Evangelio Diario y Meditación
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama
+Santo Evangelio:
Evangelio según San Lucas 11,15-26.
Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: «Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’.
Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada.
Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio».
+Meditación:
Meditación del Papa Francisco
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, ‘vaga por lugares desiertos, buscando reposo, y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando la encuentra ‘barrida y adornada’, entonces va y ‘toma otros siete espíritus peores que él, que vienen y toman posesión de la morada’. Y, así, el postrer estado de aquel hombre resulta peor que el primero.
La vigilancia…, porque la estrategia de él es aquella: ‘Te has convertido en un cristiano, ve adelante en tu fe, te dejo, te dejo tranquilo. Pero luego, cuando te acostumbras y no vigilas tanto y te sientes seguro, voy a estar de vuelta’. ¡El evangelio de hoy comienza con el demonio expulsado y termina con el demonio que vuelve! San Pedro lo dijo: “Es como un león feroz, que gira a nuestro alrededor». Es así.
‘Pero, padre, ¡usted es un poco anticuado! Nos hace asustar con estas cosas…’. ¡No, yo no! ¡Es el Evangelio! Y no se trata de mentiras: ¡es la Palabra del Señor! Le pedimos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él vino a luchar por nuestra salvación. ¡Él ha vencido al demonio! Por fa
vor, ¡no hagamos tratos con el diablo! Él trata de volver a casa, a tomar posesión de nosotros… ¡No relativizar, sino vigilar! ¡Y siempre con Jesús! (Cf. S.S. Francisco, 11 de octubre de 2013, homilía en Santa Marta).
Meditación San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208), obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías, V, 5, 2
Henoch, por haber sido del agrado de Dios, fue trasladado al cielo en cuerpo, prefigurando así el traslado de los justos. También Elías fue llevado, tal como se encontraba en la sustancia de su carne modelada (2R 2,11), profetizando con ello el levantamiento de los hombres espirituales. Sus cuerpos no han sido obstáculo alguno para su traslado y se elevamiento: es a través de las mismas manos por las cuales habían sido creados al origen (Gn 2, 7) que fueron trasladados y elevados. Porque, en Adán, las manos de Dios estaban acostumbradas a dirigir, mantener y llevar la obra modelada por ellas, a trasladarla y ponerla en el lugar que ellas querían. ¿En qué lugar fue puesto el primer hombre? En el paraíso, sin duda alguna, según lo dice la Escritura: “Y Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado” (v. 8). Y es de allí que fue expulsado a este mundo por haber desobedecido…
¿Hay alguno que crea que no es posible que unos hombres sigan viviendo tanto tiempo como los primeros patriarcas? ¿O cree que Elías no fue elevado en su carne, sino que su carne fue consumida en el carro de fuego? Que considere cómo Jonás, después de haber sido precipitado al fondo del mar y tragado hasta el vientre de un pez, fue expulsado de él, a la orilla, sano y salvo, por orden de Dios. Ananías, Azarías y Misael, echados a un horno ardiendo siete veces más de lo normal, no sufrieron ningún mal y ni tan sólo olían a fuego (Dn 3, 27). Si la mano de Dios les asistió y en ellos ser realizaron cosas extraordinarias e imposibles para la naturaleza humana, ¿qué hay de extraño si, en los que han sido trasladados, la misma mano ha realizado también una cosa extraordinaria, cumpliendo la voluntad del Padre? Ahora bien, esta Mano, es el Hijo de Dios. (cf Dn 3,25).
+Comunión Espiritual:
De santa Margarita Mª Alacoque
“Dios mío, te adoro oculto en esta sagrada Hostia. ¿Es posible que te hayas reducido a tan humilde morada, para venir a mí y permanecer corporalmente conmigo?
Los cielos son indignos para alojarte!, y ¿te contentas, para estar conmigo siempre, con estas pobres especies? ¡Bondad inconcebible!
¿Podría yo creer esta maravilla si Tú mismo no me la asegurases?
¡Oh Dios de la majestad, pero también Dios del amor!v¡Que no sea yo todo entendimiento para conocer esta misericordia, todo corazón para agradecerla, toda lengua para publicarla!
Tú, oh Dios de mi corazón, me has creado para ser objeto de tu amor infinito ¿cómo puedo no desear poseerte? Te abro mi corazón, te ofrezco mi pecho, mi boca y mi lengua para que vengas a mí.
Ven, ven, divino Sol mío. Ven, Médico caritativo de mi alma. Ven, Jesús, el más fiel, el más tierno, el más dulce y más amable de todos los amigos, Ven a mi corazón.”