Extraordinario milagro
El mundo árabe y el mundo entero vieron a los cristianos y a los musulmanes reunidos en paz. La prensa libanesa titulaba en relación al Papa: “El hombre de paz ha hablado”.
“Educar en la paz, para construir una cultura de paz”.
“Que Dios conceda a vuestro país, a Siria y a Oriente Medio el don de la paz de los corazones, el silencio de las armas y el cese de toda violencia. Que los hombres entiendan que todos son hermanos. María, que es nuestra Madre, comprende nuestras preocupaciones y necesidades».
La visita de Benedicto XVI a Líbano fue todo un éxito. Un extraordinario sueño cumplido, señalan distintos medios de la prensa católica. “El Papa frágil pero valiente, sabio, tímido y sincero cosechó un nuevo triunfo pastoral, mediático, espiritual y hasta político”. “El Papa se metió en la boca del lobo y salió indemne”.
Hacia adentro, el Santo Padre dio muestras de vigor y acalló las voces de los que comenzaban a propagar que ya no gobernaba. Y hacia afuera, Benedicto XVI se consagró, una vez más, como el gran referente mundial. Como la gran autoridad moral, en un mundo globalizado y quizá sin líderes de talla mundial. En el Líbano, mosaico y equilibrio de razas, lenguas y religiones, el prestigio de la figura papal se ha consolidado. Y hasta ha conseguido que se acallaran las protestas ocasionadas por una película blasfema entre los musulmanes.
Quizás la palabra más utilizada por el Papa durante este viaje haya sido “paz”. La paz que ha pedido a cristianos y musulmanes, para que ambos pongan fin a una discordia infinita de guerras que dura desde hace demasiado tiempo. Rechazar la violencia verbal y física, olvidar el pasado, “decir no a la venganza” y “derribar las barreras para crear nuevas sociedades basadas en la fraternidad y la libertad”, este ha sido el mensaje del Papa.
En la homilía de la multitudinaria Misa del domingo el Papa pidió especialmente a Dios para Siria y todo el Oriente Medio, “el don de la paz de los corazones, el silencio de las armas y el cese de toda violencia”.
La prensa libanesa titulaba en relación al Papa: “El hombre de paz ha hablado”.
Benedicto XVI ha conquistado estos días las mentes y los corazones de los libaneses. Las mentes de los adultos abrumados por la claridad de su discurso y los corazones de los jóvenes durante la gran fiesta del encuentro con los jóvenes de Bkerké. A los jóvenes les ha reiterado de quedarse en esta tierra de Oriente que vio nacer, morir y resucitar a Cristo. Mientras a los líderes políticos de Oriente Medio, prisioneros de sus prejuicios, y que no dudan en emplear la violencia, el Pontífice se dirigió a ellos para que rectifiquen y cambien de rumbo. Así, refiriéndose a las guerras, advirtió el Santo Padre: “que el mal no es una fuerza anónima que actúa en el mundo impersonal o determinista. El mal, es el diablo, que pasa a través de la libertad humana, a través del uso de nuestra libertad”.
“En el Líbano, el cristianismo y el Islam habitan el mismo espacio desde hace siglos. No es raro ver en la misma familia las dos religiones. Si en una misma familia es posible – ha dicho el Papa- ¿por qué no lo puede ser con respecto al conjunto de la sociedad?”
Y finalmente Benedicto XVI dio a todos los libaneses y medio-orientales la respuesta a sus angustias.
“¿Por qué Dios eligió esta zona del mundo” que parece conocer solo el dolor y las turbulencias? Se preguntó también el Papa.
“Pienso que Dios la eligió –dijo- para que sirva de ejemplo, para que dé testimonio de cara al mundo de la posibilidad que tiene el hombre de vivir concretamente su deseo de paz y reconciliación”.
“La visita de Benedicto XVI al Líbano ha demostrado al mundo que el pueblo libanés, cristianos y musulmanes, están unidos, mientras que los partidos políticos y las facciones se dividen y crean conflicto. La esperanza es que los políticos del Líbano también aprendan algo del espectáculo de unidad que se ha visto estos días de la visita papal”. Así explica a la Agencia Fides la visita del Papa, Muhammad Sammak, asesor político del gran Muftí del Líbano y Secretario General del Comité Libanés para el diálogo islamo-cristiano.
Los días del Papa en el Líbano han sido un paréntesis en la fase de peligro de nuevos enfrentamientos experimentados por el país de los cedros. Sammak narra a la citada agencia católica esta percepción a través de una anécdota: “Las cadenas de televisión durante unos días se han centrado en la visita papal, y los políticos y sus contraposiciones han desaparecido de las pantallas. Todo el mundo estaba feliz de esto, y por eso querían que la visita papal al Líbano durase más tiempo”.
Sammak revela a la Agencia Fides que él es el autor del mensaje que el Gran Mufti Mohammed Rashid Gabbani entregó al Santo Padre Benedicto XVI durante el encuentro con los representantes de la comunidad islámica: “He expresado en el texto la noción de que cualquier daño causado a un cristiano es un mal hecho a todos los musulmanes, y cada ataque a una iglesia es un ataque contra todas las mezquitas. Un mensaje que se puede encontrar en las mismísimas enseñanzas del Profeta Mahoma”.
El asesor del Gran Mufti define como “fenomenal” el espíritu con el que todos los musulmanes han participado en los diferentes momentos de la visita papal: “Las relaciones entre sunnitas y chiítas en estos momentos en El Líbano no son buenas, pero todos han participado juntos a las reuniones oficiales, a la Misa, a los momentos de bienvenida y despedida”.
Sammak valora el enfoque de la relación entre cristianos y musulmanes expresado por Benedicto XVI en sus discursos: “El Papa ha presentado la libertad religiosa como la madre de todos los derechos. Y me llama la atención cuando dice que el antídoto contra el extremismo no es la tolerancia. No queremos que las relaciones entre musulmanes y cristianos se basen sólo en la tolerancia. (Deben basarse en los derechos de ciudadanía compartidos por todos los ciudadanos, y luego en la confianza mutua y el amor mutuo. La tolerancia por si sola, no es suficiente).
En referencia al conflicto sirio, Sammak aprecia el intento del Papa en no entrar en el ámbito de la controversia política: “El Papa no quería referirse directamente a cuestiones políticas o geo-políticas. Pero ha recordado a todos los principios de la dignidad humana y la protección de los derechos de los pueblos a decidir su propio futuro. Cualquier intento de instrumentalizar sus palabras está condenado al fracaso. Benedicto XVI es la cabeza de la Iglesia, no un líder político. Por eso no entra directamente en la agenda política. Y por eso sus palabras pueden ser apreciadas por todos”.
Muhammad Sammak, que asistió como invitado especial en el Sínodo de los Obispos del 2010 sobre Oriente Medio, declara, con satisfacción a la Agencia Fides, que su discurso pronunciado en el Aula del Sínodo circuló por todos los países árabes, incluida Arabia, y ha recibido el consenso por doquier. En esa ocasión dijo que el peligro de una disminución de la presencia de los cristianos en Oriente Medio “es una preocupación tanto cristiana como islámica, no sólo para los musulmanes de Oriente, sino para todos los musulmanes del mundo”.