandamientos y preceptos a quienes desconocen que hay en una custodia expuesta, son distantes al Sagrario o no entienden un Rosario.
Parece que lo primera pastoral que hay que revisar es aquella que viven quienes quieren o deben desarrollarla. Lo que haga un joven, sacerdote, matrimonio o religiosa en su relación con Cristo, muchas veces abandonado en el Sagrario, es lo que sucederá en su acción pastoral con la juventud y todo tipo de apostolado.
Carlos Rodriguez y Federico Mayer