Ex primeros ministros del Reino Unido se oponen a la ley de Eutanasia
Boris Johnson, Theresa May y Liz Truss se oponen a la ley de muerte asistida
Hace uno días también se conoció el rechazo del ex primer ministro laborista, Gordon Brown.
Theresa May, ahora baronesa, mantiene la misma postura que adoptó en 2015 cuando votó en contra de una legislación similar. Por su parte, Liz Truss expresó una oposición firme al declarar: «Estoy completamente en contra. Es un error de principio; órganos del Estado como el NHS y el sistema judicial deberían proteger vidas, no terminarlas». Según el medio, Boris Johnson tampoco apoyaría el proyecto en su forma actual.
A estas posturas se suma el ex primer ministro laborista Gordon Brown, quien, en un artículo reciente en The Guardian, relató cómo la muerte de su hija de 11 días en 2001 reafirmó su convicción sobre la importancia de los cuidados paliativos de calidad frente a prácticas de asistencia al suicidio.
Ha sido presentado al Parlamento como un proyecto de ley de miembros privados por Mano de obra El diputado Kim Leadbeater y verá a los diputados votar sobre el tema por primera vez desde 2015.
Pero ha habido una creciente oposición al proyecto de ley por parte de políticos, líderes religiosos y expertos legales y de salud.
Un ex ministro del gabinete también advirtió que, incluso si la legislación fuera aprobada por el Parlamento, violaría el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
Dominic Grieve, el ex diputado conservador que fue fiscal general entre 2010 y 2014, sugirió que los jueces con sede en Estrasburgo probablemente bloquearían el proyecto de ley.
Dijo que esto se debe a que no proporcionó “salvaguardias adecuadas y apropiadas para proteger a los pacientes de la presión y el abuso”.
Gordon Brown, ex primer ministro laborista, también expresó su oposición al proyecto de ley, insistiendo en que se necesitan mejores cuidados al final de la vida en lugar de muerte asistida.
Dominic Grieve, el ex diputado conservador que fue fiscal general entre 2010 y 2014, sugirió que los jueces con sede en Estrasburgo probablemente bloquearían el proyecto de ley.
El Gobierno ha adoptado una postura neutral antes del debate del viernes y los diputados tendrán “voto libre”, lo que significa que los dirigentes del partido no les dirán cómo votar.
Pero ha habido conflictos dentro de las filas laboristas después de que los principales ministros del gabinete revelaran que votarían en contra del proyecto de ley.
El primer ministro Sir Keir Starmer no hará comentarios sobre la legislación propuesta antes de la votación del viernes porque no quiere “presionar a otras personas”.
Pero cuatro antiguos ocupantes del número 10 se oponen al proyecto de ley.
Se espera que la baronesa May vote en contra de la legislación si llega a la Cámara de los Lores.
Fuentes cercanas al ex primer ministro dijeron al Telégrafo su oposición a la legislación sobre muerte asistida no ha cambiado desde que votó en contra en 2015.
La señora Truss dijo al periódico que estaba “totalmente en contra” del proyecto de ley.
“En principio, está mal: los órganos del Estado como el NHS y el sistema judicial deberían proteger vidas, no acabar con ellas”, afirmó.
‘Sin duda, como hemos visto en Canadá, las personas vulnerables se verían sometidas a una presión terrible para terminar prematuramente con sus vidas.
‘La ley estaría lista para ser explotada por personas sin escrúpulos. Los parlamentarios deberían rechazar este terrible proyecto de ley y centrarse en mejorar los servicios de salud.’
También se informó que Johnson no apoyaría la legislación propuesta tal como está actualmente.
Gordon Brown, ex primer ministro laborista, también expresó su oposición al proyecto de ley, insistiendo en que se necesitan mejores cuidados al final de la vida en lugar de muerte asistida.
El viernes se celebrará un debate de cinco horas y al final se votará si debe pasar para ser examinado por un comité.
El proyecto de ley, impulsado por la diputada Kim Leadbeater, también enfrenta la oposición de más de 1.000 miembros del clero anglicano, quienes en una carta abierta calificaron la propuesta como «una amenaza peligrosa para la sociedad». Entre los firmantes se encuentran 15 obispos diocesanos, incluido el obispo de Londres, Dame Sarah Mullally, quien destacó las «preocupantes repercusiones éticas y prácticas para el NHS y la sociedad en general».
Además, líderes religiosos de diversas confesiones –cristianos, musulmanes, judíos, hindúes, budistas y sijes– han unido sus voces en contra del proyecto, subrayando la necesidad de priorizar los cuidados paliativos.
Aún ningún ex primer ministro ha manifestado su respaldo al proyecto. Mientras Theresa May y David Cameron podrían votar en la Cámara de los Lores si el proyecto avanza, Rishi Sunak, actual miembro del Parlamento, es el único exlíder conservador habilitado para votar en los Comunes. Aunque Sunak no se opone al principio del suicidio asistido, no ha confirmado su postura sobre esta propuesta concreta.
Por otro lado, Keir Starmer, actual primer ministro laborista, ha mostrado su disposición a respaldar la legalización, reiterando su compromiso personal con este cambio legislativo.
El proyecto también ha generado rechazo en el ámbito médico. Una carta firmada por 3.400 profesionales sanitarios –incluidos directores médicos, profesores de medicina y destacados especialistas– advierte que la legislación podría poner en peligro a pacientes vulnerables.
En términos legales, Sir James Munby, expresidente de la División de Familia del Tribunal Superior, calificó las salvaguardias judiciales como «lamentablemente insuficientes», mientras que el exfiscal general Dominic Grieve señaló posibles conflictos con el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
El intenso debate en torno al proyecto de ley evidencia las profundas divisiones éticas, religiosas y sociales que suscita el tema del suicidio asistido en el Reino Unido.