¿Negar a los niños el derecho de tener un padre y una madre?
El no reconocimiento del “yo”, al identificarse con el sexo contrario, sumerge a la persona en la inseguridad del desconocimiento de uno mismo y en la soledad originaria del hombre
(Agencia Fides) – “Existen muchos tipos de injusticias en esta vida, pero una de las más dolorosas es aquella que legitima en nombre de la sociedad una propuesta que contradice los derechos inalienables de la persona” afirma en un artículo enviado a la Agencia Fides, Belén Vendrell Sahuquillo, Dra. en ciencias Biológicas que es además Directora del Master del Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia y Directora de un Centro diocesano de Orientación Familiar “Domus Familiae”. En el artículo titulado “La indefensión aclamada”, afirma que “si la sociedad entera propone, apoya y reclama una injusticia, incluso presuntamente avalada por estudios científicos, estamos entonces ante un caso patente de Indefensión Aclamada”. Y esto es precisamente lo que sucede en estos momentos – continua la Dra. Vendrell- con la legitimación social de la adopción legal y/o procreación de hijos a través de la reproducción asistida en el caso de personas o parejas homosexuales. “La injusticia ontológica, psicológica y social que se genera en estos niños al negarles el derecho de tener un padre y una madre, les provoca una indefensión radical”. Aborda a continuación la cuestión la configuración de su identidad, la doctora afirma que la persona adquiere progresivamente conciencia de su identidad y deferencia durante la infancia y adolescencia (lo que los expertos llaman identidad sexual e identidad genérica).
“En un correcto y armónico proceso de integración, ambas se complementan puesto que las personas viven en sociedad de acuerdo con los aspectos culturales correspondientes a su propio sexo”. La sexualidad humana- continua la Dra. Vendrell, “concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con el otro”. Basándose en estudios realizados afirma que aun cuando en la actualidad la homosexualidad no esté definida como un trastorno de identidad sexual, sino de orientación sexual, parece claro que “en toda persona con inclinación homosexual subyace un trastorno de identidad sexual más o menos consciente”. “El no reconocimiento del “yo”, al identificarse con el sexo contrario, sumerge a la persona en la inseguridad del desconocimiento de uno mismo y en la soledad originaria del hombre”. Y por tanto, una persona con inclinación homosexual “no puede ofrecer un adecuado desarrollo de la identidad del niño adoptado o engendrado a través de técnicas de reproducción asistida”. Ante esta nueva ley que pretende dar a las parejas de homosexuales la posibilidad de adoptar un niño se pregunta la Dra: “¿Dónde han quedado tantos años de investigaciones psicopedagógicas sobre la importancia de la configuración de la identidad sexual del hijo/a a través del adecuado desarrollo afectivo del apego entre el bebé y la madre, y su posterior contacto con el mundo que le rodea a través de la intervención pedagógica del padre?”.
“Las influencias paternas en el crecimiento y maduración del niño son muy importantes porque son influencias que no llegan de la madre. En el caso de la ausencia de la madre, con la complicidad parental de dos padres aparecen graves carencias afectivas que favorecen multitud de trastornos emocionales en entre los que se encuentran el rechazo del propio cuerpo y de la maternidad”. En cuanto a la existencia de estudios rigurosos que demuestren como afectaría a los hijos ser adoptados por personas con inclinación homosexual, finaliza la Dra. “debemos precisar que el alcance ético de los mismos es muy discutible, ya que es el mismo sujeto humano en su desarrollo psicológico el que está siendo objeto de experimentación. Cualquier ideología cientifista que utilice a la persona en beneficio propio ataca directamente el principio antrópico que revela al ser humano como el máximo bien de la Creación”.